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Beardo y la estrategia del avestruz

Política municipal

El alcalde de El Puerto de Santa María se ha convertido en un experto en esconder la cabeza ante los graves problemas a los que se enfrenta la ciudad

El alcalde portuense, Germán Beardo, sigue la estrategia del avestruz: hacer como que los problemas no existen. / Miguel Guillén

En Un mundo feliz, la famosa novela de Aldoux Huxley publicada en 1932, se refleja una sociedad ideal en la que nadie se hace preguntas y los ciudadanos son manipulados para alcanzar la felicidad, aunque ésta sea ficticia.

En El Puerto de Santa María, salvando las distancias, se vive también una etapa en la que si sólo atendiéramos a la información del equipo de Gobierno y sus canales de comunicación oficiales, diseñados para exaltar la figura del alcalde, Germán Beardo, podría parecer que vivimos en un mundo ideal. El problema es que la realidad de El Puerto dista mucho de ser perfecta y la gestión municipal está alcanzando en algunas ocasiones cotas preocupantes y nunca vistas de ineficacia.

Algunos claros ejemplos los hemos tenido este último verano, cuando El Puerto, como todos los municipios turísticos de Andalucía, ha estado a rebosar después de largos meses de pandemia que impidieron los viajes.

Sobre el último verano en El Puerto habrá opiniones para todos los gustos. Quienes sean amantes del ocio incontrolado habrán estado contentos, la hostelería sin duda se habrá beneficiado de la total ausencia de control de espacios y aforos, pero muchos vecinos también se han quejado de un exceso de ruido y molestias y de haber sufrido los efectos negativos del turismo de botellón.

Lo que no es discutible es que durante el verano se han producido graves episodios que han puesto en entredicho la solvencia de El Puerto como ciudad, y valga como ejemplo la entrada en vigor del contrato de socorrismo en las playas ya avanzado el mes de agosto —con parches anteriores que no atendían correctamente el servicio— o la bochornosa retirada de las banderas azules, días después de presentarse a bombo y platillo.

La notoria ausencia de la Policía Local de las calles portuenses ha sido también un problema muy serio, sin que desde el Gobierno se haya intentado de forma alguna acabar con él para garantizar la seguridad en verano en una ciudad turística que casi triplica su población. La grúa municipal, sin contrato con el Ayuntamiento desde hace un año, tampoco ha estado funcionando más que a cuentagotas y ahora dan la cara nuevos problemas como la falta de personal en las instalaciones deportivas municipales, que en ocasiones se han tenido que cerrar por falta de trabajadores para atender a los usuarios.

El Puerto sigue sin presupuestos municipales y tiene anulado el PGOU

Se encuentran caducados también importantes contratos municipales como el de la limpieza en colegios e instalaciones municipales y el de parques y jardines, y en noviembre caducará el contrato de la limpieza pública, sin duda el más importante de los que tiene que suscribir el Ayuntamiento. También los colectivos sociales siguen sin cobrar sus ayudas pendientes.

El Puerto sigue además sin presupuestos municipales, tiene anulado su último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y ha tenido que volver a regirse por el aprobado hace casi 30 años, en 1992. La ciudad ha estado a punto de perder la subvención de 10 millones de euros de la Edusi, vital para su futuro, por la falta de desarrollo de los proyectos, entre ellos el futuro paseo fluvial del Guadalete.

Afortunadamente el Gobierno central ha concedido una prórroga de un año para su desarrollo, lo que de momento evita que este dinero se esfume, aunque habrá que trabajar muy en serio para que no vuelva a expirar el plazo concedido. Otras subvenciones y ayudas se han perdido por los retrasos de los trámites necesarios, como el programa Platea para el teatro, y otras podrían estar a punto de perderse. De todos estos asuntos, sin embargo, el alcalde portuense no ha dicho ni una sola palabra. En sus redes sociales lo habitual es ver solo mensajes positivos, en tono casi siempre coloquial y populista, destacando logros que a veces son propios y muchas otras de sus socios en áreas como Turismo, Deportes, Educación o Mantenimiento Urbano, como el propio socio de gobierno Curro Martínez se encargó hace unos días de recordarle en una red social.

Incluso algo tan positivo como la aprobación del Peprichye se ve empañado por la flagrante falta de personal en el área de Urbanismo, por no hablar del estado de Pozos Dulces, que se quedará finalmente sin parking y cuya superficie supuestamente se iba a empezar a cubrir el pasado mes de agosto.

Es raro que el alcalde ofrezca una rueda de prensa para hablar de asuntos de ciudad, no lo hace desde hace meses, aunque sí comparece con frecuencia para asuntos menores. Rara vez para abordar temas espinosos, que si no hay más remedio suele despachar con una nota de prensa, con declaraciones de alguno de sus concejales.

Germán Beardo sigue la estrategia del avestruz, que pasa por hacer como si los problemas no existiesen. Nunca, sin embargo, en la historia reciente del Ayuntamiento ha habido tal carencia en los servicios básicos que reciben los ciudadanos, que pagan religiosamente sus impuestos para obtener una contraprestación, sin excusas.

El propio Beardo, nada más llegar a la Alcaldía, hablaba de reorganizar la maquinaria municipal porque como decía “la eliminación de puestos de trabajo en el Ayuntamiento ha tenido un efecto desastroso en la función pública”. Para eso fichó a su asesor estrella Antonio Caraballo, que le iba a ayudar a dar un vuelco a esa maquinaria. No ha sido así hasta ahora, pero Beardo muestra una notable dependencia del polémico jefe de servicio, a quien se llevó incluso a la convención nacional del PP celebrada en Valencia.

Cuando han pasado ya dos años y medio desde la llegada de Beardo a la Alcaldía las cosas no solo no han mejorado, sino que están peor que antes. En el lado contrario, la actividad pública del alcalde se nutre continuamente de fotos en las que se exalta su papel de líder, prodigándose en actos sociales o de representación y protagonizando episodios como la dedicatoria de un parque a Pemán en la Costa Oeste, aprovechando oportunistamente la polémica suscitada por el alcalde de Cádiz.

Ni siquiera está siendo capaz de sacar el partido suficiente al gobierno popular de Junta de Andalucía, con numerosos proyectos pendientes de rematar en la ciudad. Se le olvida que El Puerto necesita un alcalde y un gestor, no un influencer.

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