Jesús Mendez en la peña El Chumi, el cante de ayer en una voz de hoy

El Puerto/El cante de Jerez en la voz de Jesús Méndez. Patio del Matadero Viejo, de la Peña el Chumi. Al cante, Jesús Méndez, al toque, Pepe del Morao, al jaleo y palmas, Manuel Cantarote y Momi de Cantarote. Presentación del acto por el maestro del núcleo duro de los críticos de flamenco Manuel Martín Martín, asiduo escritor y columnista del periódico El Mundo. Realiza un recordatorio por el cincuentenario de artistas que se celebran este año, efemérides significativas como las de los artistas que sin ellos no se podría concebir el flamenco último y actual, Manolo Caracol, Diego del Gastor, que hiciera ese genuino toque de guitarra entre lo clásico y lo popular, el toque genuino de Morón. Cuarenta años de Antonio Mairena y el centenario de su comadre, Fernanda de Utrera. El flamenco es la expresión de un sentimiento que se entreteje con la nostalgia del pasado, con la esperanza de presente, que es la mayor manifestación a desarrollar de las peñas flamencas. Afinando los entre hilos de la industria cultural flamenca y la política. El crítico terminó con una frase para enmarcar: "Sin el público no hay artista".

Jesús Méndez, de la saga cantaora y buque insignia de La Paquera, línea directa paterna, acérrimo defensor de los cantes de su Plazuela de Jerez, conocido por su característico estilo de bulería y solear, presentándose por sus también seguiriyas, que en esta noche no interpretaría, dejando a los aficionados desnudos de este característico palo de la más jondura flamenca.

Comienza dedicando su primer tema a Pansequito, Alegrías de Cádiz y Cantiñas (diferencia de una con la otra por el sistema melódico de interpretación), que Enrique, El Mellizo metiera la jota para las Alegrías, versionando el cante Jesús por artistas como Rafael el Tuerto o el Tío José, cantando por los medios del cante acomodándose y poco riesgo de los jipíos (recursos vocales del cante flamenco de notas) que, por los altos en el registro propio de la singularidad de los cantes gaditanos, de fuerza temperamental y tonalidades altas, de la Caña de la contrabandista. Malagueña, cante genuino del Mellizo, que el propio Enrique se inspirara de los cantes eclesiásticos, de la Cátedra y de las siete iglesias que le rodeará.

Un cante melismático propiamente característico del misal bizantino, Jesús lo entonó como en el anterior cante cómodo y terminando en la misma línea, sin hacer los típicos cierres que se suelen hacer en las variaciones de Rondeña, Serranas, Abandolao o más genuinamente nuestra, Polo. Jipíos cortos, que va alargando en la misma tonalidad melismática, sube por alto empezando a interpretar el cante, generando en la subida los aplausos del público. Tientos por tangos, un recorrido por los cantes propios de Sevilla, de Caracol y Jerez, terminando su primera parte. Por soleá, por bulería, Jesús se siente a gusto en este palo, así lo demuestra y se entrega con plenitud, con la mayor pureza del cante por Jerez y que ha marcado escuela cantaora, canta por frijoles y así es como se interpreta el saber cantar, por bulerías al estilo de Lebrija, Utrera y Jerez, ese triángulo de la Campiña jerezana y ese cante de las gañanías labriegas, escuela de los viejos y transmisión cantaora. Coplea, a capela homenajea Antonio Mairena, llenando el Matadero de compás, terminando con un desplante por bulería. El público ya está en plenitud y conectado. Esperando más comienza por fandangos de Huelva, con requiebro de voz arriesgando y sabiendo hacer el cante, un comienzo fuerte arriesgado y a capela rompiendo por fiesta, es donde se encuentra en su salsa en repertorio amplio, terminando su actuación y con un desplante del propio palmero Manuel Cantarote. Una segunda parte que fue mucho y con sabor a poco. Una noche en la que uno de los cantaores más representativos del cante de ayer, en la voz de un joven, en el cante de hoy. Así lo viví, lo sentí e intento transmitir.