El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Olga Romero/Consejera delegada
La firma Romerijo, uno de los grandes referentes turísticos de El Puerto de Santa María, conmemora este año su 70 aniversario.
–¿Cómo se consigue pasar de un pequeño local en la calle Ganado a ser un auténtico referente turístico de El Puerto?
–Con mucho trabajo, mucho sacrificio y mucho esfuerzo, aunque esa respuesta la tendría que dar mejor mi hermano José Antonio, que fue el artífice de ese salto. Mi hermano fue, como mi padre, un pionero en la aplicación de técnicas de márketing y el fruto fue desarrollar una marca como Romerijo, con la trascendencia que tiene. Mi hermano fue un apoyo crucial en un momento crítico para mi padre, como fue la pérdida de mi madre con apenas 40 años. Ya está jubilado pero es el presidente del grupo y sigue siendo consejero.
–Tengo entendido que su abuelo, que era exportador de pescado, no apoyó en su momento la iniciativa de su padre de crear este negocio de venta de marisco al peso por considerar descabelladas sus ideas.
–Así fue, según cuentan mis mayores. Mi abuelo Manolo pensó que las ideas de mi padre eran una locura, y aunque no le dio la espalda del todo porque mi padre aprovechó los mercados que tenía abiertos como exportador, quienes realmente le apoyaron en su aventura fueron mis abuelos maternos, que fueron los que le dejaron los miradores de su casa para que él pudiera cocer allí el marisco. Antes del año 52, que es cuando mis padres consiguieron tener un local propio, en sus inicios en el año 47 empezaron a cocer el marisco y lo vendían ya cocido en los mismos mercados para su exportación. En las cajas que enviaba a los compradores ponía Romero García Hijo, y para ahorrar costes en los telegramas la firma se fue acortando hasta convertirse, siguiendo las recomendaciones de los telegrafistas, en Romerijo.
–Su padre, José Antonio Romero Zarazaga, fue un emprendedor adelantado a su tiempo. ¿Qué valores inculcó a su familia para que la empresa haya seguido adelante con tanto éxito, siete décadas después?
–Hemos aprendido el valor del sacrificio y el esfuerzo, también la templanza y la seguridad de creer firmemente en una idea y llevarla hasta el final, que nadie te quite la ilusión cuando quieres conseguir algo, y eso es lo que hizo mi padre, tiró para adelante y tuvo éxito, eso ha sido un ejemplo para nosotros. Y luego por supuesto los valores humanos de cualquier padre a un hijo. En cuanto a los negocios, la formalidad, la seriedad, la confianza y la calidad de los productos.
–Imagino que su madre, Dolores Sánchez Teja, también tuvo su parte de mérito.
–Para mi fue la más meritoria con diferencia, porque si bien es verdad que la idea de vender marisco cocido a sus clientes del resto de España fue de mi padre, a ella se le ocurrió aprovechar los sobrantes de las cajas que preparaban para exportar para vender ese marisco al peso en un puesto, en cartuchos, a sus paisanos. Creo que ellos dos formaban un buen equipo, debían estar muy compenetrados.
–La Ribera del Marisco lleva este nombre por Romerijo. Debe ser un orgullo para ustedes haber dejado esa impronta en su ciudad.
–Por supuesto, estamos muy agradecidos a El Puerto de Santa María. Nosotros nos sentimos muy orgullosos de El Puerto y así lo venimos manifestando desde hace muchos años. El nombre de El Puerto siempre ha estado unido a nuestro eslogan, siempre con El Puerto por delante, hemos encontrado el apoyo de nuestra ciudad.
–Para muchos visitantes decir Romerijo es decir El Puerto. ¿Tienen ustedes en el turismo su principal cantera de clientes o el público local también es asiduo?
–Tenemos muchos clientes de fuera, pero también mucha gente de El Puerto nos visita, si no no podríamos sobrevivir todo el año. La mayor afluencia es en temporada alta, en verano, pero el resto del año nos visitan también muchos vecinos de la provincia. Los fines de semana la barra de La Guachi, nuestro principal establecimiento, siempre está llena de portuenses.
