Cuanto pureta
Doña Cuaresma
Y me llaman a mí vieja. Una pibita soy comparada con los vejestorios que he visto estos días por las calles de Cádiz disfrazados de mamarrachos. Como se me quedó grabado aquello de que si no puedes con tu enemigo, únete a él, me he dado mis vueltecitas para saber cómo marcha la fiesta de Don Carnal. Y lo que he visto, lo reconozco, me espanta por un lado pero me satisface por otro. Me explico. Es deleznable el olor a orines de calles como General Menacho. Lo cual demuestra que la gente que viene al Carnaval es muy guarra, porque en la plaza de Mina hay abundantes sanitarios. Igualito ese nauseabundo hedor al aroma de incienso que se respira en la Semana Santa.
Por otro lado tengo que decir que me ha encantado que este año no se haya colocado iluminación extraordinaria. Una magnífica decisión. Era tristísimo ver coros cantando sin bombillas sobre sus cabezas, la Viña a oscuras, el entorno de la plaza de Abastos, San Juan de Dios... Ole. Muy bien hecho. A ver si entre tanta tiniebla estos mentecatos ven la luz y se dan cuenta que las carnestolendas sólo traen problemas. Espero que esto sirva de ejemplo y que el año que viene, sea quien sea el usurpador del sillón de Teófila Martínez, no se vuelva a las andadas. Hay que seguir la tendencia marcada por este Ayuntamiento tan austero que ya no gasta ni bromas. Igual si dejamos la ciudad a oscuras hasta las puretas con ganas de ligoteo se apuntan a una excursión a las Cuevas de Nerja.
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