Grazalema, un paraíso natural sin alternativas
Batallas electorales
El 90% de su población vive del turismo, alquilando casas rurales o en la hostelería y el resto o está en paro o tiene que marchar fuera
Grazalema presenta en Fitur el Congreso nacional del Toro de Cuerda
Grazalema/10 de mayo, once de la mañana. Parece que el grazalemeño viste con pantalón corto, lleva gorra y una mochila a sus espaldas. Sus más de 3.600 habitantes viven casi escondidos tras la barra de un bar, atendiendo en su tienda de souvenirs o de un mostrador repleto de galardonados quesos. La calles, su pequeña plaza principal y su Asomadero parecen tomados por los turistas. Todo el pueblo a sus pies y que no falten.
Grazalema is happy. O al menos una parte, la que vive del turismo, que puede ser más del 90% de su población.
Luce el Lorenzo desde temprano y, con él, sus más de 25 grados, que parecen salir de un calefactor activado por los propios del lugar para intentar que sus turistas se sientan a gusto y que nunca borren a Grazalema de sus mapas e itinerarios.
Así lo dejaba entrever Alberto de la empresa CNTravel, que dirigía a un nutrido y variopinto grupo de turistas procedentes de Lérida, Barcelona, Zaragoza, Albacete, Madrid, Canarias… Una pandilla de unos 45 guiris, todos ellos alojados en un hotel de Sanlúcar, que escuchaban a Alberto con interés en torno al monumento ubicado en su denominada Plaza Pequeña diseñado por el escultor Alfredo Fillol Talens en honor a una de sus fiestas más importante, el Toro de Cuerda.
Para ellos, ahora más que nunca no es sólo una celebración. El Lunes del Toro de Cuerda de Grazalema es la fiesta con más arraigo e importante que se celebra en este municipio de la Sierra de Cádiz y, de hecho, el conocido Toro de Cuerda de Grazalema está considerado uno de los más antiguos de España.
Alberto, el guía de CNTravel, contaba con parsimonia a su nutrido grupo de turistas los entresijos de esta tradición que se celebra cada año, en la que “el toro se trata con un mimo exquisito sin hacerle ningún tipo de daño”.
El grupo había acabado de desembarcar de su autobús hacía tan sólo unos minutos, pero el guía turístico ya era capaz de vaticinar, porque así se lo dicta su experiencia, que sus protegidos se marcharán de la localidad serrana, “como siempre suele ocurrir con una buena sensación, por su servicio, atención, recepción de sus habitantes y, sobre todo, por su gastronomía”.
Y no pudo dejar de lado recordar a su auditorio que este año Grazalema será sede del Congreso Nacional del Toro de Cuerda, en el que participarán en junio 24 pueblos de España que mantienen activo esta tradición taurina.
Sobre este mismo evento hablaba orgullosa Noelia, propietaria de Grazalia, una tienda de multiproductos, en la que se puede adquirir desde un Diario de Cádiz hasta un regalo para los niños o un detalle gastronómico para los olvidadizos que quieren aprovechar los últimos minutos en el pueblo antes de marcharse en sus coches que quedaron en el estacionamiento gratuito ubicado en la zona conocida como el Asomadero, por la grandiosidad de su balcón y sus vistas a la Sierra.
Turismo todo el año
Noelia parece haber sido colocada allí para promocionar la localidad. Recuerda con alegría lo bien que le ha ido a su negocio durante el último puente festivo. “Pero aquí tenemos turismo todo el año. Las excursiones, la gente que viene por su cuenta, y todo el que entra en la tienda pica algo”.
Eso sí, tarda poco en recordar los estragos de la pandemia, unos meses en los que el mundo se paralizó y que dejó a Grazalema congelada y casi desierta, con más de la mitad de sus viviendas desocupadas después de la brutal estampida de turistas que provocó el coronavirus.
Y es que es un pueblo que vive por y para el turismo y sus pobladores lo tienen así de claro. Y tanto es así que saben a ciencia cierta que el que no tiene algún tipo de relación con ese sector, está en paro. A pesar de eso son muy pocos los grazalemeños que se encuentran en situación de desempleo, pero los poco más de 200 parados lo son casi de manera coyuntural.
"No nos podemos quejar"
“No nos podemos quejar”. Así lo resumía Noelia desde su tienda Grazalia, que afirma que es habitual ver siempre sus bares a tope, así como sus pastelerías y tiendas de recuerdos, sobre todo los relacionados con la gastronomía, y, entre ellos, los que venden quesos, uno de los bienes más preciados de la localidad serrana.
