Editorial: Adiós a una parte de la Historia
EL cierre de la planta de Altadis en Cádiz, que esta empresa perteneciente al grupo Imperial Tobacco ha anunciado para el próximo mes de diciembre, es mucho más que el cese de una actividad industrial, una más, en la ciudad. Es el final de una parte de la Historia de Cádiz, pues la Real Fábrica de Tabacos fue creada en 1741 por Felipe V y desde entonces ha estado muy presente en la vida de los gaditanos. Fue durante mucho tiempo la empresa que más empleo creó, antes del desarrollo de la actividad naval, con miles de trabajadores en las instalaciones con las que ha contado en diferentes puntos de la capital. En los últimos años, su actividad fue mermando, en consonancia con la caída de la demanda del producto que se fabricaba en la planta situada en los terrenos de la Zona Franca, junto al acceso a Cádiz desde el Puente Carranza. Muchos trabajadores preveían este cierre después de que recientemente la empresa decidiese recortar turnos de trabajo y plantilla, dentro de la reestructuración llevada a cabo en nuestro país por Imperial Tobacco. Ahora se abre un proceso en el que Altadis ha anunciado que negociará de la manera menos traumática la salida de los 76 empleados que aún quedaban en Cádiz. Y, por otra parte, se plantea el futuro de los terrenos que ha ocupado la fábrica en su última etapa, 153.000 metros situados en una zona estratégica de la ciudad sobre los que tanto el Ayuntamiento como la Junta ya han vuelto a anunciar que no dejarán de estar calificados como suelo industrial. Es de esperar que la propietaria de estos terrenos y la Administración Pública estén abiertas a negociar soluciones que permitan darle un uso a ese suelo que comporte la creación de puestos de trabajo, en pleno proceso de reorganización del recinto exterior de la Zona Franca. Una ciudad como Cádiz, sin apenas suelo, no puede permitirse el lujo de tener semejante superficie improductiva, por lo que habría que ponerse desde este momento a buscar alternativas realistas. Y, tras este nuevo duro golpe a su economía, la Bahía de Cádiz no puede seguir sumando suelos ociosos a medida que se van deslocalizando actividades industriales a las que no se les busca sustitución. Ayuntamiento, Junta y Gobierno central han de poner en valor todos esos suelos existentes a los que ahora se suman los de la planta de Altadis. De la misma forma, hay que velar por el mantenimiento de la memoria de la ciudad a través del rico patrimonio cultural que, gracias a la actividad de esta industria, se ha podido conservar. Aunque será difícil que muchos gaditanos puedan olvidar lo que Tabacalera ha representado y representará para Cádiz.
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