Luis Frade: “A medida que ganábamos premios nos creábamos más enemigos”

Luis Frade, junto a su añorada Adela del Moral, desafiaron a todo y a todos llevando el coro mixto a las más cotas altas a pesar de los recelos de los rivales y de buena parte de la afición

Dirigió el coro de Las Niñas 15 años, logrando diez finales y dos primeros premios

La madre del coro de Las Niñas se va por carnavales

Luis Frade en la hemeroteca de Diario de Cádiz.
Luis Frade en la hemeroteca de Diario de Cádiz. / Julio González

En el Carnaval, el nombre de Luis Frade va íntimamente ligado al de Adela del Moral, su amor desde los 14 años que luego se convirtió en su esposa. Ambos formaron una pareja que hizo mucho por la fiesta, él como director y cabeza visible del coro mixto y ella como genio creador y como bandera de la incorporación de la mujer a una celebración eminentemente masculina. La muerte de Adela, el 2 de febrero de este año, dejó en shock al Carnaval y a Luis sumido en una profunda tristeza. En este Retrocarnaval, Frade cuenta su trayectoria carnavalesca. En su relato se repite una y otra vez la misma palabra: Adela.

Los primeros recuerdos carnavalescos de Luis Frade se remontan a un Domingo de Carnaval “cuando vi en la calle Adolfo de Castro, junto a la casa donde yo vivía en la calle Horozco, una comparsa juvenil que después supe que era de Ricardo Villa: ‘Los soldaditos de plomo’, de 1960. Y luego, en 63, ver de la mano de mi abuelo el coro ‘Los lápices de colores’ en Santa Inés. Eso me gustó y fui uno de esos niños que se acostaba escuchando el concurso en la radio. A partir del 68 comencé a entrar en el Falla. Yo era de la generación que se hizo seguidora de Antonio Martín”.

De la afición pasó a la acción. Salían en Carnaval varias parejas, entre ellas Luis Frade y Adela del Moral, hasta que decidieron disfrazarse para el Carnaval 80. “Las mujeres eran reacias a disfrazarse, pero las convencimos de ir vestidas de mujeres árabes, con la cara tapada, porque sacamos ‘Jomeini y sus secuaces’, que era un tema de moda por un golpe de estado en Irán, con un tango que hizo el padre de Adela, Demetrio. Debutamos cantando delante del monumento a las Cortes. Escribíamos entonces Pepe Pastrana y yo, luego en los años siguientes se incorporó José Luis Clemente”.

La experiencia callejera gustó y se planteó sacar ‘Mariscadores gaditanos’ para 1981. “Adela, que se decidió a hacer el tango, decía que nos habíamos enamorado del Carnaval. Y así fue. No teníamos intención de ir al Falla. Un sábado llegó al ensayo Manolo Estévez, que lo había fichado yo para el coro, y vino con Manolo de Palacio, aquel bandurria que era una autoridad en los coros. Nos escuchó y dijo que era una pena que ese tango no se escuchara en el Falla”, recuerda. Luego, picados por este halago, Frade y alguno más decidieron inscribir al coro el último día sin decirlo al grupo. “Al día siguiente se publicó en el Diario y además nuestro boceto, destacándose que éramos el primer coro mixto de la historia. Que al final no fue del todo así porque ese año salió otro mixto llamado ‘La gran locura’, de los Bablé.

Hubo muchas voces en contra de ir al Concurso, pero se votó. “Y ganamos por un voto los que queríamos concursar. Adela en ese momento solo tocaba la guitarra. Tenía que venir Manolo de Palacio al ensayo a afinar las bandurrias. Era una aventura”.

El estreno fue mejor de lo esperado y el coro, reforzado por más parejas tras la experiencia de 'Jomeini', comenzó a hacer historia. “Costó mucho acostumbrar al público. Al principio, aunque esto que digo pueda molestar y es una apreciación mía, las principales enemigas de nuestro coro eran las mujeres de los componentes de los otros coros, que a ellas no las dejaban salir. Y costó que la gente se acostumbrara al sonido. Eran muchos obstáculos, pero también es verdad que tuvimos también muchos seguidores desde el principio”.

