Los agricultores de Andalucía piden 15 días de sol tras el "exceso de lluvias"
Las precipitaciones persistentes dejan anegadas muchas zonas, sobre todo del Bajo Guadalquivir, y con cultivos expuestos a enfermedades, pero en general el campo cree que ha "llovido bien" y siente alivio tras años de sequía
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Sevilla/15 días de sol. Y después que llueva todo lo que tenga que llover. Eso es lo que necesitan los agricultores para que la tierra se asiente, para poder sembrar lo que no se ha podido sembrar, recoger lo que no se ha podido recoger y volver a tratar unos cultivos muy expuestos a enfermedades producidas por hongos por culpa de la humedad.
“Necesitamos días de sol para que todo se vuelva a normalizar y podamos entrar en las fincas y evaluar los daños (en los casos en que se hubiera producido)”, señala Francisco Moreno, secretario de Organización de UPA Andalucía, quien añade que ya la tierra “no absorbe una gota más, llueve sobre mojado”. “Ahora es época de siembras en el Guadalquivir, sobre todo hortícolas y algodón, y no se puede trabajar, no se puede meter un tractor, eso es un barrizal --añade Eduardo López, secretario de Organización de COAG Andalucía-- es necesario que se oree el terreno”, sobre todo en la parte donde más ha llovido, la zona occidental de Andalucía.
Las asociaciones hablan de “exceso de lluvias” en este último mes. No ha sido un temporal, ni ha habido precipitaciones torrenciales sino continuadas y copiosas. Por decirlo de modo coloquial, después de años de sequía, la tierra se ha hartado, ha sufrido un atracón.
Los daños en los cultivos
Y las consecuencias de ese atracón se han dejado notar sobre todo en la parte occidental –no tanto en la oriental, donde ha llovido menos-- y más en las zonas bajas, junto a los ríos y los arroyos. En el Bajo Guadalquivir, según las organizaciones agrarias, han quedado afectados cultivos hortícolas como guisantes, coliflor o brócoli, y otros como el girasol, el garbanzo, el maíz o el tomate de industria ni siquiera se han podido sembrar en muchos casos.
En Huelva, el paso de varios tifones ha afectado a algunas explotaciones de invernadero y, en general, va a haber pérdida de frutos rojos -de fresa y especialmente frambuesa- por el exceso de humedad, que causa enfermedades como la Botrytis (un hongo) y pudre las plantas.
En general, todos los cultivos inundados están expuestos a enfermedades y también los de invernadero, ya que son muy sensibles a la humedad, lo que previsiblemente afectará a la sandia temprana de Almería, ahora en floración, y al melón. Si las lluvias se prolongan, además, hay riesgo de daños en el olivar y los cítricos, pues puede haber problemas de asfixia radicular (de las raíces), aunque lo normal es que ambos cultivos salgan muy beneficiados. En el caso de los cítricos, los técnicos de la Consejería de Agricultura aseguran que las lluvias están afectando a la recolección en muchas zonas y “algunos almacenes comienzan a ver afectado su nivel de estocaje”.
En un informe interno, los técnicos de la Consejería de Agricultura advierten también del “mal estado de muchos caminos, por lo que los agricultores están teniendo dificultades para poder acceder a los terrenos cultivados, tanto para desarrollar su actividad como para evaluar el alcance de los posibles daños”.
Daños puntuales, beneficio general
Esta relación de pequeños desastres puede llevar a engaño. La realidad general es muy positiva. El campo, por fin, se ha regenerado. Los embalses se han llenado –de forma desigual, eso sí--, los acuíferos se han recargado (al menos para dos años, afirman los productores) y los pozos tienen de pronto tres o cuatro metros de agua. Tras años con “problemas de sequía graves, producciones cortas, un secano improductivo y problemas para alimentar el ganado”, dice Francisco Moreno, de UPA, la situación, en líneas generales, y salvando las zonas inundadas, es “fantástica, solo hay que salir al campo y ver las plantaciones de trigo, la campiña, la dehesa…”.
Para Jaime Martínez-Conradi, director general de Cooperativas Agro-Alimentarias de Andalucía, “ha llovido bien”. “Es verdad que ha habido cultivos de primavera que han sufrido, sobre todo en zonas bajas y cercanos a arroyos, pero en líneas generales las precipitaciones vienen bien”, dice, y añade que el hecho de que no se pueda entrar en las fincas, los retrasos en las siembras o las posibles enfermedades son problemas menores en comparación con la sequía de los últimos años. “Benditos sean esos problemas”, dice. El secano ve por fin la luz tras años sin agua y la ganadería podrá alimentar al ganado sin necesidad de pienso, cuyo coste se había vuelto “insoportable” y que había tenido que sacrificar cabezas, según Francisco Moreno.
