El Alambique
Manolo Morillo
Betilo
Entrevista al veterano judoka portuense
Lleva más de medio siglo formando judokas en las pequeñas dependencias del Judo Club Tadeo de El Puerto de Santa María. Tadeo Díaz Ortega, cinturón negro sexto dan rojo y blanco -un reconocimiento que solo se otorga cuando se ha alcanzado la categoría de maestro, por méritos a lo largo de toda una trayectoria- se acaba de jubilar a los 68 años de edad, después de toda una vida entregado a su escuela y al mundo del deporte.
–Después de 55 años enseñando judo se acaba usted de jubilar. ¿No cree que echará de menos las clases?
–Pienso que no, porque me jubilo pero seguiré por aquí para lo que haga falta, sin perder la vinculación con el judo. Las clases las darán otros profesores pero no se perderá la trayectoria del club.
–¿Cómo empezó usted en el mundo del judo?
–Empecé muy joven, con 14 años, aunque hoy los niños empiezan mucho antes. A mi familia le gustó siempre el deporte pero el judo no sabíamos ni lo que era. Yo al principio practicaba el boxeo, aquí en la sede de la OJE -donde ahora se ubican las piscinas municipales- y en el antiguo bar La Ponderosa, donde había un ring. Entonces llegó a mis manos un libro sobre judo y me entusiasmó. Francisco Manzano Ortega, que fue concejal del Ayuntamiento, impulsó una pequeña sala en esta misma zona, siendo alcalde Fernando T. de Terry. Él fue quien se brindó a prestar un espacio para este deporte, con ocho colchonetas y allí empezamos un pequeño grupo. Al principio casi todos los participantes eran de la familia Terry, pero el grupo se fue ampliando y yo me adapté muy bien. Yo trabajaba entonces en la bodega de Osborne y venía a entrenar por las tardes. Al cabo de unos años Francisco Manzano vio que él ya no podía enseñarnos más y me ofreció quedarme con la escuela, así que me saqué el título de monitor, después el de entrenador regional y luego el de maestro y entrenador nacional.
–Y la apertura de la escuela, ¿cómo surgió?
–La escuela se fundó en 1966 y entonces se llamaba Club Fernando T. de Terry. A partir de 1989 ya pasó a llamarse Judo Club Tadeo. El Ayuntamiento nos ayudó para la compra de tatamis y materiales para poder abrir la escuela, cuyas instalaciones son municipales.
–Por este rincón de la avenida Menesteo de El Puerto han pasado miles de portuenses que han aprendido de usted. ¿Ha hecho el cálculo de cuantos alumnos ha podido tener en todos estos años?
–Hemos hecho un cálculo de la formación de cinturones negros y son más de 300. Todos los años el promedio de alumnos era de 250 a 300, hace unos años se daba judo también en los colegios. Yo calculo que por aquí habrán pasado más de 2.500 alumnos en estos años.
–¿Y qué valores han aprendido estos alumnos, aparte de la propia defensa personal?
–El judo es más que un deporte, es una filosofía de vida. La Unesco lo reconoció como el mejor deporte para la juventud y la infancia. Los valores pedagógicos que aporta son diferentes a los de otros deportes, sobre todo da autoconfianza porque se aprende a defenderse, aunque después casi nunca lo tengamos que utilizar en la calle. Se crea una familia para toda la vida, sin olvidar otros valores como la cordialidad y el respeto.
–Al margen de la práctica deportiva, la competición ha sido también parte de su vida, primero como deportista y después como árbitro y entrenador. ¿Ha sentido más orgullo con los logros propios o con los de sus alumnos?
–Como casi todos los maestros disfruto más de los logros de mis deportistas que de los míos propios. De hecho llegamos a olvidarnos de nosotros para atender a nuestros alumnos. Hay cantidad de entrenadores jóvenes que dejan sus carreras para enseñar a los demás.
–Cuántos kilómetros habrá hecho su furgoneta por toda España...
–La última que tuve la vendí en agosto, porque ya no teníamos desplazamientos, y le faltaban 150 kilómetros para el millón. Y eso con la furgoneta, después están los viajes en coche, autobús, tren, avión...
–Durante muchos años ha organizado usted un importante campeonato de judo en el pabellón portuense. ¿Qué recuerdos guarda de este evento?
–Pues el año pasado lo hicimos on-line y fue un éxito total, con 500 participantes de 25 clubes andaluces. Llevamos ya cuarenta ediciones del Trofeo Ciudad de El Puerto. Ahora está considerado el mejor trofeo de Andalucía y entre los tres o cuatro mejores de España. Es una gran satisfacción porque en cada edición participaban más de 700 deportistas y un millar de personas incluyendo a los árbitros y entrenadores. Siempre hemos tenido la colaboración del Ayuntamiento y de la Federación Andaluza der Judo.
–La vida del deportista profesional es muy sacrificada. ¿Ha visto muchos talentos que finalmente han terminado abandonando, a pesar de tener potencial?