Al principio, las principales enemigas de nuestro coro eran las mujeres de los componentes de los otros coros, que a ellas no las dejaban salir.

El coro consiguió al año siguiente, 1982, entrar en la final para ser tercer premio. Ya no era lo mismo. Para los demás coros, lo exótico se había convertido en ‘peligroso’ y los enemigos llegaban conforme Las Niñas iban escalando posiciones. “El año anterior todos los coristas sin excepción estaban de nuestro lado, hay que admitirlo. Pero ya en el 82 solo teníamos dos amigos: La Viña y Julio Pardo, que habían quedado primer y segundo. Al año siguiente quedamos segundos con ‘La tertulia de Doña Frasquita’, por delante de La Viña. Y desde entonces ya la peña La Salle Viña no volvió a llamarnos para su Semana Cultural”.

Con Adela del Moral en el coro ‘Olé gaditano’ (1984).
Con Adela del Moral en el coro ‘Olé gaditano’ (1984). / D.C.

Tras una nueva final con ‘Olé gaditano’ en 1984, grupo en el que ya no estaba Leonardo Calle como director musical, el coro, en el que mayormente escribían Frade, Pepe Pastrana y Clemente, optó por fichar a un autor que llevara el peso del repertorio. Así fue como se incorporó Antonio Rivas para 1985. “Hicimos un ensayo con la chirigota ‘TBO’ en la residencia Tiempo Libre y allí conocimos a Antonio. Le dimos un toque y luego lo convencimos en una noche carnavalesca en Algeciras en la que coincidió con nosotros”.

“Le llevé la música del tango y al día siguiente ya tenía uno hecho. Me lo cantó y lloré. Estaba dedicado al nacimiento de un tango. Y desde ese momento entendí que era el autor ideal para nosotros”, explica. Se estaba gestando el coro ‘Plaza de Mina’, que se convirtió en “la mayor decepción” de la historia de Las Niñas quedándose en la preselección. “Eso no lo entendió nadie. Estábamos primeros o segundos en el jurado del Diario. Cantamos el último día. Fue el único año que el jurado dio el fallo al día siguiente en el Ayuntamiento. Me llegaron a decir que un miembro del jurado nos puso un cero en todo porque en el coro iban mujeres. No sé si será cierto. Pero eran tres miembros y con uno que te fastidiara… se cargaba a una agrupación. Otro de los vocales me dijo que nuestra actuación le había puesto los pelos de punta y que había llorado. A saber si eran verdaderas estas historias...”.

La decepción, primer paso para la reconquista

El día del fallo del jurado el coro cenó en el restaurante Fany, donde comían muchos jugadores del Cádiz, cercano a la peña La tertulia de Doña Frasquita’. “Una chica del coro, Adeli, hizo una letra alusiva al cajonazo. Empezamos con la idea de no salir al año siguiente y al escuchar el tango nos vinimos arriba”, expone Frade. Había comenzado la reconquista del coro mixto.

El salto fue vertiginoso. De no pasar el primer corte a ser primer premio en 1986 con ‘La viudita naviera’. “Ese año entró gente que cantaba muy bien y el grupo se reforzó, aunque nosotros nunca echamos a nadie. De hecho dejamos de salir en el 97 porque nos estábamos haciendo mayores, porque se nos estaba yendo gente buena cantando y Adela -yo no, yo quería seguir incluso sacando un coro de hombres- fue la que dijo que no, porque le importaban más sus amigos que el Carnaval”.

Volvemos al 86. Si el coro tenía enemigos, ya con el primer premio la inquina de algunos creció. “Hasta entonces la única amistad que teníamos de verdad era la del coro de Julio Pardo. Nos invitaron a dar un ensayo general en su peña, La tía norica, y dimos un pelotazo gordo. Ya comenzaron a vernos como un rival de verdad. Ese año Antonio Martín le escribió un tango a Adela en ‘La plastilina’, exigiendo al coro viñero que se cantara en el Falla. Y se cantó. Y en el coro de Pardo, ‘La cueva de María Moco’, Antonio Segura hizo otro, pero decidieron no cantarlo”.

