El Alambique
Manolo Morillo
Betilo
La orilla izquierda del río Guadalete se está transformando en un auténtico cementerio de barcos, al menos en la zona de la desembocadura, lo que se conoce en términos portuarios como 'muelle exterior'.
Poca utilidad parece tener la rampa Ro Ro de 100 toneladas construida para darle una utilidad comercial a esta zona portuaria de El Puerto, donde existen además dos potentes grúas y varias naves de almacenaje que podrían dar cobertura a una actividad mercantil que a día de hoy es bastante escasa.
La mayor parte de los 775 metros lineales del muelle exterior del Guadalete, están destinadas desde hace años como sala de espera para barcos desvencijados que esperan su desguace definitivo en la factoría de la desembocadura del río.
Viejos pesqueros oxidados y algunos buques de gran tonelaje obsoletos y semidesguazados, comparten espacio con el pontón industrial Balea, dedicado a la fabricación de cajones de hormigón para escolleras, y con algún remolcador, copando la casi totalidad del muelle comercial, donde además se encuentra retenido el Louisa, un buque 'cazatesoros' en cuyo interior fue desmantelada por la Guardia Civil en 2006 una trama delictiva que se dedicaba al expolio de piezas arqueológicas, y que contaba con sistemas de detección de pecios, armas automáticas ilegales e incluso un submarino de bolsillo.
Pero este mercante de infame curriculum es sólo uno de los muchos barcos que permanecen inactivos en la otra banda del río por diferentes motivos, relacionados en ocasiones con el tráfico de drogas e incluso de seres humanos.
Según el boletín de la Autoridad Portuaria, actualmente se encuentran en situación de inactividad dieciséis buques en El Puerto de Santa María, siendo los muelles locales los que albergan mayor número de barcos obsoletos de toda la Bahía.
De esta forma, se contabilizan en situación de inactividad los buques Adelaide, Annat TG-99, Balea, Carmen y Joaquín, Don Faustino, Espadán, Fraternité, Louisa, Ocean Wind, Pieter Je, Roche, Servisur Dos, UCA Cádiz, Uga, Zudar y Zudar 10.
La trayectoria y avatares de que han sido testigos estos buques constituyen un catálogo de vicisitudes, de búsquedas truncadas de una vida mejor y de miserias como el narcotráfico.
Algunos de ellos tienen nombre falso, como el pesquero Annat TG-99, reconvertido en barco negrero y rescatado a la deriva con 220 sin papeles a bordo, a nueve millas de la costa.
Su falso nombre era prueba de su actividad ilícita, que ha quedado olvidada como los sueños de sus ocupantes entre sus hierros oxidados. No menos sórdida es la historia del pesquero Carmen y Joaquín, un barco con licencia para faenar en aguas gaditanas, y que fue localizado en mayo de 2007 con una tonelada de hachís en su interior, en una operación donde se practicaron cinco detenciones.
También en el género de presunto barco narcotraficante se sitúa el Ocean Wind, un velero capturado a 360 millas de la costa de Cádiz por el Servicio de Vigilancia Aduanera y en cuyas bodegas llevaba oculta una siniestra carga de tres mil kilos de cocaína.
Pero no todas las historias de estos buques tienen tintes tan reprobables, algunos descansan en el muelle tras haber contemplado actos nobles y humanitarios. Es el caso del pesquero marroquí Fraternité, cuyos ocho marineros fueron rescatados en octubre de 2003 tras quedar sin motor en el Golfo de Cádiz, a 40 millas de la costa. Un buque de Salvamento Marítimo aplicó el viejo lema de la Revolución Francesa y salvó a su tripulación.
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