El Alambique
J. García de Romeu
Sanidad pública y privada
Entrevista/De Cerca
Es el ‘alma mater’ del grupo de teatro Balbo, nacido en El Puerto de Santa María, y ha llevado como bandera el amor a las humanidades y al mundo grecolatino a lo largo de toda su carrera como docente. Ya jubilado, sigue poniendo la misma pasión de siempre a la hora de transmitir a los jóvenes valores como el esfuerzo, el compromiso y el trabajo en equipo.
–Ha sido usted profesor de instituto durante muchos años. ¿Echa de menos la docencia, ahora que está jubilado?
–Totalmente. Tuve la suerte de ejercer como docente, ha sido mi vida. Con el teatro aún me siento docente pero echo mucho de menos el instituto y a los alumnos.
–Durante sus años como director del IES Santo Domingo, en El Puerto, eran famosos los viajes de fin de curso a Roma. ¿Se aprende más con las experiencias que con los libros?
–Sí, sin duda. Si algo descubrí cuando me inicié en la docencia fue que la enseñanza del latín y del griego tenía que ser no solo gramática y sintaxis, sino también cultura. En mi primer viaje a Italia con alumnos me di cuenta de que era un aula viva, llena de experiencias. En aquella época se viajaba poco y los estudiantes aprendían mucho.
–Ha dado clases de Latín durante toda su vida laboral. ¿Qué les dice a quienes afirman que no sirve para nada?
–Pues que se pierden una gran cultura, una gran literatura, se pierden el aprender a ser buen ciudadano. El que estudia el mundo grecolatino aprende de los errores que cometieron, pero también de su pensamiento y su repercusión en el mundo actual, en el arte, la filosofía, el pensamiento, la política o los ritos religiosos. No estudiar latín sería un disparate.
–También otras asignaturas como la Filosofía pierden peso en la Enseñaza Secundaria Obligatoria. ¿Es un error?
–Un error total. Salustio decía que no se educaba bien a los jóvenes, que estaban entregados al vientre y al sueño. Si las autoridades educativas no son conscientes de que hay que cultivar el espíritu de los jóvenes, llegará un momento en el que se acerquen al comportamiento de los animales, y no es un insulto. La filosofía, el arte, la cultura y sobre todo la lectura es lo que hace que estos chicos se enriquezcan. Los jóvenes necesitan madurar en silencio, estar solos de vez en cuando, y eso se consigue con la lectura pausada y meditada. También es verdad que los docentes no hemos sabido a veces transmitir con pasión las humanidades, no todo es culpa del político o del sistema educativo. Yo pido pasión para transmitir las humanidades, es lo que yo siempre he intentado hacer, tenemos que entregarnos a esta labor de transmitir.
–¿Cómo empezó su andadura en el teatro?
–Fue por pura casualidad. Terminé la carrera con 21 años en la Universidad de Sevilla y Juan Gil, que hoy es académico, me sorprendió en el examen final y me propuso quedarme como profesor. Tuve que estudiar a Plauto durante todo el verano y el primer año estuve con dos grupos de 200 alumnos explicando La Aulularia y Miles Gloriosus. A partir de entonces decidimos representar la obra y un alumno, Ramón Resino, me ayudó y gracias a él aprendí. Estrenamos precisamente en la Casa de la Cultura de El Puerto, en el curso 1974-75. A partir de ahí ya no dejé de hacer teatro y ahora se van a cumplir 48 años del grupo, aunque Balbo tuvo otros nombres antes de los años 90. Entré en el teatro como medio auxiliar del Latín, y no he parado.
–Tras muchos años vinculado al instituto Santo Domingo, han tenido que buscar otra sede. ¿Por qué no ha sido posible seguir en ese centro educativo?
–Comprendo las razones, pero me surgen dudas. Llevamos dos años con Covid y no pudimos ensayar. Tenía la esperanza de retomar allí los ensayos este año pero la dirección del instituto al parecer necesitaba las salas donde teníamos el atrezzo para otros proyectos educativos. Nos animaron a dejarlas y además no podíamos usar el salón de actos, así que nos vimos obligados a irnos, me da mucha pena.
–Y eso que el salón de actos del instituto lleva su nombre...
–Pues sí, aún sin merecerlo, porque Balbo no es Emilio Flor. Han sido muchos años encerrados allí los fines de semana, en Navidades, y ahora tener que dejarlo... La excusa fue el Covid pero poco después se celebraba un acto multitudinario en el mismo instituto...
–Muchos actores hoy consagrados han pasado por Balbo. ¿Se siente orgulloso de esta cantera de profesionales?
–Sí, han sido muchos los que han buscado su vocación a través del teatro. Pero el objetivo de Balbo no es crear actores o actrices profesionales sino educar en el estudio de las humanidades y sobre todo, trabajar en equipo con disciplina, humildad y mucho sacrificio. Me siento orgulloso de los que han conseguido llegar arriba, pero más aún de los buenos ciudadanos que han salido de Balbo.
–A pesar de la crisis de las humanidades, no faltan aspirantes para entrar en el grupo. Los jóvenes siguen teniendo interés por la cultura.
