Antonio Martín

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La opinión de Antonio Martín: 'Se llama copla'

26 de enero 2025 - 07:00

Reconozco que, en mis comienzos como coplero, yo también anduve un tiempo llamándole erróneamente canción, hasta que un buen día el granaditano, mi gran amigo e inolvidable Carlos Cano, con esa retranca propia del gaditano nacido en Graná, me dijo severamente: —“Se llama copla, querido Antonio”— refiriéndose al pasodoble de Carnaval que sonaba aquella noche de febrero en un bache de la calle de la Palma, en el mismísimo barrio de la Viña, frente a la Caleta gaditana. Casi ná.

Desde entonces, no he vuelto a incurrir en el error, y al pasodoble-pasodoble que nos legó nuestro gran Manolo Santander, así como al del 3x4 gaditano, lo que es un 4x4 p’al resto de los humanos, de los no menos grandes, el Noly y el Lasio, sin olvidarme de esas auténticas comparsas que resisten a los tiempos y los modernismos, manteniendo en el recuerdo del alma con su forma de componer, escribir y cantar, el espíritu de nuestros grandes maestros Paco Alba y Enrique Villegas, junto a lo más autóctono de nuestros Carnavales, como es el tango de esos coros en la Plaza pa volverse loco, que cantaba ‘Agua Clara’, desde entonces, como digo, a esa manera de expresar y entender lo nuestro, lo llamo y lo llamaré por siempre copla.

La canción es otra cosa que, sin ánimo de menosprecio alguno, nada tiene que ver su estructura musical con nuestra copla de Carnaval. En la canción, su autor puede extenderse y repetir frases musicales las veces que quiera, así como llegar al final del tema y volver al principio a su antojo. Pero nuestra copla, ya lo dijo el insigne periodista gaditano don Bartolomé Llompart, es como un buen artículo periodístico que, como todos sabemos, consta de tres partes fundamentales: introducción, nudo y desenlace. Añadiendo con gracia que la copla, nuestra copla de Carnaval es, por cierto, el único artículo periodístico en el mundo que se escribe con letra y música. Esta masterclass de gaditanismo la remataba más tarde nuestro querido Emilio López Mompell, periodista gaditano graduado en la Universidad de la Caleta, sentenciando con ese aje viñero que le caracterizaba: “Todo aquello que no está en nuestras coplas no existe”.

Y no se trata simplemente de cambiar el nombre de canción por copla, que sí, sino que hay que demostrarlo cantándola y convenciendo a los grandes aficionados con la estructura musical que mandan los cánones gaditanos. No lo olviden: introducción, nudo y desenlace. Aunque si bien es verdad que aún quedan autores que ni se enteran ni quieren enterarse, la gran mayoría, por fortuna, demuestran ser auténticos copleros, deleitándonos cada año, como no podría ser de otra manera, con las coplas, nuestras coplas del alma.

Aún recuerdo, cuando niño, el pregón de los vendedores de libretos de esos coros, comparsas y chirigotas a su paso por la plaza de la Cruz Verde: ¡Las coplas… las coplas… primera y segunda parte! Se imaginan ¡las canciones… las canciones! ¡Tesquiyapuí! El próximo día hablaremos del tipo.

Salud, gaditanismo y libertad.

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