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Estados Unidos está recabando apoyos internacionales para prohibir la importación de petróleo ruso, como medida adicional a fin de aumentar el coste para Rusia de la invasión de Ucrania, mientras busca alternativas para garantizar la seguridad energética.
En el marco de esos contactos, el presidente estadounidense, Joe Biden, sostuvo una nueva videollamada con varios gobernantes europeos: el mandatario francés, Emmanuel Macron; el canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro británico, Boris Johnson.
"Los líderes afirmaron su determinación para continuar elevando los costes para Rusia de su invasión injustificada y sin provocación a Ucrania", indicó la Casa Blanca en un breve comunicado.
Asimismo, agregó la nota, los dirigentes subrayaron su "compromiso para continuar ofreciendo asistencia de seguridad, económica y humanitaria a Ucrania".
Este fin de semana, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, aseguró que Washington está teniendo conversaciones "muy activas" con la Unión Europea (UE) para prohibir la importación de petróleo procedente de Rusia, en un paso más para asfixiar la economía rusa en represalia por la guerra en Ucrania.
El propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se mostró a favor de que la comunidad internacional apruebe cancelar las compras de petróleo ruso.
"Lo puedes llamar embargo o un acto moral cuando te niegas a dar dinero a terroristas", dijo Zelenski en un videomensaje.
Estos planes de un posible embargo petrolero a Rusia, uno de los principales exportadores mundiales, han contribuido a disparar aún más el precio del barril del crudo en los mercados internacionales.
Asimismo, han generado especial preocupación en los aliados europeos, como es el caso de Alemania, más reticentes a la medida, ya que son mucho más dependientes que EEUU del petróleo de Moscú.
Dentro de EEUU, estas conversaciones se producen en un momento económico delicado con una inflación no vista en cuatro décadas y con el consiguiente nerviosismo en la Administración de Biden, que teme una mayor presión sobre los bolsillos de los estadounidenses en un año de elecciones legislativas, en noviembre próximo.
Como consecuencia, Washington ha comenzado a sondear otros grandes productores de petróleo para evaluar la posibilidad de que compensen el potencial bloqueo del crudo ruso con aportaciones adicionales y ayudar a estabilizar los precios internacionales.
Entre los contactados y, como señal del extraordinario panorama geopolítico desencadenado por la invasión rusa, figuran Arabia Saudí y Venezuela.
Aunque Riad es un aliado tradicional de Washington, el Gobierno de Biden había tratado de mantener las distancias con el reino tras el asesinato en 2018 del periodista saudí Jamal Khashoggi, colaborador del diario The Washington Post, en el consulado de su país en Estambul (Turquía) por agentes saudíes, algunos cercanos al príncipe heredero, Mohamed bin Salmán.
Desde la Casa Blanca, la portavoz del Gobierno estadounidense, Jen Psaki, subrayó que a todos les interesa reducir el impacto de la invasión rusa en el mercado mundial del petróleo.
Más sorprendente ha sido el viaje de una delegación de alto nivel de funcionarios estadounidenses a Caracas para reunirse con miembros del Gobierno del presidente Nicolás Maduro, confirmado por Psaki.
"El propósito del viaje (a Venezuela) era discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética", señaló la portavoz presidencial, sobre la que sería la primera visita de altos cargos estadounidenses a Venezuela en años.
EEUU, bajo la Presidencia de Donald Trump (2017-2021), impuso duras sanciones económicas en 2019 contra Venezuela, entre ellas a la exportaciones de petróleo, el principal motor económico venezolano, que Biden ha mantenido desde su llegada a la Casa Blanca en enero de 2021.
En paralelo, el Pentágono anunció el envío de 500 soldados estadounidenses adicionales a países del flanco este de la OTAN, ante la invasión rusa de Ucrania, que se produjo hace una semana y media.
El portavoz del Departamento de Defensa estadounidense, John Kirby, dijo en una rueda de prensa que esos militares "están siendo posicionando para responder al ambiente de seguridad actual causado por la invasión no provocada de Rusia a Ucrania".
El pasado 24 de febrero, al inicio de la invasión rusa, el presidente de EEUU, Joe Biden, ordenó el despliegue de 7.000 militares estadounidenses adicionales a Alemania para reforzar el flanco oriental de la OTAN, que se unieron a los 6.800 soldados desplazados por EE.UU. durante las semanas anteriores a Europa (en países como Rumanía, Alemania o Polonia).
Todo ello mientras la crisis humanitaria creada por la invasión de Ucrania aumenta día a día con los bombardeos y el número de refugiados supera ya los 1,73 millones, más de la mitad de ellos en Polonia, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
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