El Alambique
Manolo Morillo
Betilo
Obituario
El Puerto/Querido Joaquín, no podía creerme cuando días pasados amigos comunes me comentaron que estabas malito, no me lo esperaba y es más, para mis pensamientos comentaba, “bueno, será algo pasajero, pero seguro que se recuperará pronto”. Y cuando esta mañana algunos de tus más fieles amigos y compañeros me vieron por la calle y con lágrimas en los ojos, me dije vaya palo, mi amigo Joaquín se ha marchado a los cielos, dejándonos aquí tristes y cabizbajos.
Tu perdida no es una perdida cualquiera, ya que tu no eras un cocinero y una persona cualquiera, tú eras sencillamente el mejor, tanto en los fogones como en la vida y por eso creo que hoy tu ciudad y la mía deben conocer la calidad humana que atesorabas y a ello me pongo para que todos tus conciudadanos lo sepan. “Corrían los tiempos más difíciles del Hotel Monasterio cuando este navegaba sin rumbo y dirección empresarial alguna y solo el enorme corazón y empeño de algunos de los que trabajabais allí os empeñásteis en sacar adelante. Que sepan los portuenses que Joaquín Ramírez, sin cobrar nómina alguna, se levantaba todas las mañanas temprano, y con el poco dinero que había en la caja marchaba a la plaza, compraba lo imprescindible para que los huéspedes del hotel desayunaran y así un día y un mes tras otro, y cuando llegó la salvación del establecimiento nadie te lo agradeció, pero tú eras así, te daba igual. La satisfacción era haber cumplido con creces lo que te propusiste, y créanme que como este ejemplo muchos más.
Te uniste a aquel grupo de restauradores y hoteleros que fundamos las Jornadas de La Sal y El Estero, que este año cumplen su novena edición y que desde ya te digo que estarán dedicadas a tu figura y memoria.
Pero tu legado como cocinero ha quedado salvaguardado porque tus hijos Joaquín y Daniel recogieron tu testigo del relevo y en aquel efímero pero mítico restaurante ‘Los Rescoldos’ debutaron en el primer negocio de la familia en la que Isabel, tu querida compañera de la vida, también estaba muy presente. Y ya ves, cuando ahora te tocaba descansar de toda una vida de trabajo, te has marchado a los cielos y es que a la corte celestial le habían llegado rumores de que existía una sopa de galeras que era una obra de arte -una de las muchas que creaste- y claro, querían probarlas y tenerte allí con ellos.
Descansa en paz querido amigo, y a Isabel, Joaquín, Daniel, Macarena y el pequeño nieto, mi más profundo y sincero abrazo, no solo mío sino también de la muy amplia familia hotelera de El Puerto de Santa María y alrededores.
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