El Alambique
J. García de Romeu
Sanidad pública y privada
El cantaor Antonio Gutiérrez Navarro, más conocido como Antonio Puerto, ha fallecido en la localidad de El Puerto de Santa María. El mundo del flamenco y sus amistades han conocido con gran tristeza la muerte del artista portuense, nacido el 8 de noviembre de 1958.
Antonio Puerto, reconocido por su profundo amor y dedicación al arte flamenco, ha dejado huella en aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y disfrutar de su música. Entre sus trabajos de estos últimos años, destaca el espectáculo que dedicó a Rafael Alberti en 2022, con motivo del 120 aniversario de su nacimiento, junto a la Concejalía de Cultura y la Fundación Alberti, en el que adaptó los versos del poeta a los distintos palos del flamenco, y que estrenó con éxito en el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca. Más recientemente, compuso unas sevillanas al Vapor Adriano III, basadas en la copla que el comparsista Paco Alba dedicó a la emblemática motonave, y que fueron presentadas en la pasada Feria de Primavera.
La infancia y la juventud de Antonio Puerto transcurrieron entre la calle Santa Fe y el pago conocido como Duna del Águila, en la zona de la Costa Oeste, donde su familia tenía huertas, frutales y ganado. Desde temprana edad, mostró un gran interés por el arte, que cultivó en distintas facetas, también como pintor, aunque inicialmente se inclinó por el toreo. Su primer contacto con el flamenco, destacan quienes han seguido su trayectoria, se produjo a los 18 años, aunque al principio le costaba cantar en público "debido a su timidez".
Ya durante la década de los 80, se trasladó a Madrid para abrirse camino en el mundo del flamenco. Su talento brilló en diversas peñas de la capital, donde su estilo único captó la atención de críticos y aficionados. Posteriomente, se alejó de los escenarios durante casi 15 años, volviendo a la escena flamenca en 2011, con un arte profundamente madurado.
A lo largo de su carrera, Antonio Gutierrez Navarro actuó en numerosas peñas y festivales, dejando una impresión duradera. Su pasión y autenticidad en el escenario le ganaron el respeto y la admiración de todos. A lo largo de su vida, combinó su amor por el flamenco con otras facetas artísticas y laborales. Vivía una profunda relación con la naturaleza, fruto de las vivencias de su infancia y su adolescencia. El campo y el mar le transmitían paz e inspiración, según reconoció en diferentes entrevistas.
También destacó por su amor a El Puerto de Santa María, siendo una persona muy conocida y querida en la ciudad que le vio nacer.
La comunidad flamenca y artística ha lamentado profundamente su pérdida. "Su legado perdurará en los corazones de aquellos que lo conocieron y en la rica tradición del flamenco que tanto amó y a la que tanto contribuyó". Descanse en Paz.
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