La cooperativa Las Virtudes de Conil aumenta su cartera de clientes un 15% gracias a la modernización del sistema de subastas

El proceso de innovación tecnológica comenzó hace tres años y ha supuesto una inversión cercana a los 200.000 euros

Se han agilizado los procedimientos tanto para los clientes como para los socios gracias a la informatización de todo el proceso

Bartolomé Ramírez: “Este polígono es el gran olvidado de la provincia de Cádiz”

Bartolomé Ramírez en una de las naves de la Cooperativa Nuestra Señora de las Virtudes en el polígono conileño de La Lobita.
Bartolomé Ramírez en una de las naves de la Cooperativa Nuestra Señora de las Virtudes en el polígono conileño de La Lobita. / Julio González

Conil/La cooperativa agroalimentaria de Conil, Nuestra Señora de las Virtudes, ha realizado una importante inversión para modernizar su sistema de subasta con nuevas tecnologías que faciliten y aporten más claridad y seguridad tanto a sus clientes como a sus socios en el proceso de compra-venta. En palabras de su presidente, Bartolomé Ramírez, "los métodos van cambiando y nos tenemos que adaptar a la realidad". Y ese proceso de tecnificación ya les ha supuesto un aumento de la cartera de clientes de un 15% desde inicios de año.

"A algunos les costaba entender al subastador en la forma verbal anterior" pero desde que está informatizado todo el proceso, con el inicio de su implantación a principios de este 2025, los clientes no han parado de aumentar. Algunas cooperativas agroalimentarias andaluzas se han interesado por la implementación de esta tecnología en las instalaciones conileñas, sobre todo por las innovaciones a la hora de generar las cuentas y la documentación.

Como bien expresa Ramírez, "el tiempo hoy día es oro" y la agilidad conseguida con el nuevo sistema es una de sus principales virtudes. "Decidimos cambiar el sistema de subasta pero manteniendo la forma tradicional", explica el presidente de la cooperativa, que añade que "aunque todo el proceso está informatizado, el cliente puede pasear por las calles y pasillos de las instalaciones para comprobar la calidad del producto que se va a subastar". Simplemente, en lugar de estar cantada, el cliente puede parar la subasta a través de un teléfono con un número de contador siguiendo los valores en la pantalla.

"Se aligera todo el tiempo de facturación, que se hace de forma inmediata". Al estar informatizado el proceso, el historial, la facturación y demás información se facilita de modo automático y es mucho más accesible también para los socios de la cooperativa, cuyos datos tienen disponibles desde el mismo momento de la venta. "Además, ya no hay dudas en el momento de la subasta, el primero que le dé al botón se lo queda". Ramírez destaca que ha cambiado hasta el ambiente en las instalaciones donde ahora reina el silencio. "Desde el primer día que se puso, los clientes estaban callados pendientes de la pantalla donde salen los precios, cuando antes, que tenían que estar pendientes de escuchar al subastador, había mucho más murmullo".

La inversión de la cooperativa

Aunque reconoce que aún están limando cosas y que han ido mejorando desde su implementación, hace ya tres años que comenzaron a modernizar todo el sistema informático de la cooperativa. Esto les ha supuesto una inversión cercana a los 200.000 euros, aunque han contado con ayudas para el Desarrollo Rural y otras subvenciones de las administraciones para afrontar su financiación.

Pero esta inversión no es la única que afronta en el presente la cooperativa, que está pendiente de la construcción de una nueva nave refrigerada en el Polígono Industrial de La Lobita, donde se ubica. Serían otros 300.000 euros aproximadamente pero aún depende de que consigan cerrar su financiación. "Aún no hemos podido iniciar las obras" porque están pendientes de la aportación del Ayuntamiento de Conil para su construcción. Con esa nueva nave refrigerada podrían retrasar la maduración de los tomates ya recolectados, a los que le afectan las altas temperaturas del verano en el polígono industrial a la espera de pasar por la central de manipulación.

La cooperativa Nuestra Señora de Las Virtudes cuenta con una plantilla de unas 140 personas actualmente y factura más de 37 millones de euros anuales. Ramírez destaca orgulloso que además de la lonja de subastas con los más de 60 productos agroalimentarios que producen, las instalaciones de Conil cuentan con un semillero propio y un campo de estudio. En él, los socios van probando las distintas variedades antes de decidir su siembra. El pasado mes de febrero organizaron una jornada de puertas abiertas para mostrar las 18 variedades de fresa que estaban analizando en ese campo de análisis. "Llevábamos dos años con bajada en la producción de fresas", de modo que optaron por probar diferentes variedades antes de desarrollar su producción pudiendo hacer un balance de su rentabilidad previo. La próxima estará protagonizada por los tomates.

Pérdidas recientes en el campo

La Cooperativa conileña no se ha escapado de los destrozos provocados en el campo por los recientes temporales. Si primero fueron los tornados que afectaron y tiraron los invernaderos y cuyas pérdidas cuantificaron en unos 300.000 euros, ahora han sido las lluvias de este húmedo marzo que tiene al campo en unas condiciones muy difíciles de trabajar. "Hay muchas plantas sin sembrar porque no se ha podido entrar en la tierra", argumenta Bartolomé Ramírez. Una tierra anegada que ansiaba salir de la sequía. Como dice el refrán, no llueve a gusto de todos o, al menos, en la cantidad que hubiesen deseado desde el sector agrícola.

Hay mucho retraso en el campo, explican, porque la tierra no ha estado en condiciones para trabajarla. Entre lo perdido antes, lo perdido ahora y lo que no se ha podido empezar, la cuantificación de pérdidas ronda los 700.000 euros según el presidente de la cooperativa. De ahí que hayan solicitado al Ayuntamiento de Conil la petición al Ministerio de Agricultura y al de Hacienda la reducción de los módulos fiscales en agricultura para la declaración fiscal. Entienden que sería una manera eficiente de aminorar las pérdidas.

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