Luis Ripoll: “El bache' era muy de Paco Rosado, bastante de Ripoll y de unos amigos que aportaron”
Retrocarnaval
Más de 50 años de coplas contemplan el historial de Luis Ripoll, autor que siempre apostó por lo sencillo y que fue imprescindible para entender la transición de mayo a febrero
Luis Ripoll: "Admiraré siempre la evolución, pero tengo un radar que me avisa cuando se pierde la raíz"
Siendo estudiante, Luis Ripoll ayudaba a su padre en su negocio de exportador de pescado en el muelle. El Carnaval no había sido hasta entonces algo importante en su vida, pero en el puerto gaditano se cruzó con los hermanos Scapachini y con Pedro Trujillo ‘Catalán Chico’, que trabajaban allí. “En nuestras charlas me metieron en el coco el venenillo del Carnaval. Y se decidió sacar una comparsa para 1971. Yo no tenía ni idea de cómo hacerlo. El Catalán Chico hizo una música y yo la escribí, sin antes haber coqueteado con la composición. A pesar de que llevo la sangre de Manuel Lázaro, mi abuelo, autor de coros, llegué a esto de forma casual. La comparsa se llamó ‘Los nuevos del sur’ y fuimos accésit”, explica.
En el 72 entró por primera vez en la final con ‘Los ribereños gaditanos’, una comparsa dirigida por Rafael Armario, “que venía de Los Beatles de Cádiz”, y música de José Luis Arniz. “Luego me fui a Cataluña a seguir formándome como cocinero y a trabajar y volví en el 75 para sacar ‘Animadores de cabaret’, donde por primer vez hice la música y nos llevamos el tercer premio”.
En 1976 se une de nuevo al Catalán Chico para llevar al Falla ‘Marionetas’, segundo premio compartido con ‘España y olé’ de Antonio Martín. “Fue cuando una comparsa empezó a interpretar el tipo en el Falla. Hacíamos los movimientos de una marioneta”. Tiempos convulsos en España poco después de morir Franco. “Ahí ya pedíamos la vuelta del Carnaval tanto nosotros como otras agrupaciones. Estuvimos muchos luchando, como Macías Retes o Gamaza”, dice Ripoll, que salió por primera vez como componente.
Y en 1977, ‘Carrusel de colores’, otro tercer premio. Cádiz recuperaba el Carnaval y el mes de febrero. “Pero todavía había que entregar las letras a la censura. Me tacharon casi todo el popurrí y palabras de pasodoble muy tontas. O la frase de un cuplé: ‘La sarta de mentiras que nos da el telediario’. Fíjate qué criterio. Yo creo que mandaban a cualquiera a tachar. Lo tachado no se podía publicar en libretos, pero lo podía cantar… bajo mi responsabilidad. Y lo cantamos. En el escenario estaba la Policía, los grises, con sus informes. Recuerdo que uno de los policías, amablemente, nos dijo que no nos pasásemos mucho en lo que íbamos a cantar”.
Ya se respiraba un aire de libertad que en el caso de Ripoll se materializó a lo grande en 1978 con ‘Los golfos’, probablemente su comparsa más recordada. “En esa comparsa pedí la revolución del pueblo, hablé de la lucha de los presos comunes, escribí contra el espigón de La Caleta…”, destaca. En ‘Los golfos’, segundo premio, basada en la película ‘La naranja mecánica’ de Stanley Kubrick, reunió a un grupazo dirigido por el Catalán Grande, “que hizo la música y me gusta que se sepa”, con el Catalán Chico, los tres hermanos Ávila, Fito, Habichuela, Kiki…
Para 1979 Ripoll perdió a este conjunto, aunque no era su pretensión, claramente. “En el verano del 78 Antonio Martín quiso contar con el grupo para hacer una antología de sus coplas. Parecía que iba a ser solo para ese verano, pero al final la mayoría del grupo se fue con él y sacaron en 1979 ‘Ángeles y demonios’. Y yo escribí en El Puerto ‘Cuentos y leyendas’”.
