Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Tras una campaña con precios récord (tanto en origen como en los supermercados) el sector se encamina a un “aterrizaje suave”. Previsiblemente la nueva producción terminará con la escasez de producto de los dos últimos años y eso permitirá que no se vean ya las desmesuradas cotizaciones del último ejercicio.
Ahora bien, ¿hasta qué punto bajarán los precios? Esa es la pregunta del millón. Los expertos del sector consultados por este periódico creen que, de media, se situará en origen en el entorno de los cinco euros el kilo (quizás algo por debajo) cuando el nuevo aceite inunde el mercado coincidiendo con el pico de producción de las grandes zonas olivareras (especialmente Jaén y Córdoba), entre el 15-20 de noviembre y el 15-20 de diciembre. Ahora mismo se sitúa, de media, en el entorno de siete euros.
Eso significa que en el supermercado, quizás con algún decalaje, estará a final de año en seis-siete euros.
Después, en enero-febrero, se podía producir un pequeño ajuste al alza (tras llegarse al pico de producción) pero no tendría ni mucho menos la dimensión de las subidas de la anterior campaña.
Eso es lo normal con el aforo de producción previsto, 1.262.300 toneladas en España y 1.021.000 toneladas en Andalucía, lo que se sitúa justo en la media de los últimos cinco años. Como afirma Juan Vilar, consultor estratégico en el sector agroalimentario, se trata, si se cumple la previsión, de una “campaña de manual”, tras las desastrosas 2022/2023 (650.000 toneladas) y 2023/2024 (850.000 toneladas).
A nivel mundial -con las producciones previstas de los principales países productores- el aceite disponible se situará en torno a 2,9 millones de toneladas tras terminar la campaña con un stock (enlace técnico) de entre 180.000 y 200.000 toneladas (aún está por definirse), el más bajo de la historia. Esa cantidad es prácticamente igual a la demanda potencial. El equilibrio, pues, será la nota dominante, frente al desequilibrio de la anterior campaña (poca oferta y mucha demanda).
“No creo que el precio baje de los cinco euros hasta por lo menos abril-mayo de 2025. No hay ninguna razón: oferta y demanda están balanceadas. Todos los eslabones de la cadena estarán remunerados de manera satisfactoria, el precio será razonable y la cantidad de aceite satisfactoria. El envasador podrá comprar más barato, el distribuidor tendrá mayor rotación y el consumidor verá lejanos los precios de dos dígitos”, resume Juan Vilar.
“Cuando el mercado está abastecido y no hay tensiones la cadena se equilibra por sí misma y el reparto debe ser el adecuado”, asegura por su lado Primitivo Fernández, director general de Anierac.
José María Penco, director de la Asociación Española de Municipios del Olivo (Aemo) y buen conocedor del sector, abunda en esta tesis: “Va a haber un aterrizaje tranquilo; se van a ajustar poco a poco, pero no van a estar como hace tres años. Tampoco era razonable que un kilo de aceite estuviese a 2,5 euros y que una garrafa de cinco litros valiera 12 euros”.
Según el último informe realizado por Aemo, ahora mismo el coste de producir un kilo de aceite para el agricultor se sitúa por encima de 3,8 euros, lo que hace razonable que el suelo esté en cinco euros. En los dos últimos años la inflación ha disparado un 27% los imputs agrarios.
Penco cree que ese precio (el entorno de cinco-seis euros) será aceptado por el consumidor, que ha demostrado una gran fidelidad en el último año. El descenso del consumo ha sido mucho menor del esperado en la última campaña. “El consumidor se resistía a dejar de consumir, por eso el precio alcanzó los nueve euros (en origen)”, explica
Álvaro Olavarría, director general de Oleoestepa, avisa, en cualquier caso, de que, a veces, lo previsto no se cumple. “Se trata de un sector tremendamente sensible a las expectativas y puede no seguir la lógica y que los precios no bajen. Pero en condiciones normales se debe converger a una nueva realidad”.
Olavarría cita, en este sentido, un factor que puede alterar las expectativas: la lluvia. Asegura que las previsiones oficiales “ya estaban descontadas” por el sector y cree que si no llueve en el otoño y las temperaturas son altas el aforo “no se cumplirá”. Es decir, que la producción en España será menor de la esperada.
A principios de septiembre, COAG aseguraba que había hasta 300.000 toneladas en el aire solo en Jaén que dependían para materializarse de la lluvia.
Otros expertos, como Juan Vilar creen que el aforo de la Junta y el Gobierno es prudente: establece un suelo y que todo lo que venga de precipitaciones lo incrementará. Primitivo Fernández habla de hasta una posibilidad de 1,4 millones de toneladas en el otoño si hay una lluvia en consonancia con la media histórica.
Más allá de las variaciones de producción si llueve o no llueve (y de precios), la realidad es que si no hay agua el gran perjudicado de la nueva campaña será el olivar de secano. Tras una primavera tardía y un verano sin apenas precipitaciones, estas plantaciones dependen para producir de que llueva ya, ya que “es ahora cuando se hace el aceite” en la aceituna, afirma Álvaro Olavarría. La falta de lluvia ya ha provocado en muchos casos que se arrugue el fruto en estas plantaciones, con riesgo de caída.
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