El Alambique
Juan Clavero
'Edil gloriosus'
Ya se encuentran en marcha las obras de rehabilitación del histórico edificio de la Aduana, ubicado entre la avenida de la Bajamar, la calle Maestro Domingo Veneroni y la avenida Micaela Aramburu. Aunque los trabajos se anunciaron el pasado mes de agosto, ha sido desde hace pocos meses cuando se ha podido ver la actividad en el inmueble, que fue adquirido por la sociedad Palacio de la Aduana SL, propiedad del empresario Carlos Domingo Briceño Viviente.
De momento las obras que se acometen están encaminadas a la consolidación del inmueble para detener el deterioro de la finca y prevenir riesgos sobre la seguridad de las personas y la vía pública, creando así las condiciones necesarias para realizar las labores que permitan recopilar la información previa para la elaboración del proyecto de consolidación estructural y la posterior rehabilitación completa del inmueble. Desde el año 2018 el edificio había recibido varias multas coercitivas por parte del área municipal de Disciplina Urbanística, debido a su mal estado, tras no haber atendido la antigua propiedad del edificio la solicitud de la Concejalía de Urbanismo para reparar las fachadas y los elementos estructurales dañados, para evitar el derrumbe de la finca.
Y es que una parte importante de los techos y forjados del edificio se habían caído, y los pequeños negocios que desarrollaban su actividad en los locales de la planta baja de este magnífico inmueble de estilo neoclásico, construido en 1979, habían ido cerrando sus puertas poco a poco. Uno de los últimos negocios ubicado en el edificio, que se trasladó hace menos de un año, fue el restaurante El rincón del jamón, que ahora se ubica en la plaza Isaac Peral.
El edificio está considerado como uno de los mejores ejemplos del neoclasicismo en la zona, y en su momento estuvo destinado íntegramente a aduana, manteniendo en su interior las viviendas de los funcionarios, mientras la planta baja estaba reservada para la producción y el almacenaje de mercancías, en amplios locales con bóvedas. La monumentalidad del edificio quedó inmortalizada, por ejemplo, en el cuadro original pintado por José Aparicio Desembarco de Fernando VII en El Puerto en 1823.
Los orígenes del palacio se remontan al auge comercial que en la segunda mitad del siglo XVII experimentó El Puerto con los Cargadores a Indias. El inmueble fue construido por un comerciante sevillano, Pedro Pumarejo, sobre la base de la Real Fábrica de Aguardientes y Licores.
También vecinos y hosteleros de la zona habían reclamado desde hace años una actuación en el edificio, en cuyos balcones habían crecido hasta árboles, debido a su estado de abandono.
Ahora, las obras de consolidación afectan al desescombro, apuntalamientos, limpieza interior y limpieza de fachada y sus elementos, y se ha colocado una red para prevenir desprendimientos de la fachada sobre la vía pública. Una vez que concluyan estos trabajos de adecentamiento, queda por saber qué nuevo uso se le dará al edificio, una auténtica joya del patrimonio histórico portuense.
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