"Un alcalde debe ser consecuente con lo que dice y sobre todo ser honrado”

Rafael Gómez Ojeda / Ex alcalde de El Puerto y miembro del Partido Comunista de España

El veterano político recuerda en esta entrevista el ambiente del Ayuntamiento durante los años de la Transición

Cuestiona además la posición del gobierno local y de la Junta de Andalucía en materia de memoria histórica

El veterano político y ex alcalde de El Puerto Rafael Gómez Ojeda. / Andrés Mora

El Puerto/Rafael Gómez Ojeda es un referente del Partido Comunista de España (PCE) y de la lucha por la recuperación de la memoria de los represaliados durante la guerra civil y la dictadura. Ex alcalde de El Puerto de Santa María, su padre fue concejal del Partido Socialista durante la Segunda República. Fue fusilado junto a otros miembros de la Corporación en los primeros días del golpe militar del 18 de Julio de 1936, un episodio que ha marcado su vida.

—Este domingo cumple usted 86 años, más de la mitad vividos bajo la dictadura de Franco. ¿Cómo ha influido en su vida ser hijo de represaliado?

—Ya de chico, en los juegos, yo siempre fui un poco rebelde. Tenía dos amigos que también lo eran, y claro cuando tomé conciencia de lo que era mi padre y de lo que le había pasado y por qué lo habían matado, esa rebeldía empezó a aumentar. Me influyó para conocer más cosas, prepararme mejor, hacerme una media cultura e intentar luchar contra aquello que había acabado con la vida de mi padre. En el año 59 ingresé en el Partido Comunista de España. Al principio empecé a buscar al Partido Socialista, que es donde mi padre militaba, pero no lo encontraba por ningún lado. Entonces me encontré a Paco Artola, otro hijo de fusilado, y empezamos una actividad política: a hacer octavillas, pintadas... A partir de ahí, una vez consolidado un grupo en El Puerto, nos propusimos ampliar el partido en la provincia y lo organizamos en Sanlúcar, Jerez, Trebujena, la Sierra y el Campo de Gibraltar.

—El cuerpo de su padre no apareció nunca.

—Está en una fosa común, a la izquierda de la capilla del primer patio del Cementerio y es difícil su recuperación, porque sobre esta fosa común edificaron tumbas. Últimamente se hicieron unas pruebas, pero no aparecieron los restos de ninguno de los represaliados.

"Creo que están soslayando las consecuencias del drama que se produjo después del 18 de julio del 36"

—¿Supo el PCE que había llegado la democracia cuando murió el dictador?

—Toda la lucha clandestina que llevábamos era precisamente alcanzar para España una situación política democrática y libre. Me preguntó una periodista cuando murió Franco que qué impresión había tenido. Y yo la única respuesta que le di es que no había descorchado ninguna botella de champán. Nunca he tenido odio, nunca he tenido rencor, nunca he pedido venganza. Toda muerte merece un respeto.

—Usted preside el Foro por la Memoria Histórica de El Puerto, que es objeto de hostilidad por parte de la derecha. ¿Que opinión le merece la política del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía en cuanto a memoria histórica?

—Creo que están soslayando las consecuencias del drama que se produjo después del 18 de julio del año 36. Y todo lo que pasó durante 40 años de dictadura. Las víctimas se merecen un respeto, y no el odio que estas personas están volcando hacia ellos, hacia los desaparecidos y hacia los familiares, como es mi caso. Toda la labor de la memoria histórica está por recuperar no solamente los restos que se puedan recuperar, sino también la historia de aquellas personas que luchaban para una sociedad más justa, mas libre, más democrática. No comprendemos cómo personas que se autoproclaman creyentes y asiduos a misas vuelquen tanto odio hacia nosotros. Cada vez que recuperamos una historia, unos restos, entendemos que hemos logrado cerrar una herida, herida que estos señores no solamente pretenden que queden abiertas sino de cuando en cuando echarles un granito de sal para que duela más. Como cuando dijeron que las víctimas de los fusilados como estábamos aburridos nos dedicábamos a buscar huesos. Eso es una ofensa que te la tienes que tragar porque no tienes posibilidad de contrarrestar esa infamia.Y lo que pasó en El Puerto, que amparándonos en la Ley de Memoria Histórica propusimos el nombre de dos calles, precisamente una al último alcalde republicano. Incomprensiblemente, el Partido Popular apoyó borrar esos nombres, y el de Daniel Ortega.

—¿Cree que las ideas del Partido Comunista siguen vigentes?