–En los años en los que se creó Romerijo, los 50 del pasado siglo, comer marisco era un lujo para muchas familias. Una de las claves de su éxito fue popularizar su consumo al peso y en cartuchos de papel.
–Efectivamente, esa fue una de las claves del éxito de mi madre, llevó a todos los bolsillos un producto que era para ocasiones especiales, y además dando una oferta y una variedad muy amplia, tanto de productos como de precios. Se daba la oportunidad a todos los bolsillos de poder disfrutar del marisco en cualquier momento, y al peso que cada uno quisiera.
–Una cosa curiosa es que durante muchos años los establecimientos cercanos permitían el consumo de marisco de Romerijo en sus mesas. Eran ustedes una especie de imán para ellos.
–Pues sí, cuando nos mudamos a nuestra ubicación actual en la Ribera fue un detalle muy bonito, esta zona era entonces oculta y oscura y poco a poco se fue llenando de locales, hubo una explosión de ambiente. Luego las cosas han ido cambiando, ya solo lo sigue haciendo La Draga-La Herrería, a la que sentimos como una empresa hermana.
–Fueron también pioneros en la venta de marisco on-line, a finales de los años 90, hoy que todo el mundo se sube al carro de las ventas por Internet.
–Efectivamente, eso fue también idea de mi hermano José Antonio. Algo que se repite en nuestra historia es que nos vamos moviendo a golpe de escuchar a nuestros clientes, ellos son los que nos van pidiendo cosas y nosotros las atendemos. Recibíamos a mucha gente de fuera que quería seguir disfrutando del marisco en sus hogares. Se empezó a vender por teléfono y después abrimos la tienda on-line para dar respuesta a la demanda. Eso ayudó a tener los deberes hechos cuando llegó la pandemia, cuando esa línea de negocio que era secundaria cobró más importancia.
–¿Hasta donde llegan los productos de Romerijo? ¿Tienen también clientes fuera de España?
–Llegamos hasta Portugal, porque al ser productos perecederos no queremos que pasen más de 24 horas desde la salida del producto hasta la llegada al cliente. Pasar aduanas y trámites complicados es un riesgo y no queremos que el producto llegue en mal estado. En Portugal tenemos una buena clientela, muchos de ellos miembros de peñas moteras que nos han conocido en sus visitas a la motorada.
–Romerijo cuenta con siete establecimientos entre las provincias de Cádiz y Sevilla. ¿Está prevista alguna nueva apertura?.
–Sí, nuestro plan estratégico prevé un proyecto en la Costa Oeste de El Puerto, pero no encontramos un local que reúna las condiciones que necesitamos. La idea es seguir con el proyecto cuando encontremos un local adecuado, creemos que esa zona es muy buena porque ya estamos presentes en el centro y en Valdelagrana.
–La oferta gastronómica de El Puerto ha crecido mucho en los últimos años. ¿Sigue teniendo la Ribera el mismo tirón que antes?
–Yo creo que sigue teniendo mucho tirón, de hecho no paran de abrir nuevos locales. La calle Misericordia también está llena de actividad.
–La hostelería portuense está protagonizando en los últimos años interesantes iniciativas, como por ejemplo las Jornadas de la Sal y el Estero, en las que ustedes participan. ¿Es importante la unión dentro del sector?
–Claro, para mi ha sido algo muy especial, es difícil reunir en un evento a un grupo de restauradores de perfiles tan distintos, y hemos ido todos a una. La experiencia ha sido un éxito, no solo de público sino por la complicidad que se ha creado en el equipo, la ayuda mutua. Se crean lazos importantes.
–Imagino que para ustedes, como para el resto del sector, la pandemia ha sido un golpe duro. ¿Cree que este verano recuperaremos la antigua normalidad?
–Estoy convencida. Ya de hecho en los últimos meses de 2021 notamos mucha más actividad, en meses supuestamente malos del otoño, y también a principios de este año. Seguro que tendremos un verano magnífico.
