El reto de una rehabilitación con alma

El aparejador Ildefonso Betanzos restaura con sus elementos y materiales originales la antigua casa de la familia Delgado Márquez Defiende una rehabilitación respetuosa y no especulativa

La fachada principal de la casa de la familia Delgado Márquez, situada en la calle Santo Domingo, y cuyo exterior ya está rehabilitado.
Carlos Benjumeda El Puerto

06 de diciembre 2015 - 01:00

"En esta casa estoy poniendo en práctica todo lo que he aprendido en estos años". Quien lo dice es Ildefonso Betanzos, arquitecto técnico jubilado y un apasionado de la rehabilitación de edificios antiguos. Durante años trabajó en control de calidad en la empresa Vorsevi, y ahora, llegada la edad de la jubilación, dedica todo el conocimiento adquirido a lo largo de su vida laboral en rehabilitar la casa de la familia Delgado Márquez, una casa señorial datada en 1842, situada en la calle Santo Domingo, junto a la cafetería Milord.

Se trata de un sueño que está haciendo realidad de forma lenta y minuciosa, aunque con una gran pasión y un contagioso entusiasmo por hacer bien las cosas. Rehabilitar un edificio en el Conjunto Histórico Artístico de El Puerto es una carrera de vallas por etapas, e Ildefonso Betanzos es el corredor de fondo que tiene que ir solventando esos obstáculos. Y además con una filosofía y una teoría definidas de cómo se debe rehabilitar una casa, en la que se debe priorizar el respeto hacia los elementos originales y el uso de materiales similares a los que utilizaron sus constructores.

Los trabajos para la restauración de la casa de los Delgado Márquez comenzaron en 2012. El primer paso fue poner de acuerdo a los herederos de la finca, las hermanas y hermanos de su mujer, para sumar las voluntades de aquéllos que quisieran sumarse al proyecto: rehabilitar la vivienda de la forma más fiel posible y obtener ocho apartamentos donde antes hubo la casa familiar. Posteriormente, llegó la fase de trámites administrativos: aprobación del proyecto, pago de tasas, licencia de obras, permisos de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta; y finalmente las dificultades económicas y constructivas propias de un proyecto de esta complejidad, donde se trata de devolver la funcionalidad a un edificio para ser usado por las mismas personas que crecieron en él, cuyos rincones están cargados de recuerdos. Evocaciones sentimentales vinculadas a elementos y dependencias de la casa: el sabor del agua del pozo del patio, los juegos infantiles en el zaguán de entrada, el frescor de las losas de tarifa, las contraventanas entreabiertas en verano.... detalles que forman parte del patrimonio histórico pero también del patrimonio sentimental, porque sacan a flote los recuerdos recuperando la arquitectura, a través de una rehabilitación con alma.

Para conseguirlo es necesario el estudio previo del inmueble en su contexto urbano, en este caso el Castillo de San Marcos, para comprender cómo ha sido la evolución orgánica de la finca, que como muchos de los grandes caserones de El Puerto coexiste ocultamente con las viviendas colindantes. De esta forma, en la primera fase de la rehabilitación han aparecido medianeras con dinteles y arcos de piedra cegados con sillares, que indican que antaño, hace siglos, hubo una comunicación con las fincas anexas, y que éstas se segregaron de la principal por diferentes motivos que se desconocen. También ha salido a la luz un pozo bajo la medianera del patio, la mitad del cual da a la casa del médico Jaime San Narciso; y el antiguo sistema de herrajes y poleas que utilizaron los moradores de la vivienda original para subir el agua del pozo a los pisos altos de la finca.

Porque en esta rehabilitación, se desvelan también detalles de la vida cotidiana de los habitantes de El Puerto de los siglos XVIII y XIX, en elementos tangibles, como las grandes tinajas (dolias) que se han hallado en la planta baja, casi a ras del suelo, que conservan incluso las cuñas de madera del sistema de extracción de aceite.

Son elementos que vienen a confirmar los datos recogidos en los documentos registrales, una fuente a la que acudió Ildefonso Betanzos para conocer el edificio en la fase previa a las obras de rehabilitación: la investigación en los archivos.

En el momento actual, tras la restauración del exterior y la consolidación estructural de la casa, la obra ha quedado parada, a la espera de que su artífice, que está dado de alta como 'Autopromotor constructor', consiga recuperarse económicamente y prosiga con la intervención.

El trabajo, aunque lento, está dando frutos, y la labor de Ildefonso es celebrada incluso por los grupos de turistas que pasan frente a la casa camino de La Prioral, que se interesan por la rehabilitación y echan "piropos al edificio". Ildefonso Betanzos les explica cómo han revestido los muros de fachada a la antigua usanza, sin cemento, usando mortero de cal de puzolana volcánica del Vesubio, que garantiza que no saldrán grietas ni humedades. El promotor conoce las propiedades de los materiales y aplica los conocimientos adquiridos en sus largos años de trabajo como perito técnico especializado.

Viendo los resultados de este trabajo, se llega a la conclusión de que el futuro pasa por una rehabilitación respetuosa y no especulativa de los edificios de El Puerto, por el reto de una restauración con alma, que saque a la luz la potencia histórica de la ciudad y evoque la memoria de las personas que la habitaron.

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