El Alambique
J. García de Romeu
Sanidad pública y privada
El Puerto/ Festival de Teatro de Comedias
El Puerto/Este viernes asistimos en el patio porticado de San Luis Gonzaga a la última representación de este año del Festival de Teatro de Comedias, la obra Por los pelos. Como en todas las funciones, el aforo estuvo limitado siguiendo las normas de Sanidad, con las butacas separadas cumpliendo con el distanciamiento entre espectadores dictado por la Orden Ministerial y obligando a todos los espectadores a cubrir boca y nariz con mascarillas.
En el espectáculo montado por el grupo valenciano 'L´Om Imprebís' y por 'Olympia Metropolitana', todos los espectadores somos testigos de un asesinato, el de la famosa pianista Isabel Sczerny, que vive en el piso de arriba de la peluquería de moda en la que transcurre la acción. En principio hay cuatro sospechosos, De repente, un grito. Se ha cometido un asesinato. Llega la Policía. Peluqueros y clientes tienen algún motivo para haber cometido el asesinato, por lo que todos se convierten en sospechosos y los espectadores en los únicos testigos de lo ocurrido.
Tony Luján, el estilista gay, dueño de la peluquería, su exuberante ayudante y dos clientes, una adinerada señora de la sociedad madrileña (en la versión española) y un misterioso anticuario que mantiene extraños negocios con la famosa pianista, junto a dos policías, conforman el elenco de la función. Carles Castillo, Carles Montoliu, Juan Gea, Lola Moltó, Alfred Picó, Lara Salvador y Rafa Alarcón, encerrados todos en la peluquería, nos ofrecen sus versiones de los hechos, pero hay otro personaje muy importante, el público que interviene muy activamente en la función y que, además, es el que decide quién es el asesino y al que el comisario interpela, creando situaciones imprevistas o inesperadas que obligan muchas veces a que los actores tengan que improvisar.
Son los espectadores precisamente, los que con sus respuestas a las preguntas del inspector, hacen que cada día el final de la función sea distinto que el del día anterior, por eso en cada representación hay un final diferente. El público es, somos, parte fundamental del desarrollo y desenlace de la obra (y en eso radica el éxito de la obra), que a pesar del drama que nos presenta y de la intriga, está revestida de un humor que el público agradece, aunque ese humor, en ocasiones, es demasiado directo y falto de sutilezas, con abuso de alusiones a personajes de la actualidad como la Familia Real o Podemos, llegando incluso a rozar la vulgaridad y el mal gusto.
El juego comienza cuando el comisario, personaje representado por Juan Gea, como comisario tradicional, metido a dirigir un embrollo que le viene grande como si lo hubiera hecho toda su vida, pide que enfoquen al patio de butacas y reclama la colaboración del público para resolver el caso y el público, nuestro público, reacciona, sorprendentemente, de forma natural espontánea.
En la búsqueda del asesino está la clave, y hay espectadores que se entusiasman en ese inesperado papel de personaje de la obra al que se ve sometido y provoca situaciones comprometidas para los intérpretes que se ven obligados a inventar respuestas y discusiones con gente entusiasmada por ser ellos también, de repente, actores.
La producción original de Pörtner, estrenada en Boston, lleva cuarenta años en cartel y es la comedia más representada de la historia en Estados Unidos, tanto que ya ha entrado en el Libro Guinness de los Récords como la obra mas vista en los escenarios de América. La versión española llega bajo la dirección de Santiago Sánchez.
Un magnífico final para este Festival de Teatro de Comedias que hizo pasar una noche muy divertida y agradable a todos los espectadores.
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