El hombre que nunca pierde la sonrisa
Así es... David de la Encina/Candidato del PSOE en El Puerto
El regidor socialista de El Puerto afirma que ser alcalde le ha convertido en una persona "mucho más sensible"
Lleva cuatro años como alcalde de El Puerto en un mandato que ha tenido muchísimos sobresaltos. A pesar de contar solo con seis concejales sigue al frente del Ayuntamiento con la sonrisa en el rostro y una disposición envidiable, como si todos los problemas a los que se tiene que enfrentar a diario no hicieran mella en su carácter.
David de la Encina reconoce que la vida le ha cambiado mucho en estos cuatro años, desde que se enfrentara a la pasada campaña como líder de la oposición municipal. “Yo soy la misma persona porque creo que los cargos políticos no nos deben hacer perder nuestra esencia, que en mi caso es la cercanía y la humildad”. Aún así, reconoce que “la vorágine de la actividad municipal hace que prácticamente desaparezca tu vida personal y familiar, entre la gestión diaria y los actos públicos”.
También confiesa que en estos cuatro años se ha convertido en una persona mucho más sensible. “Los sentimientos afloran, un alcalde es testigo directo de los problemas de los vecinos y te los llevas a tu casa, todo te afecta más directamente”, explica.
En estos últimos meses, además, otra circunstancia ha venido a alterar la rutina del alcalde y candidato socialista: ha sido padre de una niña hace cinco meses, su tercera hija y la primera en común con su mujer, Miriam Palmero. Los dos mayores tienen 15 y 13 años. Esta circunstancia le ha obligado también a cambiar a veces sus costumbres, porque David de la Encina ya antes de ser alcalde se saltaba el almuerzo en muchas ocasiones, alimentándose de las ya famosas “almendritas”. Ahora trata de comer en casa más a menudo, aunque como explica “el cargo me obliga a realizar jornadas interminables. Llego muy temprano al Ayuntamiento y muchas veces se me pasa la hora de comer, aunque intento siempre pasar por casa un rato. El problema del malcomer no lo he resuelto”, confiesa.
Otra de las cuestiones a las que se tiene que enfrentar a diario un alcalde es la opinión de sus convecinos y contrincantes, lanzada a diario a través de las redes sociales. A este respecto, De la Encina sabe que “uno gobierna para 90.000 habitantes y conseguir la unanimidad es imposible. Yo trato de ir siempre con la honradez por delante pero aún así, en las redes hay mucha intoxicación. Tenemos que apelar al sentido común y acercarnos al vecino, que muchas veces está muy desinformado”, señala.
En cuanto a los múltiples problemas que atraviesa la ciudad, el alcalde y candidato socialista reconoce que “me retroalimenta la actividad. Me considero un poco hiperactivo y me motiva el que haya aún tantas situaciones pendientes de arreglar. La Alcaldía está siendo un master en todos los sentidos, es un cargo que te da mucho bagaje y experiencia, tanto de la organización municipal como de la ciudad. Tenemos que tirar para delante”, afirma.
También confiesa el alcalde que no le gusta mezclar parcelas y que cuando está trabajando esta labor le absorbe totalmente. “Soy muy estricto para eso”, asegura, y reconoce que su poco tiempo libre no le deja espacio para cultivar aficiones. No obstante, sí hay una actividad personal a la que no renuncia, y es pasear. “Cada día, cuando llego a casa después de un largo día de trabajo, salgo con Miriam y la niña a dar un paseo. Casi todas las tardes salimos aunque sea por los alrededores de mi casa y damos una vuelta, y es un momento en el que aprovecho para desconectar y recuperar el equilibrio. Esos paseos son mi terapia”, asegura.
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