Las lágrimas del Yuyu
"Ay, qué tendrá, / que de verdad no me explico, / que aquí se suben los hombres / cantándole con cariño, / y los conviertes en dioses / o salen llorando como niños chicos…”
Estos mismos versos de la inolvidable copla que le dedicó al ‘Templo de los ladrillos coloraos’, hace veintiséis carnavales, nuestro querido e inmortal Manolo Santander con su chirigota ‘El séptimo de caballería’, estos mismos versos, como digo, seguro que los estaría tarareando para sus adentros, en la trasera del escenario del Gran Teatro Falla durante la última semifinal del reciente concurso, José Guerrero Roldán, Yuyu, para quienes lo queremos y admiramos, mientras lo entrevistaba la entusiasta Laura Jurado para Onda Cádiz, después de liarla con su chirigota ‘Los James Bond que da gloria verlos’.
Laura solo tuvo que preguntarle qué había sentido ante la calurosa acogida del público que abarrotaba el coliseo gaditano esa noche mágica, para que a nuestro Yuyu se le iluminase la cara como la calle de la Palma cuando el sol se asoma por la Caleta, no pudiendo contener los sentimientos del verdadero gaditano que lleva dentro, y acordándose de su mujer y de sus hijos, al tiempo que nos hablaba del miedo inevitable que hasta entonces había sufrido por la incertidumbre de no saber cómo iba a ser recibido tras la parada biológica de esos quince febrerillos locos, a pesar de haber cantado momentos antes “Yo te juro por mi mare que un viento de quince años no me ha dado en la carita, porque pa mover al Yuyu tiene que saltar un levante de doce o trece rayitas”, sin necesidad de que saltara el levante, nuestro querido grandullón no pudo contener la emoción del momento ni evitar que se le escaparan unas furtivas lágrimas, que cantaba Pavarotti, dejando al descubierto que tras ese chirigotero pasota, descarado, sinvergonzón, chocante y todos los calificativos que queramos añadir, hay un ser humano como para mandar al más pintado a la mismísima “Venta del Nabo”.
Y si hay alguna duda de lo que digo, ahí queda la última cuarteta del popurrí de un “Yuyu” que, sin proponérselo, nos transporta al año 1971 al final de aquella copla a la Caleta de aquellos “Forjarores” del gran Paco Alba que terminaba diciendo… “Que hasta los profanos se sienten poetas”.
“Tú que me vistes escalando los peldaños, / tú que me viste debutar como aprendiz, / tú que aprendiste en estos catorce años / que también existe vida y hay un Carnaval sin mí. / Yo que soy un segundo premio vitalicio / y que nunca me escuchaste protestar / Que prefiero ser palomo a ese vicio de ganar / cuando tú sabes que no tienes que ganar / Cuando ya no tenga ganas para ponerme un disfraz / cuando esté mejor en casa que viniendo aquí a cantar, / quiero que nunca te olvides / que si algún día, mi Tacita, me lo pides… / aún voy a guardar un último cuplé para ti…”
Querido Yuyu, bienvenido al “Club de los románticos del Carnaval”.
Salud, gaditanismo y libertad
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