“Aquí el que vive, vive del turismo”, comenta Noelia, que afirma que incluso su pareja es albañil y no se ha visto forzado a salir afuera a buscar empleo gracias al trabajo que le dan los negocios y las viviendas que viven del turismo que llega a la localidad a lo largo de todo el año.
“En Grazalema no nos podemos quejar”. “Aquí, el que no trabaja es porque no quiere”. Esta afirmación la hace Noelia pero no es la única que lo dice. De hecho en el restaurante cafetería Grazalema Plaza, también ubicada en la Plaza Pequeña, reconocían que ahora mismo estaban buscando como locos a un camarero y a un cocinero para afrontar la temporada.
Sobre el empleo, Fernando Franco y Antonio Fernández, dos abuelos que se encontraban sentaditos cara al sol no veían la botella precisamente llena, ya que afirmaban con contundencia que “aquí falta trabajo y a la vista está que los jóvenes se tienen que marchar para buscar empleo”. Y no habla por hablar, ya que Franco ha criado a ocho hijos, de los que cinco de ellos se encuentran en la Costa del Sol trabajando en un campo de golf. “Van y vienen todos los días porque eso les sale más barato que quedarse allí viviendo con los precios que tiene la vivienda”. Y sus hijos siguen su estela, ya que Fernando Franco cuenta que se ha llevado también 20 años trabajando en el mantenimiento de un campo de golf en San Pedro.
Pero volviendo a la optimista Noelia, a pesar de no declarar su tendencia política afirma, sobre su alcalde (Carlos Javier García, del PSOE) que “es como usted, periodista” y es joven y parece que “entiende y sabe lo que tiene entre manos”. Cabe recordar que Grazalema es la única localidad de la provincia con tan sólo dos candidaturas, el PSOE y el PP.
Precisamente con Carlos, el alcalde actual y candidato socialista para estas elecciones, tenía una reunión estos días Jesús Barea, un joven del pueblo que lleva ya años trabajando casualmente de camarero.
La juventud, o de camarero o fuera del pueblo
Jesús cuenta que es cierto que la juventud se ve forzada a abandonar el pueblo. Y, para colmo, a este problema del desempleo le suma el problema de la vivienda, ya que el suelo está muy caro y una casa en el pueblo puede salir a unos 1.500 euros el metro cuadrado construido “y alquilar una casa es ya casi imposible, ya que los propietarios no suelen alquilarlas para años enteros porque así le pierden dinero a la vivienda ya que la ponen a disposición de los turistas por temporadas e incluso por fines de semana”. De todas maneras, Jesús Barea tiene muchas esperanzas puestas en esa cita que tenía ya concertada con el alcalde, al que quería arrancarle un compromiso por si algún día sacaban para adelante un proyecto que tienen pendiente y que ya está más que prometido, candidatura tras candidatura, de construir una residencia de mayores que podría darle trabajo tanto a él como a su pareja, enfermera de profesión, “algo que nos aseguraría nuestro futuro”. “Las oportunidades para los jóvenes están bastante jodidas”, resume Jesús Barea.
A pocos metros, en la tienda de quesos de La Abuela Agustina, ubicada en el centro del pueblo, un grupo de turistas, todas ellas mujeres andaban probando y probando trocitos de queso que les iba cortando Carmen Moscoso. Pero sólo una de las turistas se quedó y compró algo de queso mientras escuchaba a la vendedora la historia de esta quesería que se puso en marcha en 1997 gracias a la iniciativa es de la maestra quesera Rosana Poley.
Cuenta Carmen que hasta hace poco tenían la fábrica en Grazalema pero se la tuvieron que llevar a Prado del Rey. ¿El motivo? “El cambio climático”, según cuenta la quesera, ya que “aquí hacía antes mucho más frío y para el mantenimiento de nuestros productos no era necesaria la refrigeración pero al subir tanto las temperaturas, las instalaciones había que adaptarlas para incluirles la refrigeración y ya el pueblo se les quedó pequeño, sobre todo por las limitaciones que les imponía su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).
En cuanto a su clientela habitual, Moscoso dice que “tenemos de todo pero normalmente es clientela buena sin olvidarnos las visitas que antes teníamos del Inserso que no son mucho de comprar aunque se les ponga las cinco jotas por delante”.
Y, como propina una queja. Carmen Moscoso quiere que se le traslade al Ayuntamiento que no estaría de más que se apoyara a todos los comerciantes de Grazalema por igual y no a unos más que a otros. Le pedimos explicación y nos contesta que “por ejemplo, cuando aquí se hace algún concurso y se premia a los participantes con una bolsa de productos del lugar pues se incluyen varios tipos de quesos pero nunca los nuestros”, a pesar de contar ya con varios premios y galardones que dan prueba de la calidad de sus productos artesanales.
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