El Alambique
María González Forte
Contradicciones sociales
Cultura
Desde finales del pasado mes de abril es el nuevo presidente de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, una institución cultural portuense que atesora 123 años de historia. Es portuense de pura cepa, descendiente de una familia materna bodeguera muy arraigada en la ciudad.
–¿Qué objetivos se ha marcado para esta nueva etapa?
–Quiero hacer más visible la Academia, que es una institución que tiene una gran historia y parece que está olvidada, en un rincón de la plaza de España. Me gustaría que la Academia fuera como el Nilo, que desborda cultura por la ciudad, y que la gente de El Puerto la haga suya.
–¿Qué le ha llevado a dar el paso de convertirse en presidente?
–Pues fue todo un poco por sorpresa, porque yo no era ni socio. Yo estuve de joven aprendiendo dibujo, pero lo dejé cuando empecé la carrera. Ahora, tras mi jubilación -ha sido jefe de la asesoría jurídica municipal desde la creación de esta plaza, en 1981- volví a recibir clase de pintura y un día, entrando en clase, un miembro de la junta directiva me lo propuso. Me dijo que habían barajado mi nombre por mi trayectoria, pero me cogió por sorpresa, aunque luego lo pensé y dije, por qué no, si puedo aportar algo para el bien de la Academia.
–El programa ‘Los Martes de la Academia’ es todo un clásico del verano portuense. ¿Qué líneas maestras se siguen este año?
–Este año hay una triada de conferencias sobre Fernando VII que se celebrarán en la Bodega de Mora de Osborne. También habrá algunas muy curiosas, como la conferencia del 11 de julio, que será una conferencia-concierto en el Monasterio de la Victoria y además entre otros invitados contaremos con nuestro querido Ángel Salvatierra.
–Una de sus intenciones es abrir la Academia a la sociedad. ¿Cómo se puede llegar a los más jóvenes?
–Hay un programa de intenciones que se hizo en 2015 para reavivar la Academia, y quedó en punto muerto. Era algo muy ambicioso, hablaba de pasado, presente y futuro, y una de las claves era precisamente llegar a la gente joven. Aunque es cierto que muchos niños y jóvenes vienen a las clases, participan poco en los actos que se organizan, habría que buscar actividades que atraigan a un público más joven. Estamos trabajando ya en algunas propuestas, una de ellas relacionada con los conocidos muppets, con cuyo creador estamos en conversaciones a ver si lo podemos traer. También tenemos que acercarnos al mundo digital, en definitiva nuevos temas que atraigan a la gente joven.
–La formación es otro de los pilares de la Academia. ¿Se va a reforzar este aspecto?
–La formación no es solo otro de los pilares, sino algo único entre las academias de Bellas Artes en toda España. Normalmente en este tipo de instituciones no se imparten clases. Ese fue el objetivo principal cuando se creó la Academia, de la mano del doctor Federico Rubio, un médico muy prestigioso natural de El Puerto y afincado en Madrid. En 1899 lanzó la idea de crear una institución que desarrollara la cultura y enseñara a la gente joven, y ya en 1900 se creó la Academia. Dar clase a los niños de entonces era el gran objetivo, aquí se impartían materias como Contabilidad o Mecanografía, aparte de las materias relacionadas con las bellas artes. También al poco tiempo empezaron las clases para las niñas, que era algo muy inusual en aquella época. Esa vertiente formativa no se quiere perder y la enseñanza se potenciará.
–Uno de los asuntos pendientes es la ampliación de la sede de la calle Pagador. ¿Qué perspectivas hay al respecto?
–La sede que ocupamos es municipal, el Ayuntamiento nos cede su uso y paga los suministros. Tenemos que retomar las relaciones con el Ayuntamiento, que están en un punto muerto. La sede está bastante deteriorada y se ha quedado pequeña. Creo que el Ayuntamiento debería colaborar más con una entidad como la Academia, que da tanto a El Puerto, debería haber una relación más intensa. La zona del Museo, cuando se traslade al Hospitalito, nos permitirá disponer de más espacio para nuestras actividades y no dependeríamos tanto de otras entidades. Podría haber conferencias en invierno, exposiciones permanentes... Espero que mis 35 años en el Ayuntamiento sirvan de algo.
–La restauración de obras de arte ha sido también una importante labor de la Academia. ¿Se va a mantener?
–Hay que tener en cuenta que la Academia prácticamente sobrevive. Solo tenemos las cuotas de sus 268 socios, que son de 40 euros al año y que se cobran además en dos semestres. También tenemos la ayuda de empresas como Bodegas Osborne o Bodegas Caballero, y otras entidades que colaboran en nuestras actividades. Las subvenciones del Ayuntamiento también están paradas desde hace varios años, y en estos momentos no contamos con aportación económica alguna por parte municipal. Queremos darnos a conocer también entre más empresas para pedir su colaboración, porque para nosotros es importante. Nos encantaría seguir con la restauración de obras de arte, pero en esta situación es muy difícil. Hace poco vino una señora que tenía en su casa un cuadro del Arzobispo Bizarrón y preguntaba si se podía restaurar, pero sin contar con medios económicos ahora mismo es imposible. Queremos que la gente sepa que el dinero que manejamos en la Academia se invierte directamente en cultura, aquí nadie cobra, todo es voluntario.
–¿Qué destacaría del equipo que le acompaña en la directiva?
–El equipo es el mismo, con algún cambio de funciones, pero básicamente siguen los mismos integrantes, que son los que están al tanto de todo y conocen perfectamente el funcionamiento de la Academia. Confío en ellos plenamente y seguiremos trabajando mano a mano, es un engranaje que funciona.
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