El caso de la corrala que terminó siendo un problema social en la calle Larga
Vivienda
El edificio ocupado de Larga 35 sigue ofreciendo su peor cara en pleno corazón del centro urbano
No hay manera. Ni después de las protestas y denuncias de los vecinos, ni tras la marcha de empresas de la zona, ni a pesar de la imagen insalubre que ofrece el edificio, ahí sigue sin que nadie lo remedie el edificio ocupado de Larga 35, cada vez más deteriorado y ya sin el fin social que supuestamente tuvo al comienzo de su ocupación.
Fue en 2014 cuando las primeras familias comenzaron a ocupar este edificio rehabilitado en el corazón de la calle Larga, un inmueble con estética de casa palacio en el que se construyeron pisos de nueva planta. La llegada de la crisis económica fue un mazazo para el sector inmobiliario, y la promotora de este inmueble, como tantas otras, quebró, quedando el edificio en manos de los bancos.
Las primeras familias que ocuparon el inmueble, un total de once, eran en su mayoría matrimonios jóvenes con hijos pequeños. Tenían sus turnos de limpieza de las zonas comunes y la convivencia era normal, dentro de que eran casas ocupadas ilegalmente. No obstante, poco a poco el ambiente se fue deteriorando y llegaron otros ocupantes que poco a poco fueron haciendo marcarse a los primeros, convirtiéndose el edificio poco tiempo después en un auténtico gueto.
El inmueble fue víctima también del expolio, con el robo de ventanas y otros elementos, y tiene la parte trasera completamente anegada. Sus sucesivos ocupantes, cada vez personas más marginales, y el mal uso que hacen del inmueble, con enormes cantidades de basura en su interior, han terminado por alterar la convivencia en este tramo de la calle Larga y sus alrededores. Se han registrado en los últimos años dos incendios de gravedad, el primero de los cuales, en la Semana Santa de 2018, obligó a desalojar el inmueble, si bien distintas circunstancias políticas y la presión de algunos sectores hicieron que, de forma incomprensible, el anterior equipo de gobierno volviera a abrir el edificio después de haberlo tapiado, quedando la situación incluso peor que antes.
El segundo incendio se registró el pasado verano y los bomberos tuvieron que batirse no solo con el fuego, sino con la enorme acumulación de basuras y desechos de todo tipo que había en el sótano del inmueble. Y eso que unos días antes de este fuego la propiedad había retirado parte de los enseres que se acumulaban en el interior de la finca, llegando a sacar varios camiones llenos. En aquel momento se tapiaron también algunas de las ventanas, aunque la casa sigue ocupada a día de hoy, cada vez con un aspecto más lamentable y un olor más nauseabundo.
Incluso pocos meses antes, en febrero de este mismo año, la oficina de Bankinter que llevaba 25 años funcionando junto a la finca en cuestión decidió cerrar y trasladarse a la zona sur de la ciudad, precisamente por la inseguridad que presentaba la zona y el deterioro social de la misma.
Cada día los vecinos de fincas cercanas comprueban cómo en el entorno de la finca ocupada prolifera la basura de todo tipo, lamentando también los elementos de toda clase que estas personas cuelgan desde las ventanas para protegerse del frío, elementos que amenazan a veces con caer a la calle en cualquier momento. De momento, y a pesar de las promesas electorales, nadie hace nada por acabar con esta situación. Habrá que seguir esperando y cruzar los dedos para que no ocurra algo más grave.
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