—Yo no sé si alguien llegará a reflejar realmente la historia del partido tal como fue. Pero la democracia española le debe mucho al Partido Comunista de España. Era el partido más fuerte que había en la Transición, con militantes que eran miembros de las fuerzas del orden público, militares en el Partido Comunista, abogados, artistas, trabajadores, y una riqueza tremenda en cuanto a principios, valores humanos, y el interés permanente de que cualquiera que se pronunciase comunista tenía que ser un modelo de persona seria, responsable, solidaria, y sobre todo de honradez. Pero la Transición pasó como pasó y la gente estaba cansada de la situación de la dictadura y querían ya vivir tranquilos, sin jaleo, sin bullicio. Eso, acompañado de que el Partido Socialista era el partido socialdemócrata y el niño bonito de las demás fuerzas políticas, por lo menos europeas, ese caer bien en la sociedad del PSOE trajo como consecuencia que el PCE se fuese quedando electoralmente en minoría, pero se mantiene porque el PCE sigue conservando los principios que siempre defendió.

"Durante la moción de censura les dije a los socialistas que a quien le habían hecho daño era a la ciudad de El Puerto”

—Usted fue el segundo alcalde que tuvo El Puerto en democracia, desde 1981 hasta 1986. ¿Cómo recuerda aquella época de cambio político?

–Lo recuerdo con mucha ilusión, porque todos, independientemente del partido que fuera, todas las personas que formaban parte de la primera Corporación, iban con la ilusión de hacer algo positivo hacia El Puerto. Nos encontramos un Ayuntamiento con una maquinaria obsoleta, oxidada, lenta, con poco dinero, y había que hacer unos esfuerzos inmensos para sacar adelante las cosas. Pero si una cosa era positiva, lo pusiese sobre la mesa el partido que fuese, la gran mayoría lo apoyábamos. Ahora recuerdo con pena que en el año 86 teníamos prácticamente terminado un Plan General de Ordenación Urbanística y un Plan para el Centro Histórico, y se malogró en la moción de censura. Recuerdo que en la moción de censura le dije a los socialistas que si creían que me habían hecho daño a mí personalmente estaban equivocados, a quienes le habían hecho daño era a la ciudad de El Puerto. Hoy, al cabo de los años, no tenemos ni Plan General, ni recuperación del casco antiguo, se han hecho muchas barbaridades y El Puerto es un caos urbanístico.

El veterano político Rafael Gómez Ojeda, enfrente del Ayuntamiento de El Puerto, del que su padre represaliado fue concejal. / Andrés Mora

—La Constitución del 78 fue fruto del acuerdo entre todas las formaciones políticas. Los partidos franquistas y los de ultraderecha se quedaron fuera. Ahora ha regresado una nueva derecha “sin complejos” que ha entrado en juego y está influyendo en la política de otros partidos. ¿Qué le parece esta situación? ¿Cómo se explica que partidos antes minoritarios hayan logrado tanta influencia?

—Sobre todo el partido ultraderechista Vox. No ha llegado hace pocos años, ha existido desde la Transición, arropado dentro de un partido de derechas como fue primero Alianza Popular y después el Partido Popular. Ha surgido porque ha sido una escisión de esa derecha, pero Vox estaba desde el principio. Ahora se ha presentado como un nuevo partido, pero es una escisión del PP. El PP, al principio, a pesar de ser un partido de derechas, tenía unos tics democráticos aceptables. Pero a raíz del señor Aznar empezó a derechizarse más, y ya no es el Partido Popular de los primeros años.

—Usted es un gran aficionado a las fiestas populares. Una de sus pasiones son los toros. Ha sido presidente de la Plaza de Toros. ¿Cómo ha vivido esa pasión aparentemente contradictoria en una persona de izquierdas? ¿Cómo la vive ahora, cuando hay colectivos que arremeten contra las corridas de toros?

—Todo lo que arremete con fuerza sobre algo, cuanto más radical se presenta, más ignorante de lo que está criticando. Creo que el tema de toros no se comprende muy bien. No se entra a entender el tema de la fiesta, desde que el toro está en el campo hasta que se lidia en la plaza y muere posteriormente, porque la fiesta es así, es un enfrentamiento entre una fuerza bruta que te puede matar en un segundo, a la que se enfrenta una persona intentando hacerlo con elegancia además de con valentía. Esa emoción de ese enfrentamiento se traslada a los tendidos, al espectador, que la siente y se hace aficionado. Lamentablemente la tauromaquia ya no es como antes, creo que si algún día se tiene que terminar la fiesta será por culpa de los propios taurinos, no de los aficionados ni por las agresiones de los grupos animalistas.

"Todo lo que arremete contra algo, cuanto más radical, más ignorante. Creo que el tema de los toros no se comprende bien”

—Durante su etapa como alcalde siempre se negó a ponerse detrás de un paso, ya fuese la Patrona, la Semana Santa o el Corpus. Usted se declara ateo, sin embargo estos eventos brillaron durante su Alcaldía.