‘La viudita naviera’ pasó a la final y se quedaron fuera de la misma los dos primeros coros del año anterior: ‘La posada del mesón’, que había sido primero con ‘La banda municipal’, y ‘La cueva de María Moco’, que alcanzó el segundo premio con ‘El callejón de los negros’. “En aquella final polémica y apovechando la movida del cajonazo de ‘Los cubatas’, miembros de esos dos coros intentaron boicotear nuestra actuación, y la de los otros dos coros, La Viña y Puerto Real, desde el gallinero. A nosotros nos llegaron a gritar ‘Puta ella, maricón él, esto es Falcon Crest’. Si ves el video del final del popurrí salimos varios de nosotros haciendo gestos como diciendo ‘a tragar’. A medida que ganábamos premios nos creábamos más enemigos. Luego, mucha de esa gente acabó siendo amiga del coro y después de tantos años eso es una anécdota”.

"En la final del 86 a nosotros nos llegaron a gritar ‘Puta ella, maricón él, esto es Falcon Crest’ miembros de otros coros"

Y si el primer premio había molestado, repetir triunfo en el 87 con ‘Watussi’ fue la puntilla para los derrotistas. “Antonio Rivas, por sus estudios de Derecho, no se podía comprometer con el repertorio al completo y fichamos a Antonio Segura, que venía de escribir al coro de Julio Pardo. Me dijo que teníamos que dar un cambio a los tipos, que solo sacábamos tipos gaditanos. Y propuso ‘Watussi’, juna tribu africana. Yo del tirón lo vi puesto en el Falla. Había gente reacia a pintarse de negro y otros componentes decían que estaba muy reciente un tipo de negros con ‘El callejón’. Pero teníamos clara la idea y la sacamos adelante”, relata.

Enfado con Puerto Real

Las broncas carnavalescas no quedaron ahí. En 1988 el coro fue ‘A pelote el vagón’, que se quedó fuera de la final. Y Puerto Real sacó ‘Coro mixto Segundo de EGB’. “Ahí nos cabreamos porque, aunque ellos lo negaran, el nombre del coro lo decía todo. Llevaban dos años siendo segundos por detrás de nosotros. Qué casualidad que la orquesta eran diez, como nosotros. Tres mujeres, como nosotros. Y en el centro una rubia tocando la bandurria, como Adela. Cometimos el fallo de entrar en la pelea e hicimos un tango”, defiende Frade.

Aunque a su juicio ‘A pelote el vagón’ era un gran coro que debió estar en la final al que le pudo pesar “la comparación con el pelotazo del año anterior”, no olvida una anécdota. “Yo cada vez que cantaba me iba a casa a ducharme y luego ir al Falla a ver qué se cocía, qué hablaban del coro. Y el portero del Falla era el que me daba norte. O me decía ‘qué pelotazo habéis dado’ o como me dijo esa vez: ‘¿qué, te has equivocado este año no? Del tirón. Ese era mi termómetro”, dice entre risas.

El coro regresó a la final en 1989 con ‘El imperio Inca’. Le siguieron ‘Faltan dos pal 92’ (1990) y ‘La jaima’ (1991). En el parón de 1992 la peña sacó dos chirigotas. Frade dirigió una de ellas, ‘Al pirulí de La Habana, chupa, chupa hasta que te de la gana’, que fue cuarto premio. El coro retomó la fiesta con ‘Tracaná’ (1993). Aquí se detiene para decir que “es uno de los tres mejores tangos que hizo Adela”. Llegaron luego ‘The music family’ (1994), ‘Oh Cádiz’ (1996) y la despedida con ‘La gran cabalgata’ (1997).

