Modernidades

Pepe Mata

05 de febrero 2025 - 07:00

Vengo observando que, de un tiempo a esta parte, en nuestra forma de hablar vamos incorporando nuevas expresiones y frases hechas que sustituyen a las tradicionales. Por ejemplo, noto que, en las entrevistas, en lugar de decir “lo hemos pasado genial en los ensayos”, ahora se dice: “hemos disfrutado mucho durante el proceso”.

¿Qué va a ser lo próximo? ¿En lugar de “vamos a hacer un pasacalle” diremos “vamos a realizar un recorrido de integración y percusión por la vía pública?” No sé, pero, con estas nuevas terminologías, parece que el Carnaval se ha puesto al nivel de una terapia de grupo.

Antes decíamos: “Espero que la idea que traemos le guste a la gente”. Ahora se dice: “Esperamos que agrade nuestra propuesta”.

Parece que ahora toda expresión debe tener un concepto filosófico detrás.

¡Algunos dirán: “Y qué más da!” Tampoco creo que a esto haya que sacarle punta. Y pueden llevar razón, pero me han llamado la atención esas expresiones modernas .

También está muy de moda hablar de “metacarnaval” cuando se hace referencia a cantar cosas propias de la fiesta o, más bien, a temas relacionados con el propio concurso: cuitas personales, revanchas, reproches entre grupos, etc. Pero de esto no vamos a hablar tampoco, porque ya hay mucha literatura al respecto y, por más que se sugiera que se aparte de los repertorios, es en vano, ya que el efecto de cara al público suele ser bien acogido por parte de los aficionados, amantes de esas controversias y chascarrillos.

Pero, para hablar de modernidades, sin duda la más clara y evidente es la del coro de Luis Rivero.

“¿Eso es un coro de Carnaval?”, se preguntan los más puristas. “Si el Tío de la Tiza o Cañamaque levantaran la cabeza, ¿qué pensarían al ver eso?”

Yo no sé qué pensarían. Tampoco sé lo que pensaría Paco Alba al ver algunas comparsas de hoy.

En mi opinión, y creo que no soy sospechoso de no defender lo clásico, el coro de Luis Rivero es un auténtico espectáculo. Bueno, mejor dicho, es un pedazo de coro. A ver si al final me voy a tener que comer mis palabras por desechar las frases tradicionales.

Es evidente que el Carnaval también evoluciona, como todo en la vida. Cada cual tiene sus gustos, pero intentar desprestigiar ese estilo con tesis basadas en la pureza no me parece, al menos para mí, un argumento de peso. Cuando hay calidad, el estilo se puede poner en entredicho porque los gustos son subjetivos, pero, mientras se mantenga la pureza del tango —que la tiene de sobra—, si el resto del repertorio se acompaña de una vistosidad fascinante de cante, baile y otras connotaciones artísticas, no me parece que se esté rompiendo con la tradición.

Al igual que en otras modalidades, hay diferentes estilos que ciertamente son difíciles de comparar entre sí. Pero, para ello, existe el barómetro de la calidad, que es el que debe marcar si una agrupación es excelente, buena, menos buena o pésima que, desgraciadamente también las hay en todos los estilos y variantes.

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