Paco Jiménez: "Teníamos mucha fuerza como grupo y los autores se adaptaban a nosotros”
Seis primeros premios atesora quien estuvo, desde la primera, en 1984, hasta la última, en 2019 , en la chirigota más longeva, con la que tuvo el honor de ser pregonero
Entró en la chirigota del Love en 1984 con 'Los indiotas' y estuvo hasta 'Los cachitopan' en 2019
La última cuarteta de la chirigota del Love
El entorno donde vivía Enrique Villegas y tenía su puesto de chucherías Paco Alba dio mucha gloria al Carnaval. En la calle Ferrocarril, frente a la casa de los Villegas, vivía Paco Jiménez - también conocido como ‘el hermano de Juan José’ el futbolista-, cuya amistad con los hijos del creador de ‘Los Beatles de Cádiz’ fue clave para aficionarle. “Los Villegas, que eran muchos, eran compañeros de juego y algunos, también de colegio. Cuando ellos empezaron en infantiles con su padre a finales de los 70, yo no salía, pero eran amigos míos y como por las tardes ensayaban, yo me aburría en el barrio y me quedaba solo en la calle. Así que me iba con ellos y para la comparsa juvenil ‘Brillantina’ del 79, de los hermanos Villegas con Nandi llevando los ensayos, entré como postulante”, cuenta.
“Yo estaba allí para echarle mano a todo. Al bombo cuando faltaba. Luego, a la caja. Entré como postulante, pero al final acabé en la fila de delante bailando y representando al rubio de la película ‘Grease’, porque ‘Brillantina’ iba de eso”, recuerda. Salvi Villegas iba de Danny Zuko, el personaje que interpretaba John Travolta, y Paco Jiménez hacía de Kenickie. “Acabé bailando en la cabalgata en lo alto del capó de un Gordini haciendo el indio”, dice entre risas.
En 1980 la comparsa, también juvenil, se llamó ‘Los lamas’. En el 81, Paco se fue a la mili y aunque fue inscrito en la primera chirigota de los Villegas, Juanci y Nandi, no cantó en el Falla en el 82. En el nombre de esta agrupación, que era de Chiclana, ya se notaba que los hermanos entraban en el Carnaval con otras ideas novedosas, locas, frescas. No en vano, el nombre de esta chirigota fue una sorpresa, el más largo de los conocidos hasta entonces: ‘Los de Villaconejo que cogieron el tren de las 4 que venía con retraso para ver a su novia que vivía en Marmolejo’. “La mayoría de ellos eran de Chiclana y San Fernando”, apostilla.
“Ahí los Villegas empiezan a hacer cosas que no se veían en las chirigotas de entonces, que eran clásicas y cantaban sus componentes todos muy juntos. Nandi nos enseñó que el escenario era de nosotros, de telón a telón, y que debíamos aprovecharlo”, apunta.
"Nandi Villegas nos enseñó que el escenario era de nosotros, de telón a telón, y que debíamos aprovecharlo”
Paco volvió al Falla con ‘American Foot Ball’ en el 83, una chirigota de Nandi Villegas. Fue el paso previo a iniciar en 1984 una espectacular trayectoria con un mítico grupo. “Nandi y los hermanos se fueron a Puntales a sacar allí una chirigota. Me llamó para que me acercara al ensayo. Fui de invitado y me pidieron que les ayudase con la caja. Ahí fue donde me endiñaron la caja y con ella me llevé un montón de años”. Esta chirigota se llamaba ‘Los indiotas’. “El Love empezó a ensayar, pero no siguió porque murió su madre poco antes del Falla. Ahí empezamos Manolo Cornejo y yo. Además estaban Salvi y Gueli”.
Pioneros del surrealismo
‘Los indiotas’ se llevó un quinto premio y apuntaba ya a una renovación de la chirigota que se vio refrendada al año siguiente con ‘Los diablillos salvajes del Caribe que está mu lejos mu lejos’. Los Villegas fueron pioneros en el surrealismo. “Decíamos muchas majaretadas en el escanrio y en la calle. Nosotros hemos llegado a cantarle a la gente mientras esperaba cruzar un semáforo para hacerles más agradable la espera”, admite Paco. Es más, aquella chirigota “cantaba a lo mejor un martes después de Carnaval en la Plaza cuando ya había acabado todo. Antes del Carnaval Chiquito oficial del 87 ‘Los diablillos’ ya cantaron en fechas raras”. Estamos hablando de una chirigota que salió, durante muchos años, montada en una batea.
La afición ya esperaba a una chirigota que había calado por su frescura. “Éramos muy desenfadados y la gente estaba con nosotros, pero no mirábamos los premios ni nada de eso”, explica.