Luis Frade, en el centro, durante un calentamiento de voces del coro ‘Tracaná’ (1993) en un camerino del Falla.
Luis Frade, en el centro, durante un calentamiento de voces del coro ‘Tracaná’ (1993) en un camerino del Falla. / D.C.

Frade quiso seguir, con otros hombres del coro, y acabaron en la peña Los dedócratas para salir en ‘Los defensores de la reina’ en 1998. Ese fue su último año en el Falla. En 1999 fue reclutado por Diario de Cádiz para ser vocal del Jurado Diario y en 2000 pasó a ser presidente, cargo que ostentó varios años. “A Pérez Sauci, que es quien me llamó, le puse dos condiciones: que yo elegía al jurado y que el Diario no interviniera en nada de las decisiones. Así fue, jamás me dijeron nada y se cumplieron mis condiciones”.

Como era de esperar, estar en el Jurado Diario le causó enemistades. “Yo sé que he sido el presidente más polémico. Adela se cabreaba conmigo porque se preguntaba qué necesidad tenía yo de crearme más enemigos. Pero yo no tenía nada que ocultar. Además, yo no puntuaba, aunque alguna vez sí aconsejé”. Pero la intransigencia de algunos le hizo pasar algún que otro mal momento. “Volví una noche del Falla a coger el coche y me habían rallado el capó con la palabra ‘cabrón’ en letras bien grandes. Y un antifaz de oro me quiso pegar”.

“Siendo presidente del Jurado Diario fui a coger el coche y me habían rallado el capó con la palabra ‘cabrón’ en letras bien grandes"

Luis nunca se amilanó a pesar de ser una persona impopular para muchos. “Yo sé que mucha gente hablaba de que yo era una especie de mafia del Carnaval, que estaba en todos los fregados. Puedo jurar por nietos que en mi vida he movido un dedo para que me den o para que me quiten”, asegura.

En 2003 encontró la manera de matar el gusanillo con su coro callejero, que no ha faltado a la cita carnavalesca desde entonces. Este último carnaval no tenía pensado salir. Adela había fallecido poco antes. Decidió subirse a la carroza “sin saberme las letras”, pero le sirvió de terapia. “Ahora que no está ella es cuando más necesito al coro. Me ocupa la cabeza, me distrae”, reconoce

Está escribiendo un libro sobre su relación con Adela. “No sé cuánto voy a tardar porque me pongo, lloro, lo dejo.. y todas esas cosas”. Luis reconoce que antes de antes de irse el amor de su vida sabía de su importancia en el Carnaval, porque él mismo le había dicho muchas veces que iba a pasar a la historia, palabras siempre rechazadas por ella, siempre escondida en su modestia. “Pero tras morir me di cuenta de que ni ella ni yo éramos conscientes de su dimensión como personaje histórico del Carnaval y de cómo la querían. No me esperaba tanta pena y a la vez, tanto cariño de la gente. Y yo también me he sentido querido”, finaliza. 

Un gaditano nacido en las islas Baleares

Luis Frade Muñoz nació el 18 de abril de 1954 en Inca (Baleares), dado que su padre era marino mercante y estaba allí esa época destinado. Siendo muy pequeño la familia se trasladó a Cádiz, a la calle Horozco número 7. Estudió en La Salle Viña, en la academia Hermanos Gárate en Santa María de la Cabeza (donde conoció a Adela del Moral el 4 de octubre de 1965) y en el instituto Columela, donde hizo el Bachiller. Luego se colocó como administrativo en Tráfico. También se matriculó en Náuticas para posteriormente trabajar embarcado como alumno de puente. Por ejemplo, en un petrolero de Campsa por el extranjero. Un compañero del coro, Pepe Pastrana, le llevó a una empresa que representaba en Andalucía del pegamento Loctite. Finalmente entró en la empresa inmobiliaria Costasur como oficial administrativo, donde estuvo 30 años, jubilándose en 2016 destinado en Rota. Con Adela tuvo un hijo, Luis también, y dos nietos: Julia y Luis.

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