Muere Fernando Heredia, matador, apoderado y empresario portuense
Rodeado de su familia, el fallecimiento se ha producido en la localidad catalana de Torrellas de Foix
Entrevista con Gregorio Cruz Vélez: “Hay que echarle mucho valor para vivir lo de Paquirri y seguir toreando”
En Cataluña, rodeado de su familia, ha fallecido el matador de toros portuense Fernando Heredia Romero a los 84 años, un deceso que se produjo la noche del 2 al 3 de enero en el Hospital Comarcal del Alto Penedés, en Villafanca del Penedés.
Fernando, que se encontraba delicado de salud, fue a vivir a Torrelles con su hijo José Antonio, antiguo matador de novillos toros que se retiró en 2017 y allí vivía con su esposa María Gutiérrez, su nuera y su nieta María Berta. Delicado del corazón, al contraer la gripe A hubo de ser hospitalizado, no pudiendo superar la dolencia.
Fernando Heredia Romero nació en El Puerto de Santa María el 21 de noviembre de 1942. Tuvo una larga carrera como aficionado y toreando sin caballos y su primera vez en la Plaza Real fue el 16 de diciembre de 1962, en un festival gimnástico taurino de la Sagrada Familia, con una vaquilla de Osborne.
Pero su verdadero bautizo taurino en El Puerto fue el 18 de junio de 1967, con una novillada de Mencos pro afición, con Felipe Romero de La Isla y Jesús Cañas “Cañitas”. La valentía y decisión fueron sus primeras armas y nunca las dejó de utilizar en su carrera.
Debutó con caballos el 16 de mayo de 1971 en San Roque alternando con Ramón Soto Vargas y Galloso, en la lidia de un encierro de Javier Osborne. En 1972 sumó nueve fechas a cambio de dos percances:en El Puerto el 25 de junio, al ser herido de gravedad en el muslo izquierdo por un utrero de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas en presencia de Julio Robles y José Antonio Campuzano, tarde en la que cortó tres orejas sin poder salir a hombros, y el 6 de agosto, en el coso madrileño de Vistalegre, cuando un novillo de Gallardo le partió la clavícula.
En 1973 torea siete tardes y una más en 1974, debutando en Madrid el 25 de julio con novillos de Leonardo Arroyo Albarrán. La novillada fue mansa y a su segundo lo condenaron a banderillas negras por lo que la oportunidad se esfumó.
Al año siguiente de 1975 y tras sumar ocho novilladas, tomó la alternativa en El Puerto el 3 de agosto, apadrinado por Adolfo Ávila “El Paquiro”, Juan Montiel de testigo y toros de Campos Peña.
Fernando recibió el grado con un toro que lucía respetables pitones, ya se sabe en estos casos. Pero el portuense tenía sus armas toreras: esa lidia viril, la quietud y las plantas firmes en la arena, para una labor completa por ambos pitones y una corta sin puntilla, cortando dos orejas.
Su otro toro, largo como un tren y con puntas como puñales según la crónicas de la época que leemos en “Un día de toros” de José Manuel Rojas, fue un animal con sentido y peligroso, que derrotaba por los dos lados. El portuense logró muletazos a base de mucho exponer.
Fue la primera salida a hombros de matador de Heredia Romero. Pero –las cosas de la fiesta– aunque triunfó en El Puerto y dio la cara, no volvió hasta tres años después, en 1978, un 23 de julio con Currillo y Limeño ante toros de Bohórquez. Tuvo una gran actuación, reposado y con sitio, pero la espada en su primero dejó la cosa en vuelta al ruedo. Su segundo fue el garbanzo negro del envío y el portuense fue ovacionado.
Pasó menos tiempo para que lo repitieran y en mayo de 1979 torea en la Plaza Real una de Camacho, fuerte, su primero fue el más dificultoso de la corrida y a su segundo le cortó la oreja tras una buena faena. Fue el histórico cartel de tres toreros portuenses, con Galloso y Curro Luque.
Volvió a El Puerto al festival en homenaje a Curro Luque el 29 de marzo de 1980, que a punto estuvo de quedarse fuera, cortando una oreja.
No gozó de muchas oportunidades Fernando en su carrera, en 1976 toreó dos tardes, igual que en 1977. En 1978 toreó 15 festejos y cortó 23 orejas.
Interviene en 11 corridas durante la temporada de 1979, casi todas celebradas en cosos catalanes, como el de San Felíu de Guíxols en Gerona, el 28 de julio, donde alternó con Jorge Jiménez en la lidia de cuatro reses de Tiétar, tras la actuación del rejoneador Rafael Peralta. En la siguiente campaña, la de 1980, descienden a tres sus contratos. Fue su última temporada.
Entre sus percances graves, sufrió una cogida grave en la región perineal en una retienta de machos celebrada en la finca Los Alburejos, de Álvaro Domecq. Precisamente el caballero rejoneador Álvaro Domecq Romero fue uno de sus grandes amigos, igual que el recientemente fallecido Paco Camino, que guardaba una estrecha amistad con su compañero portuense. Heredia Romero era un hombre afectuoso cuyo trato íntimo costaba romper, pero que por fin se entregaba sin dobleces y con una amistad fiel y sin reservas. Era un serio y crítico conocedor del mundo del toro.
Una vez retirado Fernando se dedicó a los negocios con el pescado, en particular con los cefalópodos, pero era un gran aficionado que vivió muy cerca siempre del mundo del toro, ocupándose en asuntos taurinos. Fue apoderado de muchos novilleros y matadores como Reyes Mendoza, Juan Contreras o Víctor Gómez y estrecho colaborador en el ciclo de novilladas de Arganda delRey, que alcanzó un gran predicamento, además de que dos de sus hijos emprendieron el camino del toreo.
Con otro de sus estrechos amigos, el albaceteño radicado en Valencia y antiguo torero Sebastián Rodríguez, fue empresario de la plaza de toros de El Puerto con la empresa Serolo, empresa que regía los destinos de la plaza de toros de Valencia.
Una vez terminada la etapa de Serolo en la Plaza Real, en 2014, Heredia Romero se desvinculó del toreo al empeorar su salud. Descanse en paz tan valeroso torero, inteligente taurino y muy querido amigo, con nuestro hondo pesar para a su estupenda familia y fieles amigos.
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