El regadío también ve las cosas de forma muy diferente ahora. A principios de mes la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir solo aseguraba el 30% de la dotación concesional, lo que suponía un 70% de restricción. “El año pasado tuvimos un 40% (de recorte) con los pantanos del sistema de regulación general –el que surte al regadío-- con 2.500 hectómetros cúbicos. Hoy son 2.553 y todavía tiene que llover más (queda toda la primavera); somos optimistas, la campaña de riego será casi normal, si no normal”, señala Félix García de Leyaristy, director general de Asaja Andalucía. En las cuencas mediterráneas, la del Guadalete-Barbate, por ejemplo, ha pasado de estar “casi en emergencia”, dice Eduardo López, de COAG, a la normalidad y en la cuenca mediterránea se ha registrado un subidón de los embalses de la Axarquía y Guadalhorce.
Consigna común: no se pueden lanzar las campanas al vuelo
En el caso del Guadalquivir, las aportaciones de agua a los embalses han sido desiguales. En la parte baja del río los embalses se han llenado y los más pequeños han soltado agua. Sin embargo, en Jaén, Córdoba y Granada, donde están las grandes presas, ha llovido poco. Pantanos como Iznájar, La Breña o La Negrilla no llegan ni a la mitad de su llenado, lo que lleva a López a deducir que puede haber un desembalse normal para el regadío este año, pero la incertidumbre en cuanto a los siguientes continúa. “No hemos superado la situación de riesgo, el alivio es puntual, para este ejercicio”, dice.
Félix García, de Asaja Andalucía, abunda en lo mismo: “No se puede anunciar el fin de la sequía cuando los embalses (se refiere a los del Guadalquivir), después de todo lo que ha llovido, todavía están en el 56%; en la parte más oriental están al 10%. Para abastecimiento puede haber agua para varios años pero otro asunto es el regadío. No queremos dar la impresión de estar descontentos con estas lluvias, pero no podemos lanzar las campanas al vuelo y dar por terminada la sequía”.
Las inversiones, más necesarias que nunca
En cierto modo, el campo quiere mantener la presión sobre las administraciones para que no baje la guardia por la lluvia, como en otras ocasiones. Eduardo López recuerda que en 2018 hubo un episodio similar al de este año, de muchas lluvias, y después llegaron siete años sin apenas precipitaciones. “No sería extraño que el año que viene estuviéramos otra vez en esa situación”, dice.
Por eso se reclaman inversiones “para que cuando lleguen años como este se pueda guardar el agua mejor”, dice Martínez-Conradi, que recuerda que “con lo que se ha mandado al mar esta semana se llena el pantano de Iznájar (el más grande de Andalucía) prácticamente". Asaja Andalucía recuerda que hay siete embalses pendientes de construir, que están en los planes hidrólogicos desde hace años y que siguen en los papeles. Martínez-Conradi le reconoce a la Junta sus “esfuerzos para aprovechar las aguas regeneradas”, pero le recuerda que “queda mucho por hacer”. Y pide abordar el problema del agua “desde un punto de vista nacional”, con un plan hidrológico que incluya canalizaciones para que “el agua que sobre” en otras zonas pueda ir al sur.
En definitiva, exige una “gestión más eficiente” que permita dar agua no solo al que tenga derechos, sino al que la solicite, ya que hay mucho cultivo de secano que la está demandando. “El olivar de secano está solicitando 1.500 metros cúbicos por hectárea, que es algo irrisorio”, afirma.
Félix García reclama, también, que se agilicen las balsas privadas en las fincas que, según él, sirven no solo para almacenar agua sino también para laminar avenidas en casos de inundaciones. “Los trámites duran una barbaridad (habla de años) porque teóricamente lo tenemos que hacer con mucha seguridad, pero para eso contratamos a un profesional que nos hace informes técnicos y que evalúa riesgos”. También exige “autorizaciones para limpiar cauces, que también es complicado que las concedan”. Cuando se desbordan, los arroyos hacen “más daño cuando vienen sucios, porque el agua no circula bien, arrastra troncos, materiales y se rompen las infraestructuras; deben estar razonablemente limpios”.
Por último, hay una cuestión colateral que preocupa al sector: las solicitudes de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC). Ahora mismo, muchos no saben qué van a sembrar (para cobrar ecorregímenes se piden cultivos de rotación y con las lluvias algunos se han perdido o hay incertidumbre respecto a cuál es el más adecuado) y están a expensas de las dotaciones de agua para la primavera-verano. La fecha límite de presentación es el 30 de abril, lo que está generando “presión y tensión” en los agricultores, afirma Asaja Andalucía, que cree lógico que al final las administraciones permitan un cierto retraso en Andalucía en la presentación de los expedientes.
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