En 1980 iba a hacer una comparsa con Aurelio Real llamada ‘Estampa canaria’. Este proyecto no cuajó por asuntos laborales de Ripoll y la idea la mantuvo Aurelio para finalmente llevarla a cabo con Joaquín Quiñones, llamándose ‘Los guanches’. Sin embargo pudo participar en ese Carnaval con su primera aportación a la chirigota con un grupo formado en la peña El Molondro. “En quince días y en un lavaero, hicimos ‘Los mercaderes del Piojito’, sin guitarras, donde iban El Pillo, Carapapa padre, Lucas el bombista…”, recuerda.
“En quince días y en un lavaero, hicimos ‘Los mercaderes del Piojito’, sin guitarras, donde iban El Pillo, Carapapa padre, Lucas el bombista…”
De nuevo apareció el Catalán Chico en su trayectoria, en 1981 como director de ‘Salado, dulce y amargo’, una comparsa con letra de Ripoll y música de Felipe Campuzano que alcanzó un accésit. “Felipe estaba en pleno apogeo. El pasodoble era una zambra y la presentación de la música fue una parafernalia. Nos citó en su apartamento encima de El Cantábrico y tocó el pasodoble en un piano con un mantón de Manila encima. Yo estaba flipando. El pasodoble era muy raro. Y me dijo que quería que se pareciera a una canción”, comenta.
"Felipe Campuzano nos citó en su apartamento encima de El Cantábrico y tocó el pasodoble en un piano con un mantón de Manila encima. Yo estaba flipando"
En 1983 se arremangó para ser autor y director de ‘Charanga’, donde compuso uno de los pasodobles más celebrados de su trayectoria. Ese mismo año inició, de la manera más curiosa, su periodo como autor en Rota. “Yo estaba trabajando en la cocina del hotel Regio y vinieron allí a buscarme unos chavales para que les hiciera una comparsa juvenil. Después de que yo les dijera que sí me confesaron que antes de venir a buscarme le habían puesto un ramo de flores a la Virgen del Rosario, patrona de Cádiz y Rota. No veas qué alivio para ellos”. Así nació ‘Arqueros de la esperanza’, que fue segundo premio. Y en 1984 pasaron a adultos con ‘Payasos’, luego vinieron otras como ‘Titirimundis’ y ‘Pimpinela’.
La unión con Emilín Álvarez propició en 1985 la comparsa ‘Viajeros del tiempo’, haciendo la letra en 1986 para la chirigota ‘Los leones de Correos’. El calendario le llevó en 1987 a una de sus comparsas más recordadas: ‘Los carboneros’. “Llegan a mi vida Faly Pastrana y Kiko Zamora y me montan un grupo en el que casi todos eran coristas”, apunta. Con Zamora repitió en 1989 con ‘Tonadilleros’. “Ese fue el primer babuchazo grande que sufrí. Yo nunca había quedado eliminado a las primeras de cambio y nos quedamos en preselección”, relata. La interpretación les jugó una mala pasada. “Fue en la presentación. Quisimos hacerla con una orquesta de verdad y eso era un jaleo. Se formó una cosa tan ruidosa que nadie cogió tono. No lo ensayamos antes, fue temerario. Y ya el grupo arrastró eso todo el repertorio”.
Pero en 1990 volvieron “más recompuestos con ‘Trabalenguas’, una comparsa de la que tengo un buen recuerdo sobre todo por una letra a Manuel José Caparrós”.
En 1992 escribió para el coro ‘Vaya cortes’ de Puerto Real y para la comparsa ‘Con el mundo por montera’. Fue el preámbulo de uno de sus mejores años de Carnaval con su participación en una comparsa que todavía se recuerda por su sencillez y su falta de estridencias: ‘El bache’. “Paco Rosado y yo éramos muy amigos. Yo paraba en su bar, La copla. Y un día le propuse sacar una comparsa que fuera una estampa de un bar de la posguerra, con el grupo sentado. Paco se me echó un poco atrás, pero luego él maduró la idea hacia un bache durante la guerra civil. Al poco tiempo en La Copla nos sorprendió con la música del pasodoble, que era una maravilla. Yo le puse alguna letra y empezamos a ensayar en el estudio de grabación de Carlos Ordóñez en la calle Arbolí. Él y yo comenzamos a escribir pasodobles e invitamos al grupo a aportar. Antoñito Beiro llevó un pasodoble, Erasmo un cuplé y Emilio Rosado también escribió algunos cuplés”.