–Sí, muchísimos, la gran mayoría. Empiezan a hacer deporte y les gusta pero esto no da para vivir. Para que un deportista pueda vivir de esto necesita ser olímpico y se necesita una infraestructura que no tiene cualquier ciudad. Ya no El Puerto, sino casi ninguna ciudad de Andalucía dispone de estas infraestructuras. Al ser un deporte universitario sí hay jóvenes que siguen entrenando en ese nivel, pero después casi todos vuelven a practicarlo como hobby.
–Y en el otro lado de la balanza, también ha forjado a muchos campeones...
–Hay muchísimos campeones de España, muchas medallas internacionales y miles de medallas autonómicas y provinciales.
–¿Y hay cantera?
–Sí, ahora mismo está parada debido a la pandemia, pero lo bueno que ha tenido este club es que la cadena nunca se ha roto. Este año nos quedamos a las puertas de la final del Campeonato Escolar, donde había ya cinco competidores clasificados.
–¿Cree que el judo es un deporte lo suficientemente conocido en España?
–Es el quinto deporte con más licencias en todo el país. Es verdad que el fútbol es el deporte rey, seguido de otros como el baloncesto o el balonmano, pero hay deportes que si te paras a mirar el número de licencias te sorprendes, como el golf o la caza. El judo terminó el año pasado con 150.000 licencias en España y en Andalucía hay más de 12.000 personas federadas.
–Su mujer, Milagros, ha sido un puntal importante en su vida. ¿De qué manera le ha ayudado a tirar adelante con la escuela?
–Yo he tenido mucha suerte de tener la familia que tengo, empezando por mi mujer. Cualquier persona no se puede ir de viaje todos los fines de semana, dejando la casa y la familia, me ha ayudado mucho siempre con todo. Ella da clases, mantiene la escuela abierta... Es cinturón negro también y mis tres hijos son profesores.
–Sus hijos son los que están ahora al frente. ¿Hay saga para rato?
–Sí, los tres son monitores-entrenadores, mi hijo Tadeo es cuarto dan y mis hijas tercer dan las dos. Los tres tienen sus familias, mi hijo trabaja ahora en otra cosa y son mis hijas las que están dando las clases. Tengo seis nietos y hasta la más pequeña, de tres años, es judoka.
–El último año imagino que habrá sido muy difícil para ustedes, primero con el confinamiento y después con las restricciones y el miedo de muchas familias a participar en prácticas de grupo. ¿Cómo lo han ido solventando?
–Estuvimos cerrados desde el 15 de marzo hasta septiembre. Ver que un trabajo de 50 años se te viene abajo te hace pasarlo mal. Este negocio nos ha dado de comer, pero siempre hemos tenido cuotas populares y hemos visto como el trabajo de tantos años se venía abajo. Ahora estamos trabajando a un 10% de lo habitual, abrimos para que esto no se pierda, pero con un horario muy limitado. Hemos pasado de tener nueve clases a tres, con unas 30 personas. Aún así durante el confinamiento muchas familias siguieron pagando las cuotas y haciendo donaciones, fue algo muy bonito dentro de lo mal que lo pasamos.
–Usted es portuense y su ciudad natal le recompensó en 2009 con la rotulación de un paseo con su nombre. ¿Qué siente cada vez que pasa por allí?
–Quizás fuera me lo reconocen más que los de aquí. Es un orgullo para la Federación española que un judoka tenga su nombre en un paseo en vida, la gente se siente muy orgullosa. A nivel personal me reconforta mucho, incluso a veces me viene gente de fuera y me pide que me acerque hasta el monolito para echarnos una foto.
–Ahora, ya jubilado, al margen de que siga de cerca la marcha de la escuela, ¿a qué se va a dedicar?, ¿tiene algún proyecto personal pendiente?
–Pues voy a ser miembro de la Federación andaluza y mis miras futuras están en ayudar todo lo que pueda. Quiero disfrutar de mis seis nietos y aconsejar a mis hijas para llevar el club, además de colaborar en lo haga falta. Lo que está claro es que no me quedaré en casa, ni echando una partida en el hogar del pensionista, eso no va conmigo.
–¿Cómo le gustaría que le recordaran en el futuro?
–Como una persona muy normal que siempre estuvo dispuesto a colaborar con todos y a ayudar, con eso ya me conformo.
Tadeo Díaz Ortega es un enamorado de El Puerto y a lo largo de su larga carrera ha hecho también las veces de embajador de su ciudad en todo el mundo. Aún recuerda cómo en los años 90 uno de los ministros de Mijail Gorbachov, presidente además del Comité Olímpico de Rusia, eligió El Puerto para pasar dos semanas de vacaciones y la Federación Española de Judo le encomendó a Tadeo que le hiciera de cicerone por toda la provincia. “Fuimos con mi furgoneta y se quedó encantado, me dijo que nunca había visto un embajador como yo y se quedó fascinado con El Puerto, donde desayunaba todas las mañanas en la azotea con piscina del hotel Santa María mirando hacia el río”. Nada menos que Fernando Gago, el recordado ex-alcalde portuense y entonces concejal de Turismo, fue el encargado de organizar aquella ruta de visitas, que incluyó hasta Gibraltar y fue todo un éxito.
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