Después de amagar dos años, la chirigota de Puntales llegó a la cima con ‘Las momias de güete pa guá los niños’. “No teníamos ni idea de que iba a gustar tanto ni teníamos presión alguna. Ensayábamos en las cámaras frigoríficas de Doeste y nos pasábamos casi todos los ensayos jugando al fútbol o al escondite. En principio íbamos a ir vendados, pero las costureras, con sentido común, hicieron un mono y después pusieron las vendas”, evoca.
‘Las momias...’ vencieron en la controvertida final del 86, con la ausencia de ‘Los cubatas’, y se llevaron de calle al público más joven. “No esperábamos ese pelotazo, fue una locura. Vino a buscarnos el Circo Price para irnos con ellos de gira, pero no queríamos arriesgarnos a dejar nuestros trabajos”.
"En ‘Los barba-coas’ es cuando la chirigota empieza a cantar de otra forma, más afinada, gracias al Gueli”
A ‘Las momias...’ le sucedió ‘Terror terrorífico en la casa del horror horroroso’, segundo premio. “Y ya después entramos en una dinámica, más o menos, de tres o cuatro años sin final para acabar con otro primero”, apunta. En 1988 fueron ‘Este año no salimos’ y para 1989 empezaron a ensayar como ‘Salimos de marte un miércoles para llegar un jueves porque el viernes era fiesta’. “Hubo un malentendido, las cosas del Carnaval, y Nandi se enfadó y se llevó el repertorio que teníamos hasta el momento y el nombre. Hablamos con su hermano Gueli, que ha sido muchas veces el paño de lágrimas y el apagafuegos de nosotros, para que nos ayudara y entre él y nosotros montamos en 40 días ‘Los barba-coas’. Ahí es donde la chirigota empieza a cantar de otra forma, más afinada”.
Dos primeros premios de Falla a Falla
El grupo se iba a haciendo fuerte aportando ya muchas ideas, como así fue hasta su despedida. En 1990 sacaron ‘Viva Zapata de Jamón’, incorporándose El Cabra, y en 1991 iba a llegar otro primer premio con ‘Los príncipes encantados, gracias igualmente’. Intervinieron como autores Gueli, Martínez Ares con la música del cuplé y el Libi. Y Chico Cornejo, por quien Paco hace un inciso: “Siempre fue la unión entre el equipo y el entrenador, siempre aportando, y sin él no hubiésemos llegado tan lejos. Es que Chico lo hace todo: afina, toca todos los instrumentos, escribe bien.Y nunca ha querido sacar la cabeza para llevarse medallas. Se ha comido repertorios completos cuando nos hemos quedado sin autor”.
"Chico Cornejo siempre fue la unión entre el equipo y el entrenador, siempre aportando, y sin él no hubiésemos llegado tan lejos"
Apunta Paco “que nos fuimos del Falla, cuando lo cerraron para arreglarlo, con un primer premio, el de ‘Las momias’, y volvimos con otro primero, el de ‘Los príncipes’. Eso es para la historia”.
En 1992 ‘Los hermanos Strambolini, ale hop qué caía más tonta’ no fueron a la final, pero sí en 1993 ‘P.R.O.E. Partido de Risa Obrero Español’, segundo premio con autoría de Antonio Martín. “Por fin solté la caja y pasé a cantar delante”, dice riendo. La chirigota ya era conocida como la del Love, “que se ganó a pulso el personaje que es, en el centro, y además aportaba mucho”.
"Nos fuimos del Falla, cuando lo cerraron para arreglarlo, con un primer premio, el de ‘Las momias’, y volvimos con otro primero, el de ‘Los príncipes’"
¿Por qué pasaron tantos autores por este grupo? “Creo que porque siempre tuvimos mucha fuerza como conjunto. Y los autores tenían que adaptarse a nosotros. Y no era difícil, eh, que nosotros nos adaptábamos también”, responde.
Con Martín siguieron en 1994 para ‘Los tangos bien puestos’ y para 1995 con ‘Los hombres de Neardenthal, hola qué tal’, tercer premio. Fueron, de nuevo, chirigotas de impulso hacia otro pelotazo. Bustelo sustituyó a Martín y el grupo decidió llevar un tipo de niños pequeños. “Habían salido muchos tipos de niños y queríamos algo especial. Un día, nuestro artesano, El Millo, se coló en el local de ensayo, el colegio San Felipe Neri, con un pupitre grande. Chico nos mandó al patio de butacas y cerró las cortinas. Cuando se abrieron estaba Chico sentado en el pupitre gigante, con un sacapuntas, y lápices y una goma enormes. Ahí vimos del tirón que ‘Una chirigota con clase’ podía ser algo grande”.
Manolo Cornejo pasó a la historia con su personaje de Don Adolfo en esa chirigota. “Manolo era fundamental. Siempre tiene que haber alguien así en un grupo. Se encargaba de todo e imponía respeto cuando había que ponerse a ensayar”, expone Paco.
