Inhumanos
Doña Cuaresma
Bueno, bueno, el remate. Me han enseñado una foto de la chirigota, –se llaman así, ¿no?–, que cantó –¡cantó, a cualquier cosa le dicen eso ahora!– en el Falla la noche del viernes. Vamos, vamos. Ya le he dicho a mi sobrrino Anselmo que le tengo terminantemente prohibido salir por la noche. Con su madre estoy hablando para contarle. El tema es que fíjate cómo será que se llaman ‘Los inhumanos’, por lo menos lo saben que eso no es civilizado. Te lo cuento y no te lo crees. Todo lleno de botellas vacías, la música altísima que eso no hay santo mártir que lo aguante, un despiporre. Por lo visto es que eso es lo que hacen los chiquillos ahora en Carnaval. Yo sabía que lo ponían todo perdido, ¡pero así, de esa manera! Unos bailes... nada que ver con las danzas con máscara a las que yo iba de jovencita, que era una cosa recatada, sencilla, elegante, bien vestidos todos. No, es que es otro mundo, estos iban vestidos de animales, de personajes que no sé explicar, de… es que no me salen calificativos. Yo estoy horrorizada y, por supuesto, Anselmo, rezo tres aves marías pensando que mi sobrino pueda estar entre esa caterva de energúmenos. Algo tengo que hacer y todavía no sé qué, pero que lo amarro a la cruz que tengo en mi cabecero antes de que pise la calle. Ni por San Judas ni por el santoral entero, vamos. Me está subiendo la tensión y vengo del practicante. A dónde vamos a llegar, si yo pensaba que estaba la cosa mal, ya es que creo que esto sobrepasa todos los límites que cabían en mi imaginación. Santa Bárbara, trae un temporal y que nos lleve. Ya no hay remedio.
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