–Muchísimo. Quizás les falta que les abran puertas. Muchos acuden a nosotros porque no hay muchos espacios donde se pueda cultivar la música, la pintura, el cine… La juventud portuense necesita que alguien les escuche. Conozco a muchos jóvenes con iniciativas pero no encuentran donde desarrollarlas y se desesperan. Balbo recibe a todo el que aspira al arte escénico, es una escuela humilde de iniciación al juego dramático. Es una escuela gratuita pero el joven paga con el trabajo y la disciplina, dedican todo el fin de semana a los ensayos.
–Una de las características de Balbo es que combina la juventud con la veteranía.
–Sí, en un principio trabajábamos con alumnado de un mismo centro, luego se abrió a otros. En las tragedias la presencia escénica es importante y siempre tenemos amigos que aportan esa presencia. En este momento tenemos a cuatro veteranos que además de ayudar a la disciplina me ayudan a gestionar el grupo.
–¿Apuestan las instituciones por este tipo de espectáculos? ¿Qué fue de las jornadas de teatro grecolatino de El Puerto?
–Pues no se llevan a cabo desde que llegó el Covid, ha sido una causa, legítima o no, para paralizar actividades culturales. También se ha perdido de momento la Oferta Educativa Municipal, que no se ha retomado. Espero que se recuperen estas actividades con nuevo ánimo. Otros municipios como Puerto Real sí han apostado por las jornadas grecolatinas y fue una alegría volver a escuchar las voces de reencuentro con los jóvenes, es algo que emociona. También se hacen en otros municipios de la provincia como Jerez o Prado del Rey.
–En El Puerto tenemos un magnífico teatro municipal. ¿Es fácil acceder a formar parte de su programación para los grupos locales?
–Es difícil, porque trabajan con compañías profesionales. Para los grupos aficionados está la muestra de teatro portuense y también nos animan a participar en las jornadas de comedia en los barrios. Hay dificultades burocráticas y económicas para que el teatro abra sus puertas, también por lo que respecta a las salas de ensayo. Hay localidades como San José de la Rinconada, en Sevilla, donde su modelo de uso del teatro es ejemplo en toda Andalucía, es un teatro que tiene una programación constante para compañías profesionales pero también para colectivos locales, para los que su teatro es su casa. También es verdad que las entradas de los espectáculos del teatro Pedro Muñoz Seca para los grupos aficionados nos las dejan a mitad de precio, y eso algo que valoramos.
–¿Tiene algún sueño pendiente?
–Mi sueño siempre ha sido crear un gran espacio en la Ribera, junto al río Guadalete, desde el Parque Calderón hasta el Paseo José Luis Tejada y que unas cuantas veces al año sirviera para acoger propuestas artísticas de todo tipo, una Ribera de la Cultura llena de grupos aficionados con iniciativas culturales: músicos, artesanos, pintores, imagineros… sería una gran oportunidad para mostrar el talento que hay.
–Usted y su grupo han llevado siempre el nombre de El Puerto por el mundo. ¿Estamos los portuenses lo bastante orgullosos de nosotros mismos?
–Yo me siento muy portuense, muy gaditano y muy andaluz. En El Puerto hay una gran creatividad, tenemos grandes artistas como Javier Ruibal, que ha trabajo muchísimo. Esa creatividad se debe impulsar y apoyar, debe tener una resonancia. Creo que necesitamos valorar lo nuestro, que el eco empiece a sonar en El Puerto para extenderse después a otros lugares. Aplaudimos a veces a artistas que vienen promocionados en verano cuando en El Puerto tenemos en muchas ocasiones a artistas que los superan. También se critica de forma vana lo que hace el compañero, cuando tenemos que apoyarnos y aplaudirnos. Pido que los portuenses nos ayudemos entre nosotros y que la crítica sea siempre constructiva a la hora de valorar al que tenemos al lado. Tenemos enormes artistas en todas las disciplinas.
–¿Qué proyectos tiene el grupo a corto plazo?
–Este último fin de semana hemos actuado en el teatro de Clunia, en Burgos. El próximo 16 de mayo estaremos en la Universidad de Sevilla, en la misma Aula Magna donde yo empecé con 21 años. Y este verano queremos hacer un festival de comedia y tragedia en las Bodegas Osborne, en el mes de julio, para los portuenses que aún no nos conocen. La Fundación Osborne nos ha abierto sus puertas y queremos agradecérselo. También estamos preparando un proyecto sobre la historia de la bodega, dentro de la conmemoración de su 250 aniversario.
–¿Le augura futuro al mundo del teatro aficionado en El Puerto?
–El teatro no profesional está muy vivo, hay muchísimos grupos, pero tienen dificultades a la hora de contar con espacios para ensayar y se desaniman cuando no pueden presentar proyectos. Muchos de estos grupos están dirigidos por antiguos componentes de Balbo. Hay también una escuela de teatro en Los Toruños y gente con una gran afición. Nosotros los grupos, como autocrítica, también tenemos que dar un mínimo de calidad y un trabajo digno, y esa calidad está en la pasión y el compromiso.
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