La segunda vida del puente de trenes de San Alejandro
Una Historia Inédita en El Puerto
La estructura ferroviaria más antigua de Andalucía, que se instalará sobre el río San Pedro para habilitar un sendero peatonal, fue salvada 'in extremis' de ser vendida como chatarra
Aunque parezca imposible, algo que estaba abocado a la pérdida definitiva o a la destrucción, por una serie de casualidades y la voluntad de algunas personas que coinciden en el lugar y el momento justos, consigue salvarse, incluso contra la maquinaria implacable de la administración. Se produjo, por ejemplo, en el caso del Coto de Doñana, y salvando las distancias ocurrió en El Puerto de Santa María con el puente de trenes de San Alejandro, el más antiguo de Andalucía.
Su destino era acabar en un desguace y vendido como chatarra, pero la mitad de esta joya de la ingeniería del hierro ha conseguido llegar hasta nuestros días, contra todo pronóstico y de manera sorprendente, tratándose además de una pieza de decenas de toneladas de peso, que había permanecido prácticamente olvidada a pesar de que durante años cientos de trenes pasaron sobre él para atravesar el río Guadalete.
Su providencial rescate comenzó un sábado de junio de 2006, cuando un conductor que circulaba por la avenida de Europa, al atravesar el río pudo observar que unas máquinas desguazaban una estructura junto a la carretera, dándose cuenta de que era el puente de hierro que durante un siglo y medio habían usado los trenes para salvar el Guadalete. La imponente estructura ferroviaria pertenecía a la línea Jerez - El Puerto- El Trocadero, construida entre 1852 y 1854 para la exportación de los vinos del Marco, sólo seis años después de la línea Barcelona-Mataró, la primera que hubo en España. Iba a ser sustituido por un moderno viaducto, dentro de las obras del trazado de la línea de alta velocidad del AVE.
El conductor, impresionado por unos trabajos tan llamativos, contactó con el Centro Municipal de Patrimonio Histórico, cuyo director entonces, Javier Maldonado, acudió al lugar para pedir explicaciones al encargado de obras, quien, ante su sorpresa, le comunicó que tenía orden de trocear la estructura, diciéndole no obstante que al ser fin de semana la operación no continuaría hasta dos días después. Esa misma noche, el director del Centro de Patrimonio, especialista en arquitectura industrial y en la historia del vino del Marco de Jerez, escribió un informe y lo entregó al entonces concejal de Cultura de El Puerto, Fernando Gago, ya fallecido, quien se interesó por la estructura para preservar un tramo e instalarlo en una rotonda frente a la estación de ferrocarril portuense.
Ese mismo lunes el director del Centro de Patrimonio decidió trasladarse a la Fundación de Ferrocarriles Españoles, en Madrid, para reclamar el expediente sobre la intervención que estaban realizando en El Puerto. Allí le informaron de que “todo estaba en orden”, y que el Ayuntamiento portuense no había presentado ninguna alegación al proyecto, pese a que se le había enviado. Preocupado por la casi inevitable pérdida de la estructura, a su regreso Maldonado se reunió con el concejal de Medio Ambiente, Ignacio García de Quirós, “para trasladarle la idea de que el desguace era inapropiado, que el elemento ferroviario se podía trasladar a algún sitio de interés paisajístico y medioambiental" para su instalación.
A partir de ese momento la situación comenzó a cambiar y se entablaron negociaciones con el Ministerio de Fomento, con cruce de llamadas telefónicas y correos, acordándose 'in extremis' conservar el puente de hierro. A los pocos días, Fomento envió un ingeniero que se hizo cargo de la dirección de los trabajos, guió el desmontaje de la estructura e hizo numerar las piezas para volver a ensamblarlas en el lugar que el Ayuntamiento decidiera.
La Administración de Infraestructura Ferroviaria del Ministerio se comprometía a conservar medio puente, es decir 80 metros del total de 160 que medía en origen y a trasladar los tramos al lugar que designara el Ayuntamiento, consiguiéndose de esta forma rescatar un elemento único de la ingeniería ferroviaria del siglo XIX, con una especial significación en la comarca, ya que la línea férrea Jerez- El Trocadero se construyó para vertebrar el floreciente mercado del vino a través de la exportación.
El traslado por carretera del antiguo puente, ‘de celosía’, se hizo de madrugada y el lugar elegido para depositarlo fue el parque metropolitano de Los Toruños. El entonces director del parque, Juan Martín, recuerda que la operación fue muy compleja, ya que fue necesario contratar un camión grúa de las de mayor tonelaje que existen para elevar las piezas de hierro por encima de las catenarias del tren y cargarlas en camiones hasta el lugar elegido, en el que dos años más tarde, en 2008, los tramos se volvieron a ensamblar,ensamblar, se chorrearon para eliminar el óxido y toda la estructura fue repintada y puesta a punto.
Esta reparación se hizo porque la dirección del Parque Metropolitano y la Consejería de Obras Públicas pusieron en marcha una iniciativa para instalarlo sobre el río San Pedro, como parte de un sendero de uso peatonal y ciclista, para lo cual se elaboró un proyecto de 1,9 millones de euros, que finalmente no se pudo llevar a efecto.
Otras propuestas más recientes, planteadas en este caso por Ecologistas en Acción, para colocarlo en el caño del Molino, tampoco llegaron a prosperar.
Ahora el puente se instalará aguas arriba del río San Pedro, en una ubicación donde servirá para cerrar el circuito de la Red de Espacios Libres de la Bahía de Cádiz, en el lugar conocido como El Corte, para unir con un sendero de 12 kilómetros el término de El Puerto con Puerto Real. De esta forma, la elegante estructura será visible en mitad de la marisma como vestigio de la época romántica del ferrocarril y servirá también para mostrar que a veces de la forma más inesperada se puede conseguir lo que parecía imposible.
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