–Y ahora, cuando parece que la pandemia mejora, nos llega un clima de inestabilidad mundial que amenaza también al turismo. Hay que tener mucho coraje para seguir adelante ante tanta adversidad. Imagino que es complicado ser empresario en estos tiempos.
–Figúrate la de golpes que estamos teniendo que aguantar. Ya veníamos de una crisis mundial muy grave, la de 2008. A eso hay que unirle la crisis de El Puerto y cuando empezábamos a salir del bache llega la pandemia, ahora lo de Ucrania y la crisis de la energía. Pero los hosteleros somos de otra pasta, estamos hechos para luchar y tirar para delante, para no desfallecer, porque cuando se pone pasión e ilusión y se cuenta con un equipo que te acompaña en ese proyecto al final todo compensa, la recompensa es mayor. Tenemos empleados que llevan más de 30 años con nosotros y son los primeros en arrimar el hombro.
–Ustedes siempre han apostado por la marca El Puerto, sumándose a cualquier iniciativa que vaya en pos de dejar bien alto el pabellón de la ciudad. ¿Qué tiene El Puerto que no tengan otras ciudades del entorno?
–El Puerto reúne muchas cualidades, ya no solo sus playas, que son maravillosas. Siempre ha tenido un señorío que no tiene ninguna población cercana, es un enclave ideal para disfrutar y pasar unos días, con una ubicación única, a caballo de todo. Es además una ciudad con mucha historia, patrimonio y tradición, con una gastronomía única y una idiosincrasia especial, un talante y una manera agradable de recibir a la gente. Lo tenemos todo.
–Pero El Puerto no atraviesa últimamente sus mejores momentos, con un casco urbano por rehabilitar, un Plan General de Ordenación Urbana anulado y un Ayuntamiento con muchos problemas burocráticos. ¿Qué cree que se podría hacer para devolverle el esplendor que tuvo hace décadas?
–Lo primero es arreglar de una vez por todas la entrada a la ciudad por Pozos Dulces, es un horror invitar a alguien de fuera y que tenga que pasar por esa entrada tan lamentable y tan indigna de nuestra ciudad. No se puede permitir. No sé cómo se puede solucionar, yo soy hostelera, no soy política, pero si yo fuera alcaldesa me tiraría a la calle a buscar fondos y no me muevo hasta que no los consiga. El Puerto es muy importante y no puede estar en esta situación, ya no por el turismo sino por los propios portuenses. Y después el centro, que está muy triste. Hablábamos antes del mérito de los hosteleros pero hay que hablar también de los pequeños comerciantes del centro, que con sus pequeñas tiendas emprenden un proyecto y están abandonados, incluso por la propia gente de El Puerto. Habría que hacer un esfuerzo entre todos por echarles una mano a estos valientes. De todas formas, estoy segura de que El Puerto resurgirá más pronto que tarde, ya estamos al límite, es hora de remangarse y ponerse a trabajar, buscando todos los consensos que hagan falta.
–La conmemoración del 70 aniversario de Romerijo es un acontecimiento importante. ¿Qué se plantea desde la empresa para celebrarlo?
–Queremos hacer una reunión hacia el mes de junio con toda la plantilla para celebrarlo como debe ser, aunque también haremos algún acto público. Pero el 70 aniversario lo afrontamos desde Romerijo sobre todo con una mirada al futuro, siendo conscientes de que tenemos que sumarnos a los profundos cambios que se viven en todo el mundo. Esa transformación vendrá acompañada de un cambio cultural, un reposicionamiento del cliente en nuestro día a día, que forme parte de todas nuestras decisiones, y eso lo haremos motivando y formando a nuestro equipo. Esa es nuestra apuesta de futuro. También queremos explorar otros mercados, trabajar en un modelo de franquicias y entrar en el mundo de la distribución. Ya desde hace años atendemos a hoteles y restaurantes pero ahora queremos hacerlo a lo grande, con una gran distribuidora. Tenemos muchos proyectos y la mirada puesta en el futuro con mucha ilusión.
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