Pablo López la vuelve a liar en El Puerto

El malagueño ofreció un concierto lleno de sorpresas en la Plaza de Toros, con una visita a la grada para cantar a pocos centímetros del público

Las imágenes de Pablo López cantando en las gradas de la Plaza de Toros

Nueva edición del Cabaret Festival en la Plaza de Toros de El Puerto

Pablo López, durante el concierto ofrecido el miércoles en la Plaza de Toros. / Miguel Ángel González

Pablo López lo volvió a hacer. Si ya en su última visita a la Plaza de Toros de El Puerto formó el taco, apareciendo por sorpresa en el concierto de su amigo Antonio Orozco en 2021, en la noche del miércoles el artista malagueño volvió a desconcertar al público, al paracer en el tramo final de su concierto, antes de los bises, en plena grada con una guitarra para cantar a escasos centímetros de sus seguidores la canción Lo saben mis zapatos. Sin duda fue el momentazo de una noche en la que el artista mantuvo una charla de tú a tú con sus fans, y si no que se lo pregunten a Chari, una chica que le espetó un sonoro "¡Olé tu madre por haberte parido!" y a la que a raíz de ahí se dirigió personalmente para charlar con ella de las cosas de la cida.

Y es que Pablo López es así, espontáneo, natural, sin poses, y eso que en este concierto se despegó un poco más del piano levantándose en varias ocasiones para animar al público, al margen del 'momento grada'.

El cantante llegaba a la Plaza de Toros en el segundo concierto del Cabaret Festival en agosto, después de su compañero David Bisbal, cuyo concierto confesó al público haber escuchado la noche anterior desde la habitación del hotel.

López entró en el escenario y se sentó directamente ante el teclado, para interpretar Unikornio, que da título a su disco publicado en 2020. Durante el repertorio el artista fue hilando canciones más recientes con otras que fueron coreadas commo auténticos himnos, en esta gira con la que quiere hacer un repaso de sus diez primeros años sobre el escenario.

Pablo López, con su inseparable piano. / Miguel Ángel González

Arropado en el escenario por seis músicos y con una gran presencia de instrumentos de viento en su acompañamiento, además de su inseparable piano, Pablo mantuvo durante el concierto varias charlas con el respetable -ya se sabe que le gusta mucho hablar y reflexionar en voz alta-. "¡Qué bonita es la vida!", dijo en varias ocasiones, ante un auditorio menos multitudinario que otras veces pero igualmente entregado, entre el que no faltaron las pancartas con diferentes leyendas.

Entre canción y canción, con versiones extendidas de muchas de ellas para el directo, el malagueño reflexionaba sobre lo difícil que es aparcar en El Puerto, sobre la indumentaria que le hubiera gustado llevar al concierto -la camiseta de España en la Eurocopa con la que ese mediodía se había paseado por la ciudad para degustar unos langostinos, sobre la relación con su madre... y así, entre canciones y conversaciones, iba transcurriendo un concierto que llegaba a su parte central con algunos temazos como Hijos del verbo amar o El patio, una de las más coreadas por el público.

Pablo estaba juguetón y no dudó en movilizar al público, haciendo interactuar a los espectadores de la pista con los de la grada, encarándolos y haciéndoles bailar y corear sus canciones.

Uno de los temas que le sirvió para este juego con el público fue Tu enemigo, con la que experimentó como quiso y que el público cantó a voz en cuello, hasta que Pablo finalmente confesó que se sentía en casa.

En este concierto también hubo cabida para algunas versiones, como la de Show must go on, de Queen, o I wanna dance with somebody, de Withney Houston.

En el repaso por sus diez años de carrera no podían faltar temas tan emblemáticos como Mi gato o La niña de la linterna, con la que el recinto se llenó de pequeñas luces con las que se creó un ambiente muy especial.

Casi al final del concierto llegaba la sorpresa de la visita a la grada, y tras la revolución que se desató entre los espectadores, Pablo volvió al escenario y allí terminó la cancion a capella, interpretando como último tema Los amantes, después de dos horas de concierto en los que el artista cantó, tocó el piano y la guitarra, habló, se paseó y animó a un público que le agradeció su entrega con sus aplausos.

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