No me toques las bolas

El tipo. Viejos que juegan a la petanca. Las coplas. A pesar de la edad, tienen fuerzas para echar una nueva partida de petanca por la noche en el Falla. Un retiro merecido después de tantos años trabajando, pero una afición un tanto insulsa, aunque sea una terapia. Una historia, la de estas personas mayores, que deja un regusto agradable por la manera de cantar del grupo, sin demasiadas estridencias. En el pasodoble, la música está por encima de las letras en este pase. Algo más acertada la primera de ellas al regalo de un teléfono móvil que les hicieron sus hijos por los Reyes Magos. Sin embargo, se sienten solos al ver que ellos no les llaman, por lo que no lo necesitan. Decae la segunda letra, en la que hacen una revisión de la Transición, que consideran una patraña, por lo que piden a la juventud que despierte. No acompañan demasiado los cuplés. Un poco macabra la comparación en el primero entre el fútbol y la petanca. En el deporte que ellos practican, si se caen es porque les está dando un infarto. En el segundo, las mujeres huyen de una whiskería por un amigo muy feo.

En preliminares

las coplas. La rutina de un grupo de personas mayores que todos los días se ven a las 12 de la mañana para jugar su partida. Y no les toquéis las bolas, que se enfadan. Una propuesta simplona en una presentación que tira más por su alegre soniquete que por lo que dice, aunque luego su popurrí sí tiene un mayor contenido cuando se meten en la defensa de los mayores por las críticas de los jóvenes por lo que votan. Siempre agradable al oído tanto en música como en afinación, el tipo se ve reflejado en ambas letras de pasodoble. En la primera cantan a las riñas de su hija por los caprichos que dan a sus nietos, mientras que en la segunda, de tono melodramático, narran la historia de Manolo, que cree que está con su mujer, pero en realidad está solo. Cuplés de trámite a una mujer que les hace un trabajito y a una sana dieta del pepinillo.