La llegada de El Gómez
Tal pelotazo les llevó a estar prácticamente dos años cantando con ‘la clase’, aunque pudieron sacar, a duras penas, ‘Las melladas olímpicas’ para 1997, en la que se notó el cansancio del pelotazo y la falta de tiempo para prepararse.
Para sacar ‘Los juancojones’ en el 98 entró Luis María Rodríguez Rondán. “No estuvo mucho tiempo. Dejó el pasodoble, que estaba clavao, y parte de la presentación. Lo demás lo acabamos entre nosotros, principalmente Chico Cornejo”.
Al año siguiente es cuando entra El Gómez, con Javi Osuna en la música, para sacar ‘Los pofesionales’. “El Gómez es una máquina. Llega y se hace el padre de todos nosotros. Se adaptó de maravilla y nos dio vida otra vez”, apostilla. Le siguieron ‘Los tontunos’ y ‘Festival de Cannes’ antes de conseguir su primer y único doblete de primeros seguidos con ‘¡Ojú!, ya saltó el levante!’ y ‘Ay, qué malito estoy y qué poquito me quejo’, con Gómez y Chico en la autoría.
"Cuando estuvimos cuatro años sin ir a la final lo aceptamos con la misma naturalidad que aceptamos los premios”
Le siguieron dos finales con ‘No somos nadie’ y ‘Los doctores Jekyll’ antes de quedarse fuera de la final con ‘Los pishas de Cai’, de Juanma Romero Bey. Volvieron a la final con ‘Los prejubilaos’ y luego se llevaron cuatro años sin pisarla. Otro grupo se hubiera desanimado y hubiera entendido que lo mismo ya no era su época, pero no fue así. “Lo llevamos con la naturalidad con la que llevamos los premios”, afirma. Y la paciencia les llevó a volver, en 2012, a la cumbre con ‘Los puretas del Caribe’. “Lo hicieron entre Lolo Álvarez Seda, otro máquina, y Chico”. Y al año siguiente ‘Los optimistas’.
El regalo del pregón
En 2014 el Carnaval les regaló ser pregoneros. “Teníamos claro que debía ser el pregón de todos los carnavaleros. Por eso cantaron todos los autores en San Antonio con nosotros”, asevera. Aún tuvieron fuerzas para volver a una final en 2015 con ‘El que entra no sale’ y salir como ‘Los que viven de gañote’, ambas de Alvarado y Vergara. 2016 y 2017 trajeron dos experiencias en la calle: ‘Los Pop Jackson’ y ‘Los salsaboríos’.
Pero hubo tiempo de despedirse del Falla con ‘Los cachitopan’ en 2019, de Remolino, Javi el Ojo y David Cornejo. “Ahí es donde pensé si habíamos hecho bien en volver, porque como chirigota no cuajó, pero otra vez Cádiz nos dio una oportunidad y nos dejó despedirnos cantando con la antología en la final. Después de eso yo entendí que era la despedida. Seis primeros premios, Baluarte del Carnaval, pregonero con la chirigota y Antifaz de Oro. No se podía pedir más”.
Así dijo adiós como tal el grupo más longevo en chirigotas, aunque este año hayan regresado algunos de los ilustres para ganar con ‘Los exageraos’. “Y yo encantado. Gueli es mi cuñado, y los otros autores, Ale y Juanmi, mis sobrinos. Y algunos antiguos compañeros están en el grupo. Qué maravilla”, dice Paco para cerrar esta charla.
Un mensajero diestro con las máquinas
Francisco Jiménez Collar nació el 16 de octubre de 1961 en una casa “del tercero de los bloques piratas de la calle Trille”, que así eran llamados esos lugares junto al Cine Brunete. Luego, la familia se mudó a la calle Ferrocarril. Estudió en el Carola Ribed y luego sacó el título de mecánico ajustador. Siempre se le dieron bien las máquinas y con ellos trabajó en varios empleos. Luego estuvo en transportes Buitrago y fichó por SEUR, donde estuvo 19 años. Luego trabajó en chapa y pintura y participó en la demolición de la central térmica. Desde 2001 es empleado de mantenimiento y limpieza en los juzgados de Chiclana, donde se jubilará en poco más de dos años. Jugó al fútbol como sus hermanos Juan José (Sandokán), que jugó en el Cádiz, en el Madrid y en la Selección Española, y Diegui, pero el Carnaval le tiró más. Paco es el cuarto de nueve hermanos. Vive en el barrio de Astilleros desde 2022 y está casado con Mercedes Cabello y tienen tres hijas: Silvia, Ana Belén y Laura. Y dos nietas: Enma y Sara.
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