"Todas las mujeres somos la misma mujer"
Crítica de teatro/Molly Bloom
La obra protagonizada por Magüi Mira puso el broche de oro a la temporada de invierno del teatro municipal
El Puerto/Con esta obra se ha cerrado la temporada teatral de Invierno 2021 de El Puerto de Santa María. La función es un monólogo, un difícil soliloquio correspondiente al último capítulo de la novela Ulises, de James Joyce. No es la primera vez que se afronta un reto como este, baste recordar la de Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, interpretado por Lola Herrera. En el caso de Ulises, Magüi Mira es Molly Bloom, una Penélope que no puede olvidar Ítaca, su Ítaca. Es un borbotón de palabras que llegan a nosotros sin comas ni puntos, sin un respiro, pero las palabras fluyen como siempre fluye la verdad, liberada del control y del abuso masculino.
El difícil traspaso del libro a las tablas fue idea del dramaturgo Sanchis Sinisterra en 1979 que escribió La noche de Molly Bloom, que interpretó la misma Magüi Mira, convertido ahora en un monólogo de 7.400 palabras.
"El personaje siempre ha permanecido en mi", dice la actriz. La voz de la mujer en la sociedad es distinta, pero su situación sigue siendo de agredida y perseguida. Como dice Magüi Mira "todas las mujeres somos la misma mujer". La forma, el tono, el acento de las palabras de Molly Bloom también se han transformado. Su pensamiento, el pensamiento de Joyce, es el mismo pero el cuerpo, las emociones y la actitud de la protagonista son radicalmente distintos. Ahora la actriz entiende mejor al personaje que interpreta y que acaba viviendo en la puritana sociedad irlandesa planteando su vida bajo el yugo de un marido trastornado. Es una mujer que firma un pacto con la vida que ama a pesar de todo, por encima de los problemas, de la injusticia, de las costumbres de la ley y de la sociedad. Lo que tenemos ante nosotros es la entrega de una mujer sometida, desprovista de todo accesorio. Ella sola y su cama. ¿Recuerdan a Elizabeth Taylor y Paul Newman en La gata sobre el tejado de zinc?. En su cárcel de mujer casada y amordazada por la sociedad pero libre y limpia mentalmente. Molly es un espíritu libre que no se somete al control y al abuso del poder establecido, el masculino. Molly dice sí a la vida con un humor más provocativo y audaz. En eso radica su imperecedera belleza. Molly vive una noche de insomnio. Su pensamiento vuela sin filtros hasta sus más profundos deseos, su pasión por la vida, su relación con el sexo, sus principios femeninos, segura de sí misma, disfrutando de la vida que vive y de la vida que imagina.
La versión que acabamos de ver sobre las tablas del Muñoz Seca es de Marta Torres y la propia Magüi Mira, el espacio sonoro de Jorge Muñoz, el vestuario de Helena Sanchis y la iluminación de José Manuel Guerra, pero todo está perfectamente engarzado en y para ese personaje que interpreta Magüi Mira sobre el escenario para emocionar al público solamente con el poder de las palabras, para traer al siglo XXI un fragmento de un texto en el que solo habita la palabra y su universal capacidad de generar sentimientos.
Tras una interminable ovación, con el público puesto en pie, Magüi Mira, emocionada, pidió silencio y dio las gracias porque, dijo, "el teatro no soy yo ni son ustedes, el teatro somos ustedes y yo, todos juntos". Esa es la magia y la grandeza del teatro.
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