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Madrid/Primero fue negar que el sistema financiero de España fuera a ser rescatado. "No va a haber ningún rescate para la banca española", dijo Mariano Rajoy hace 12 días. Y ahora, cuando el rescate está ya en marcha, la consigna del Ejecutivo español es que no se le llame rescate. "Esto no tiene nada que ver con un rescate en absoluto", dijo el ministro de Economía español, Luis de Guindos, en la rueda de prensa en la que anunció que España va a pedir ayuda para su banca, después de que el eurogrupo se haya comprometido a otorgar una línea de crédito de hasta 100.000 millones de euros. El FMI cifra en entre 40.000 y 80.000 millones de euros la cantidad que necesitan los bancos españoles.
Guindos utilizó todos los eufemismos que pudo para intentar convencer de que no hay rescate: "Financiación europea para la recapitalización de los bancos", "apoyo financiero", "préstamo en condiciones muy favorables"... "No hay el mínimo rescate al respecto", aseguró tajante. Pero lo cierto es que España accedió finalmente a pedir a sus socios de la Unión Europea (UE) que saquen a sus bancos del agujero en el que se metieron con el estallido de la burbuja inmobiliaria en la que se vivió durante años.
Y lo hizo después de insistir hasta unas horas antes en que no tomaría ninguna decisión al respecto hasta tener en sus manos los informes de las dos auditoras independientes que ha contratado para que pongan cifras a ese agujero y que se esperan durante este mes. Como en su día ocurrió con Irlanda, Portugal y Grecia, España ha negado hasta el último momento lo que en medios de comunicación y círculos políticos se daba por seguro. Y como en su día hizo José Luis Rodríguez Zapatero, Rajoy ha hecho también todo lo posible por conseguir que España no tuviera que pedir ayuda a sus socios europeos. Su antecesor lo logró y se fue de La Moncloa sin que España protagonizara un rescate. Pero Rajoy no ha podido evitar acudir a la ayuda europea. En las últimas semanas han ido apareciendo agujeros en sus bancos y la presión internacional para que pidiera socorro fue incrementándose cada vez más en los últimos días, sobre todo teniendo en cuenta las próximas elecciones en Grecia, cuyo resultado podría acabar en una salida del país del euro.
Sólo en Bankia, la cuarta entidad española, que va a ser nacionalizada, el Ejecutivo se ha comprometido a inyectar 19.000 millones de euros que se suman a los 4.500 que el banco ya recibió a finales de 2010 del fondo de rescate español FROB. Esta semana, el Banco de España reconoció que hacen falta otros 9.000 millones de euros en las ya nacionalizadas CatalunyaCaixa y Novagalicia.
El Ejecutivo de Rajoy ha tratado de evitar hasta el final que se metiera a España en el mismo saco que Irlanda, Portugal y Grecia, defendiendo que las necesidades de ayuda las tenían los bancos, no su economía, y persiguiendo que el dinero que se necesita vaya de forma más o menos directa a su sistema financiero, no al Estado. Lo que se acordó en el eurogrupo es que éste facilitará una línea de crédito de hasta 100.000 millones de euros, que recibirá el FROB y éste inyectará posteriormente el capital en los bancos que lo necesiten. Con esa fórmula, el rescate no es el mismo que los de Irlanda, Portugal y Grecia, un saco en el que Rajoy no deseaba que cayera España.
Esos países vieron cómo el estigma del rescate disparaba aún más su prima de riesgo y cómo les resultaba imposible financiarse en los mercados primarios de deuda. Además, ninguno de los tres gobiernos bajo los que se llevaron a cabo sobrevivió. "Las condiciones se les van a imponer a los bancos, no a la sociedad española", insistió el ministro De Guindos. El Gobierno de Rajoy ha logrado una fórmula que deja claro, de una forma u otra, que se ayuda a los bancos y no a la economía, la cuarta de la UE. Y así, el gobierno puede decir ahora que el rescate no es un rescate. La respuesta de los mercados está aún por verse.
Lo que sí ha quedado claro en toda esta crisis es que España no tenía "el mejor sistema financiero del mundo", como en su día, hace cuatro años, aseguró Zapatero. En tiempos de bonanza económica y de especulación inmobiliaria, sus bancos dieron créditos al ladrillo e hipotecas a diestro y siniestro. Y ahora necesitan ser rescatados por ello, le guste o no el término a Rajoy. La banca española va a ser saneada ahora, de una vez por todas, se espera. España confía en recuperar la confianza de inversores y mercados. Y la UE, en volver a tener la estabilidad que perdió la eurozona.
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