Aparcar en el centro de El Puerto, de difícil a imposible
Movilidad urbana
Las obras del Pasillo Ciudad Amable y la eliminación de numerosas plazas de aparcamiento en el casco histórico desesperan a los vecinos de la zona
Vecinos y hosteleros del entorno de las obras del pasillo amable, preocupados por los cortes de calles y los aparcamientos
Los hosteleros del centro de El Puerto piden soluciones a la falta de aparcamientos para este verano
Nunca ha sido fácil, en las últimas dos décadas, aparcar en el centro de El Puerto de Santa María pero lo que antes era complicado ahora se ha convertido prácticamente en imposible, al menos para los vecinos con coche que ven cómo las últimas obras que se acometen en la zona les han ido comiendo terreno y ahora no sabe qué hacer con sus vehículos.
Un simple paseo por el área comprendida entre el Campo de Guía y la Plaza de los Jazmines sirve para comprender que los espacios de estacionamientos públicos habilitados en parkings como los de la plaza Peral o la calle Ganado se quedan cortos para atender la demanda. Bolsas como las de la Pasarela o el Monasterio de la Victoria sirven para atender parte de la demanda, pero la cosa se complica para quienes residen en el entorno de la avenida de la Bajamar, Micaela Aramburu, Federico Rubio o la calle Misericordia, un espacio donde se acometen desde hace varios meses las obras del proyecto Ciudad Amable, que no está siendo precisamente amable para quienes padecen sus inconvenientes.
Estas obras, consistentes en habilitar un trazado peatonal entre el Campo de Guía y el casco histórico portuense, han eliminado ya aproximadamente un centenar de aparcamientos, a los que hay que sumar la pérdida de casi un tercio del espacio que había disponible en el aparcamiento Bajamar 2, junto al Guadalete (donde se acopia material y maquinaria de las obras del paseo fluvial) y la pérdida del aparcamiento de Bajamar 1 al completo también por las obras del paseo.
Se supone que en la avenida de la Bajamar se va a construir un aparcamiento subterráneo, pero pasa el tiempo y nadie sabe nada de este proyecto, que lleva muchos meses esperando su puesta en marcha.
Una vecina de la calle Federico Rubio consultada por este periódico no oculta su desesperación. “Yo no cojo el coche ya para casi nada, por miedo a no poder aparcar después. Mi padre, que vive en la avenida de la Bajamar, tiene un pequeño huerto junto al Carrefour y se va todas las mañanas andando con tal de no coger el coche. Cada día van desapareciendo más plazas de aparcamiento y ya no sabemos qué hacer, a veces aparcamos en zonas prohibidas, de noche, y nos levantamos temprano para retirar el coche para evitar una multa”, afirma.
Profesores de institutos céntricos como el IES Santo Domingo padecen también a diario la continua pérdida de plazas de estacionamiento, y muchas veces llegan tarde a clase después de dar mil vueltas.
La empresa municipal Impulsa El Puerto, que hasta hace unos meses gestionaba varias zonas de estacionamiento, solo se encarga ahora del parking de la Pasarela, mientras que los gorrillas han vuelto a proliferar en las zonas libres habilitadas, como el nuevo aparcamiento junto a Pozos Dulces y en el espacio que queda libre en la Bajamar. En la Plaza de Toros también es difícil muchas veces encontrar un hueco libre para aparcar.
Otros vecinos consultados se quejan de que es imposible conseguir un garaje, ni en compraventa ni en alquiler, y hablan de precios de hasta 35.000 euros por una plaza. Para el mercado de alquiler es que prácticamente no hay oferta disponible.
Desde el Ayuntamiento señalan, cuestionados por este asunto, que se han puesto en marcha aparcamientos disuasorios en los accesos a la ciudad y que se está construyendo ya la segunda pasarela sobre el Guadalete, que facilitará el acceso desde la Plaza de Las Galeras a la margen izquierda una vez que está construida. Con respecto a los aparcamientos disuasorios citan los de Bajamar, Pasarela, Plaza de Toros, Casa del Mar, Cementerio, Plaza de la Esperanza y Monasterio de la Victoria, aunque todos ellos quedan lejanos en algunos casos para la zona más afectada por la obras, y los que están cerca como la Plaza de Toros o la Bajamar resultan insuficientes.
A la pérdida de aparcamientos hay que sumar las restricciones y prohibiciones como paradas de taxi, espacios para carga y descarga, reservas de espacio para personas con movilidad reducida o las terrazas de bares y restaurantes que poco a poco han ido ganando espacio donde antes había plazas de aparcamiento.
En cuanto a los proyectos de aparcamientos subterráneos previstos, el de Pozos Dulces no se va a acometer, después de un largo culebrón del que aún queda pendiente un largo camino judicial, y el de la avenida de la Bajamar promovido por la Autoridad Portuaria debería haber comenzado en la primavera del pasado año, sin que nadie informe de cuando van a comenzar las obras.
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