Ripoll advierte que quiere hablar de esta agrupación “en la justa medida de lo que yo tengo que ver con ella. No me quiero apuntar tantos. ‘El bache’ era muy de Paco Rosado, bastante de Luis Ripoll y de unos amigos que quisieron colaborar. No es de Paco solo ni de Ripoll solo”. El éxito y el segundo premio no se tradujeron en la continuidad del grupo. “Algunos querían seguir, pero Paco no estaba por la labor. Él me dijo en una ocasión: ‘nosotros, si queremos seguir siendo amigos y hermanos, no vamos a escribir juntos nada más de Carnaval’. Y quedamos los dos de acuerdo. Pusimos nuestra amistad por encima del Carnaval. ‘El bache’ rechazó “muchas ofertas para cantar fuera de Cádiz, pero preferimos cantar en la calle la semana de Carnaval. Y después fuimos a cantar a dos o tres sitios. Poco más”.
‘El bache’ era muy de Paco Rosado, bastante de Luis Ripoll y de unos amigos que quisieron colaborar. No es de Paco solo ni de Ripoll solo"
El del 94, con ‘La murga de la esquina’, un grupo formado por David ‘Carapapa’ donde Ripoll también iba cantando, pasó “un Carnaval extraordinario”. Después de ser comentarista del Concurso para Canal Sur Televisión en 1996, escribió en Puerto Real, por ejemplo para la comparsa ‘El tren de los escobazos’ en 1996. Y llegó 1998, cuando otra de sus creaciones, un pasodoble de ‘La barraca’, le ocasionó otra de las grandes satisfacciones de su historial: un pasodoble a Lorca que estrenó el premio Coplas para Andalucía. “Fue, junto al pasodoble de ‘Trabalenguas’, la ovación más larga que ha recibido una copla mía en el Concurso”, apostilla.
Vinieron después experiencias varias hasta que en 2014 una comparsa con su letra, y música de Pepito Martínez, llamada ‘Áfrika’ estuvo a punto de meterse en la final. Pero ya Ripoll empezaba a sentirse “extraño” en medio de las nuevas corrientes. “Yo quería insistir en mi Carnaval y no le hice caso a mis hijas, que me pedían que me apartara”, confiesa.
“Yo quería insistir en mi Carnaval y no le hice caso a mis hijas, que me pedían que me apartara"
Admite que sus dos últimos años “han sido para olvidar”, principalmente este último en el que su comparsa ‘Qué bonita es Cádiz’ quedó en la última posición. “No me lo esperaba, la verdad. Y eso ha sido la estocada. El autor más longevo en activo se retira. Colaboro en lo que me pidan, pero en un proyecto completo no me meto”, sentencia.
Y es que “aunque me encanta lo nuevo, en este Carnaval que se solicita, que mueve masas, no me veo, y no sé coger la muleta de otra manera. No estoy en contra de la evolución, pero que no se pierdan las raíces. Hay pasodobles que musicalmente no tienen ni pies ni cabeza y no suenan al Carnaval de Cádiz. A lo nuevo me tengo que acostumbrar, pero no me cierro en banda. Me da coraje que me hayan apartado a mí, pero supongo que yo de joven apartaría a otros mayores. Lo que es seguro es que siempre seguiré al lado del Carnaval”.
¿Le ha pesado la falta de continuidad y no tener un grupo duradero? “Sí, me ha pesado. Muchas veces me sorprendo de que mi nombre suene como el de un autor destacado. Por lo visto lo seré. He sido un autor que ha buscado carnaval en todas partes. He sacado cuatro comparsas en Rota, cuatro en Jerez, en Sevilla, Isla Cristina… lo que más me ha perjudicado es no decirle que no a nadie. No conservaba grupos, sí, pero siempre me gustó trabajar con chavales y luego enorgullecerme de que salieran con grupos punteros”.
Que le quiten lo ‘bailao’ a Luis. “He sido muy feliz con el Carnaval. Gracias en parte a mi religión, que no es otra que la de Paco Alba. Fíjate que no me gusta que cualquiera cante sus coplas, sobre todo si está borracho. No todo aficionado está autorizado a cantar por Paco”, concluye entre risas.
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