“No estoy pidiendo caridad ni limosna, solo pido justicia”
Entrevista a Enrique Pérez Castallo, secretario de la Fundación Rafael Alberti
El único trabajador de la Fundación Alberti lleva tres años sin cobrar su sueldo
El Ayuntamiento portuense le adeuda ya más de 80.000 euros
–Lleva usted 25 años trabajando en la Fundación Rafael Alberti, 20 de ellos como indefinido, y desde hace tres años no percibe su salario. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
–Desde 2019 llevo sin cobrar el sueldo ininterrumpidamente, pero tengo también mensualidades pendientes de 2016 y 2017. En total más de 80.000 euros. Se llega a esta situación porque cuando en 2010 el Patronato, a petición de la familia de Alberti decide extinguir la Fundación, hay una serie de obstáculos económicos que hay que solventar. Se había pedido un préstamo para la ampliación de la sede y mientras la situación económica fue buena, se fue pagando, hasta que llegó la crisis y empezaron a reducirse las subvenciones, en 2008 -siendo alcalde el popular Enrique Moresco-. Desde entonces las demás instituciones que ya habían reducido sus aportaciones, como la Diputación Provincial o la Junta de Andalucía, al anunciarse la extinción y ser el Ayuntamiento el propietario del edificio y de la mayor parte de la donación de Alberti a la ciudad, así como el beneficiario en caso de extinción, entienden que es al Ayuntamiento al que le corresponde liquidarla, dejando a la creación de un futuro museo público la futura participación de estas otras instituciones. La cuestión es que la liquidación lleva ya once años en proceso. Yo vivo ahora de ahorros y de un préstamo que tuve que pedir, además de ayuda de familiares y amigos. Yo no estoy pidiendo caridad ni limosna, sino justicia. Creo que el principal derecho de cualquier trabajador es cobrar su sueldo y yo he sido muy paciente antes de interponer una demanda, ya para defender mis intereses ante este desgaste emocional y psicológico. Creo que he sido muy leal a la institución y al Patronato. Ye es una cuestión de dignidad.
–¿Cuál es el el punto en el que se encuentra ahora la disolución de la Fundación?
–Pues ha tenido varias fases. Hubo tres años en que estuvo prácticamente inactivo, pendiente de un informe de Intervención que nunca llegaba. Siendo alcalde Alfonso Candón y edil de Economía Mariola Tocino se empezó a desbloquear la situación, pero estuvieron muy poco tiempo y el siguiente equipo de Gobierno, ya con PSOE e IU, liquidó el préstamo -que ascendía a 170.000 euros- pero quedaron facturas pendientes. El problema es que entonces se calculó con demasiado optimismo el periodo que el Protectorado de Fundaciones -dependiente de la Junta- tarda en resolver, con lo que por pocos meses nos cogimos los dedos, y de ahí vienen los atrasos de 2016 y 2017. Ahí no hubo falta de interés, sino problemas burocráticos. Otro problema ha sido la falta de presupuestos municipales, tanto en 2017, que se prorrogaron, como ahora que llevan prorrogados desde 2018. El problema se agravó cuando en 2019 el Ayuntamiento, con graves problemas internos, dejó de pagar las subvenciones externas. La Fundación está sobreviviendo exclusivamente de sus ingresos por venta de entradas, y además en años atípicos como los de la pandemia. Los portuenses además entran gratis a las instalaciones. Los demás organismos como Diputación y Junta están dispuestos a participar en el momento en que se haga borrón y cuenta nueva, pero no lo harán mientras no termine el proceso de extinción. La Fundación se ha quedado en terreno de nadie.
–Varios grupos municipales llevan este miércoles a pleno una moción para pedir que se solucione la situación. ¿Qué medidas se deberían tomar?
–Las necesidades son muchas, porque el edificio y los equipamientos vienen subsistiendo desde hace 18 años. La casa original, que se rehabilitó en 1993, tiene problemas de humedad y capilaridad, la fachada se está deteriorando. Mantenemos y renovamos una única sala, la de las exposiciones temporales, pero el resto del edificio, e incluso la zona destinada a la exposición permanente se deterioran. Además de la parte expositiva hay muchos documentos guardados, de gran valor documental. La imagen de la Fundación es muy importante para El Puerto, porque atrae a muchos visitantes que quieren conocer el legado de Alberti, y es además un turismo de calidad. Debería haber un propósito para consumar de una vez la liquidación de la entidad para poder empezar una nueva etapa. El presupuesto anual de la Fundación puede rondar los 40.000 euros anuales, y una cuarta parte se cubre con ingresos propios. No es una fortuna para una ciudad como El Puerto, el problema es cuando se acumulan los presupuestos de varios ejercicios, como ha pasado ahora. Y eso por no hablar de la falta de personal, cuando una institución de este tipo debería tener cinco trabajadores, y ahora estoy yo solo como gestor.
–¿Quién forma parte ahora mismo del Patronato?
–Tras la dimisión de María Asunción Mateo hace once años el presidente del Patronato en funciones es el alcalde, en estos momentos Germán Beardo, y la vicepresidenta segunda es ahora la edil de Cultura, Lola Campos. Más que una cuestión de partidos es muy importante la implicación de los patronos. Por parte de la familia están presentes los dos hijos de María Asunción, que están ya cansados de que esta situación no se solucione.
–Las deudas de la Fundación con la Seguridad Social y Hacienda ascienden a unos 18.000 euros. A la hora de que se ejecute un embargo, ¿peligra el legado que Alberti dejó a la ciudad?
–Desde principios de año estamos al límite de la amenaza de embargo, aunque solo podrían embargar los bienes de equipamiento y mobiliario. El legado de Alberti estaría protegido.
–¿Está pasando factura esta situación al legado y la memoria del poeta?
–Por supuesto. La falta de actividad de la Fundación repercute en la imagen de El Puerto y la falta de mantenimiento dificulta que la Fundación esté viva. Ahora mismo toda la actividad se centra en una única sala que se va rotando, pero no hay un programa estable de actividades y la sede necesita ya una renovación, es evidente el deterioro, aunque tampoco hablamos de grandes obras sino de un mantenimiento. En cuanto a la exposición permanente, los materiales se van deteriorando y van perdiendo vistosidad, en el caso de los paneles por ejemplo. Hay incluso goteras y filtraciones. A quien perjudica todo esto es al Puerto. Otro portuense ilustre, Pedro Muñoz Seca, decía que los pueblos que honran a sus hijos ilustres se honran a sí propios. Otro portuense ilustre que también está bastante en el olvido. Es envidiable, por ejemplo la actitud que tiene la localidad de Moguer con respecto a Juan Ramón Jiménez, con el orgullo y el mimo que cuidan su memoria. Es algo que debería trascender a la política y a las ideas. Alberti ya era un clásico en vida y se le sigue leyendo en todos los idiomas, con muchísimas referencias a El Puerto en su obra.
–¿Cree que se puede dar el caso de que se cierre la entidad?
–Eso ya sería lo más lamentable, pero un paso intermedio podría ser que se quedara con una sola persona que la abriera y la cerrara y por la falta de mantenimiento y el deterioro del edificio hubiera que cerrar. Otra cosa sería cerrar temporalmente para una remodelación o el cambio de modelo. Nos lamentamos de las cosas cuando las perdemos, como pasó con el Vaporcito. La Fundación es un indudable atractivo para El Puerto.
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