—En el Archivo tiene que estar la carta del párroco Julio Juez en la que agradecía la colaboración del Ayuntamiento, con el alcalde a la cabeza, porque jamás un Corpus había lucido con tanta brillantez como en esos años. Colaboré con la Iglesia Mayor, tenía instalación eléctrica antigua y eso no le permitía tener las luces que necesitaba. El párroco habló conmigo y cambiamos toda la instalación eléctrica a 220, poniendo el Ayuntamiento personal y material. Eso no salió en la prensa, no me gustaba que saliera, porque me parecía que era una obligación. La Iglesia Mayor es un templo de todos los portuenses, ateos o no ateos, creyentes o no creyentes. Yo creía que este monumento tenía que tener unas condiciones aceptables.

—¿Y el hecho de no ponerse detrás de un paso a qué se debía?

—Por respeto. En las entrevistas que me hacían yo decía que no era creyente. Yo no soy creyente desde muy joven y no tengo por qué ocultarlo. Si estas declaraciones salen públicamente y la gente se entera de que su alcalde no es creyente, me parecía una falta de respeto, casi un insulto, que yo me pusiese detrás de la Patrona, ni el Corpus, ni del Santo Entierro. Y todo era por eso, por respeto a los creyentes y a lo que significa la Semana Santa y las fiestas religiosas.

—Desde su experiencia, ¿qué cualidades debe tener un buen alcalde?

—Sobre todo tomar conciencia de que eres el alcalde de todos los ciudadanos, sin tener en cuenta opciones políticas, ni religiosas, ni estatus social. Sacar adelante los proyectos, diálogo, diálogo y diálogo, ser consecuente con los que tú eres, con lo que pregonas, y sobre todo ser honrado. Yo siempre digo que la política debería tener dos puertas: una puerta muy estrecha para entrar y una puerta muy grande para salir.

—Su generación fue más luchadora que las generaciones actuales.

—La sociedad ha cambiado, las costumbres han cambiado. El conjunto de la clase obrera ha cambiado. Antes, cualquier bodega tenía 500 trabajadores. Antes, había 200 barcos de pesca y ahora hay media docena. Todo eso ha influido en el desarrollo de la sociedad. Había conciencia trabajadora y esa conciencia se ha perdido. En la clandestinidad te podías jugar diez o doce años de cárcel y una paliza en un cuartelillo, y se hacían cosas, se pedían cosas en la calle y ahora que hay libertad hay más miedo, eso es lo que no comprendo. Por eso digo que la sociedad ha cambiado.

—En 2014 falleció su mujer, Milagros Delgado. Fruto de su matrimonio, tiene tres hijos y tres nietos. ¿Está contento con El Puerto que heredarán como legado?

—Yo estoy contento de lo que yo pude realizar como alcalde. Fruto del entendimiento con la Iglesia pude recuperar para el patrimonio municipal el edificio San Luis. Recuperé también el Palacio de Araníbar gracias a la relación que tenía con el ministro de Justicia, Ledesma. Eso también lo recuperé para el patrimonio, mientras otros edificios se están cayendo y no hay quien les meta mano. Y el polémico Puerto Sherry: yo decía, si esto fracasa, el puerto deportivo no se lo pueden llevar, como ha ocurrido con tantas empresas, y efectivamente ahí está, es un atractivo turístico y deportivo para El Puerto, que se conoce a nivel internacional por la vela.

Un veterano político, autodidacta e hijo de represaliado

El ex alcalde Rafael Gómez Ojeda nació en el Barrio Alto el 15 de marzo de 1934. Ha cumplido 86 años. El veterano político fue el segundo alcalde de la etapa democrática en El Puerto, entre 1981 y 1986, después de Antonio Álvarez, miembro también del Partido Comunista de España (PCE). La vida de Gómez Ojeda ha estado marcada por la muerte de su padre, concejal socialista en El Puerto en la Segunda República, fusilado en los días del golpe de estado del 18 de julio del 36, junto al alcalde republicano Fernández Moro y otros concejales de izquierdas. Es presidente del Foro por la Memoria Histórica de El Puerto, que trabaja por sacar del olvido a estos represaliados, cuyos restos nunca se han encontrado. El ex alcalde además fue presidente de la Plaza de Toros de El Puerto en las temporadas 1992 y 1993. Aunque se declara ateo, durante su mandato se recuperó parte del edificio de San Luis Gonzaga y se restauraron importantes casas palacio para varias áreas municipales. El proyecto de Puerto Sherry se aprobó en su mandato, con la oposición de los ecologistas. Viudo desde 2014 de Milagros Delgado, poco después de cumplir sus Bodas de Oro, tiene tres hijos y tres nietos. Su única escuela fue El Hospitalito, de donde salió con 9 años para trabajar de aprendiz de barbero, “sabiendo las cuatro reglas”. Su tío tuvo en la calle Ganado el bar El Refugio. Él iba a ayudarle “y aprendí muchas cosas leyendo el Diario de Cádiz y ABC, y como siempre tuve interés en saber leyendo periódicos y libros me hice autodidacta”.

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