Ramón Bollullo. In memoriam
No hemos conocido a nadie tan discreto como Ramón. Amable, generoso, educado y siempre con una sonrisa en la boca y en los ojos. En la Academia, a la que le dedicó tanto tiempo de su vida de forma altruista, era una pieza indispensable. No se dedicaba a lo más público, a lo que salía en las noticias. Su trabajo era de puertas adentro. Controlaba todo lo que se necesitaba para funcionar, los imprescindibles, pequeños arreglos, organización de eventos, colocación de cuadros, exposiciones, … Era fácil verle subido a una escalera de 4 metros para descolgar un cuadro, o trasladar un lienzo por la calle Pagador desde la Prioral para su restauración. Sin embargo, nunca le vi subir la voz, ni enojarse con nadie. No solía hablar el primero, había que preguntarle qué opinaba para luego escuchar una respuesta sensata que casi siempre era la acertada. Disfrutaba de una copa de vino con los compañeros, cuando después de una conferencia o un concierto, un rato de charla nos relajaba. Discreto y sencillo, Ramón era un hombre bueno, además de un buen hombre, y cuando pienso en él, me vienen a la memoria los versos de Machado:
Es el mejor de los buenos/quien sabe que en esta vida/todo es cuestión de medida:/un poco más, algo menos…
Ramón, amigo, ayer, un día señalado para la Academia, no te tuvimos con nosotros, pero tus compañeros, al finalizar el acto, brindamos por ti, y tú nos sonreías y sabes que te vamos a echar mucho de menos.
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