Ser de Andalucía, entre el sentimiento y la pena
Tribuna Libre

Muchos de los nacidos en esta tierra, como los que viven en ella no siendo andaluces, tenemos un sentimiento agridulce por cómo históricamente ha sido y sigue siendo tratada esta bendita tierra.
¿Donde están aquellos que tantas veces enarbolaron la bandera andaluza e hicieron de sus símbolos una religión? Nos emocionamos con el himno cada 28 de febrero y 4 de diciembre, pero ¿y el resto del año? ¿Nos acordamos de nuestra Andalucía, o solo la llevamos en el corazón y no en la cabeza?
¿De qué nos vale tener políticos que nos venden con ahínco su lucha por esta tierra? si a la hora de la verdad, cuando toman posesión de sus cargos institucionales viven de espaldas a las necesidades por las que prometieron pelear sin desmayo. Muchos somos los que creímos en la lucha por Andalucía, pero a otros muchos se les olvidó de la noche a la mañana anteponiendo su bienestar personal a los predicamentos defendidos desde que eran imberbes.
Nuestros colegios celebran este día cantando el himno andaluz, desayunando pan con aceite, y recordando canciones populares de nuestro rico acerbo cultural, y todos a una proclamando a los cuatro vientos ¡Viva Andalucía! Pues eso, que viva, pero que viva de verdad. Que no sea tan solo un sentimiento sino también una realidad. Que aunque tengamos que seguir peleando para que se nos reconozca lo que hemos sido y seguimos siendo a lo largo de la historia, logremos ser capaces de mantener esa llama de esperanza encendida por si alguien se equivoca, y finalmente, llegamos a tener el peso que por historia merecemos dentro del Estado Español.
Nuestro país cuenta con pueblos que han llevado su lucha y su sentimiento de pertenencia en su corazón y su cabeza. Decir Andalucía es decir alegría y fiesta para los que no son de aquí, pero habría que preguntarse ¿y para los andaluces? ¿Tenemos el reconocimiento que nos merecemos, tenemos las infraestructuras que tienen otras Comunidades Autónomas o seguimos conformándonos con las sobras que nos llegan? ¿Y nuestros hijos? ¿Por qué tienen que salir de su tierra para buscarse la vida?
Los andaluces desgraciadamente no hemos tendido suerte. La mayoría de veces por los políticos que nos han tocado y que se han vendido al mejor postor, y las otras porque nosotros mismos no nos hemos hecho valer ante el resto de pueblos que sí que han sabido hacerlo.
Seguiremos dando las gracias y conformándonos con las migajas que nos quieran dar mientras tengamos políticos que solo se sienten andaluces cuando a ellos particularmente les interesa. Hoy más que nunca siguen vigentes aquellas palabras del Capitán Veneno: "Andaluces levantaos", perdón que no me levante, pero estoy mejón sentao.
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