Las Hermanitas de los Pobres se marcharán de la ciudad en un año
La congregación regenta la residencia de mayores de Las Banderas, un recurso que quieren que siga funcionando
El asilo cuenta con 30 trabajadores y pronto quedarán solo siete religiosas
El puerto/Las Hermanitas de los Pobres se marchan de la ciudad. No será algo inmediato, sino a medio plazo, aproximadamente dentro de un año, pero ya está decidido. La falta de vocaciones y la avanzada edad de las religiosas que van quedando en la casa de Las Banderas ha obligado a la congregación creada por Sor Juana Jugan en el siglo XIX a replantearse su presencia en la ciudad, en la que se encuentran presentes desde hace más de cien años.
Así lo confirmaban a este periódico fuentes de la congregación, que aseguraron, no obstante, que la intención es que en todo momento los ancianos que residen en Las Banderas no tengan que moverse de allí.
En estos momentos residen en el asilo 56 mayores, que son atendidos por una decena de religiosas y por una treintena de empleados. No obstante, el número de religiosas ha ido decayendo progresivamente, entre otras cosas por la falta de vocaciones, a lo que se suman algunos traslados que se materializarán en pocos días. También en los últimos años se han ido atendiendo menos solicitudes de ingreso, por lo que el número de residentes ha descendido desde los 75 que había en el asilo en el año 2012 a los 56 actuales.
La residencia de Las Banderas es la única casa de la congregación que permanece abierta en la provincia, ya que hace algún tiempo que cerraron sus puertas las sedes de Cádiz y Jerez.
La congregación está presente en 31 países y en Andalucía cuentan con presencia en las ciudades de Jaén, Granada, Málaga Ronda y Sevilla. Las religiosas que actualmente atienden a los mayores en la residencia portuense serán destinadas a otras casas de la congregación, de manera que ya no serán ellas las que regenten el asilo. Para ello, y según ha podido saber este periódico, se están estudiando ofertas y propuestas de diferentes empresas y entidades especializadas en la atención a personas mayores, aunque desde la entidad no quisieron avanzar de momento ningún detalle al respecto. Lo único que pudieron confirmar es que su marcha está ya decidida, algo que ya saben los residentes, a quienes se lo comunicaron hace algunas semanas.
El asilo de Las Banderas funciona en su actual emplazamiento desde hace aproximadamente 30 años, en un edificio ubicado junto al recinto ferial. En el año 2007 se detectaron en el edificio una serie de graves deficiencias que obligaron a la congregación a ejecutar, de forma urgente, unas importantes obras que se prolongaron por espacio de ocho meses y que costaron más de medio millón de euros, un dinero que se pudo recaudar en gran medida gracias a las donaciones y aportaciones realizadas por numerosas empresas y particulares de la ciudad. Y es que el asilo de Las Banderas cuenta con una larga lista de benefactores, no en vano se mantiene casi exclusivamente gracias a las aportaciones realizadas por particulares, no solo dinerarias sino también en forma de alimentos o productos de diversa índole para el día a día de la residencia. En el caso de los mayores que allí residen, lo habitual es que sus pensiones contribuyan al mantenimiento del asilo, con una cantidad que se les deja para sus gastos. También muchos de los residentes legan sus bienes a la congregación, como una manera de contribuir a su mantenimiento.
Aún así, los gastos de funcionamiento de una residencia de este tipo son elevados y las religiosas cada vez se encontraban con más dificultades para llevar a cabo su labor.
La congregación de las Hermanitas de los Pobres fue creada por la beata Juana Jugan a mediados del siglo XIX en Francia, y desde entonces su razón de ser siempre ha sido la atención a los mayores.
Siguiendo la senda de otras congregaciones
Las Hermanitas de los Pobres no será la primera congregación religiosa en dejar la ciudad. Ya ha habido precedentes con otras órdenes y recursos, como por ejemplo Las Esclavas, que en el año 2014 clausuraron su casa de la calle Luna con motivo de una reorganización de la comunidad. También el centro Luisa de Marillac trasladó en ese mismo año a los menores que residían en su hogar, ubicado junto al colegio de El Puerto, a otro centro de la misma congregación. La falta de vocaciones es un problema que está afectando a todas las órdenes religiosas, ya que son muy pocos los jóvenes que optan por este modo de vida.
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