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El Puerto de Algeciras, la despensa de Europa

Americold, empresa del sector 'reefer' con mayor actividad en suelo portuario algecireño, cuenta con un punto de inspección propio

El Puerto de Algeciras, pendiente de la vuelta del comercio marítimo al Canal de Suez

Palés de piñas en la nave de Americold en el Puerto de Algeciras / Erasmo Fenoy
David Fdez. Vega

24 de febrero 2025 - 05:30

Algeciras/La privilegiada posición del Puerto de Algeciras le ubica como un punto de entrada ideal hacia el continente europeo de mercancías de todo el mundo, especialmente de frutas y vegetales. Para mantener los productos en condiciones óptimas para su envío, es imprescindible almacenarlos y refrigerarlos, por lo la actividad de reefer cuenta con gran peso en la dársena y la convierte en la despensa de Europa.

La empresa con mayor volumen de tráfico de refrigerados en el puerto algecireño es Americold, de origen estadounidense y con más de 240 naves repartidas por todo el mundo. Por los más de 30 muelles de carga en sus instalaciones de Algeciras pasan al año unos 8.000 contenedores de mercancías de alimentación, con gran protagonismo de las frutas. En el caso de las importaciones, Latinoamérica es un actor principal, con productos como banana de Costa Rica, piña de Brasil o uva de Chile. Lo habitual es que los palets no pasen más de un día en las instalaciones, aunque depende de si el cliente ha encontrado un comprador.

De media, la nave realiza más de 150 movimientos de mercancías a la semana, aunque cuenta con el condicionante de una marcada estacionalidad. Desde que comienza la primavera hasta que acaba el verano, impulsados por una mayor disponibilidad de frutas, alcanzan picos de 250 contenedores semanales, mientras que el invierno reduce la actividad a valles de 50 traslados. Esto condiciona la disponibilidad de plantilla, que tiene una base de 29 trabajadores, que se ve incrementada semanalmente por contrataciones eventuales, en función de la actividad si llegan buques.

Palés de naranja valenciana con destino China, en una de las cámaras refrigerantes / Erasmo Fenoy

Los productos se almacenan en sus 19 cámaras, que se adaptan a las necesidades y normativas individuales de cada uno de ellos, con una capacidad total de 15.500 palets. En el caso de la banana, por ejemplo, se guarda a 13 grados, mientras que la uva debe estar a cero grados. Para controlar que la mercancía está a la temperatura idónea, se controlan los grados del interior de la cámara mediante un sensor, con un segundo que toma la temperatura de la pulpa de una pieza de fruta. Si el mercurio se desvía en alguno de los casos, salta una alarma para que puedan revisarlo los técnicos.

El almacén de Americold también gestiona exportaciones, lo cual obliga a adecuarse a las normas de importación de algunos países. Uno de ellos es China, que obliga a aplicar un cool treatment (tratamiento de frío) a, por ejemplo, la naranja de Valencia. Esta debe pasar, al menos, 20 días a dos grados antes de llegar al país para eliminar a la mosca de la fruta. Las piezas llegan en contenedores refrigerados desde origen y en la nave se mantiene a temperatura hasta su embarque, donde mantendrá el mismo nivel hasta arribar a puerto.

La compañía reserva seis muelles y dos cámaras para congelados, como el pulpo de Marruecos, que pueden llegar a -20°C. En épocas concretas como las semanas próximas a Navidad, repunta la llegada de langostinos, lo cual aumenta la actividad, aunque está lejos de lo que llegó a ser. "El congelado ha caído mucho en Algeciras, ahora tiene muy poca actividad", señala Salvador Toribio, responsable de la nave de Americold.

Salvador Toribio, director general de Americold Algeciras, en una de las cámara refrigerantes / Erasmo Fenoy

Acuerdos comerciales

Aunque su ubicación permite que las rutas marítimas desde América sean más cortas, el Puerto de Algeciras busca activamente mantener relaciones comerciales con sus principales socios. Uno de ellos es Costa Rica, que introduce en Europa a través del Estrecho piña, banano, tubérculos y plantas a través del servicio MedCaribe de CMA-CGM y Marfret, con un tránsito de 12 días.

Salvador Toribio señala que, de no ser por los acuerdos que la autoridad portuaria cierra con países como el centroamericano, sería imposible mantener el nivel de actividad del sector. "Si tuviésemos también acuerdos con países como Brasil sería ideal, pero todo depende también de que las navieras presten el servicio", apunta el director general de la delegación algecireña de Americold. Precisamente, la posición de Algeciras en el centro de las rutas marítimas que unen Asia con América aumenta la distribución a otros países de mercancías españolas, como la citada naranja valenciana o, incluso, productos cárnicos de empresas malagueñas.

Control de calidad independiente en la nave de Americold / Erasmo Fenoy

El PCF, ventaja competitiva

En un sector tan relevante como el del reefer para el Puerto de Algeciras, la propuesta de valor de las compañías se erige como la máxima para diferenciarse. En suelo portuario apenas hay un par de compañías que ejercen esta actividad de forma completa, además de otras que lo hacen de forma parcial. Americold cuenta con las instalaciones de mayor tamaño del suelo portuario algecireño, aunque su principal argumento proviene de contar, desde hace dos años, con su propio Punto de Control Fronterizo (PCF), que se suma a sus propios controles de calidad privados para el resto de productos.

Este espacio cuenta con dos dársenas de camiones de dedicación exclusiva en la nave de Americold, además de unas oficinas propias para los funcionarios que realizan las inspecciones. De esta forma, sirven de apoyo al PCF del Puerto de Algeciras, agilizando la labor de despacho de mercancías, al tiempo que se convierte en un valor añadido que ofrecer a la hora de captar clientes. "El porte les cuesta algo más, pero ahorran al poder descargar y almacenar la fruta en el mismo sitio con un solo viaje", apunta Salvador Toribio.

Además, se suma la agilización de los trámites con la deslocalización de expedientes aplicada en los últimos meses en la dársena, lo que permitió acabar con la saturación que venía sufriendo el punto de inspección de mayor actividad de España.

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