Un fin de semana lleno de flamenco en el teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto
Los espectáculos 'Alcanatif' y 'Bailahora' llenaron de arte el espacio escénico portuense
Las Academias celebran el Día Internacional del Flamenco bailando en El Puerto
El Puerto/El teatro municipal Pedro Muñoz Seca ha sido escenario este fin de semana de dos espectáculos flamencos, en trno al Día Internacional de este arte.
El cante flamenco tradicional de Nazaret Cala se fundió en la tarde-noche del viernes con los cantes andalusíes del cuarteto marroquí Al Maqam en un espectáculo de muy bellas sonoridades que llevaba el nombre de Alcanatif, que es como se llamaba El Puerto de Santa María, donde nació la cantaora, cuando era una ciudad árabe en el siglo VIII. Partiendo de una instrumentación acústica, basada en la guitarra flamenca de Joaquín Linera, 'El Niño de la Leo', se fueron estableciendo puentes musicales con los ritmos del Magreb que salían del kanún -uno de los tipos de salterio- de Abdel Azíz Samsaoui, el violín de Fathi Ben Yakoub y las percusiones de Mouhssine Koraich, alternándose en la voz Hamid Ajbar y Nazaret. El espectáculo establece puentes musicales que unen el flamenco con ritmos árabes, turcos y griegos herencia de Bizancio, creando un diálogo sonoro hermoso y único. Nazaret Cala muestra su amor por el flamenco, hermanándolo con la riqueza de las sonoridades andaluzas.
La poderosa voz flamenca de Nazaret Cala, llena de sentimiento y duende, es la protagonista indiscutible del espectáculo. Es un canto a la riqueza y diversidad de las culturas mediterráneas. El escenario, envuelto en penumbra, se anima con la llegada de los artistas. La guitarra rompe el silencio, acompañada por las voces intensas de Nazaret Cala y Youssef El Houssaini. Vestidos de negro, con Nazaret luciendo un elegante traje verde, el espectáculo arranca con una fusión de tangos, donde las voces en árabe y castellano se entrelazan, creando un ambiente de nostalgia y mestizaje. El violín de Fathi Benyakoub traza melodías que evocan paisajes marroquíes, mientras el kanún de Aziz Samsaoui añade un toque único.
Nazaret, con su poderosa voz, transporta al público en un viaje emocional, reinterpretando estilos tradicionales como Malagueñas serrando por verdiales y adaptándolos a nuevos ritmos. Las luces se atenúan, y el Niño de la Leo, con su guitarra, acompaña a Nazaret, que conmueve al público. La interacción entre ambos es magistral, pasando de la profundidad del cante a la energía de los ritmos flamencos binario.
Tras un agradecimiento sentido, Nazaret introduce alegrías, cantiñas y romeras. La bailaora Rocío irrumpe en escena con un mantón que ondea al ritmo del compás, regalando un baile elegante y natural. Su escobilla, marcada por precisión y carácter, muestra la fuerza del flamenco en su estado más puro. Su danza, llena de matices y recortes flamencos, es elocuente, un baile de belleza y tradición de la denominada escuela sevillana educado y estilístico. Un público entregado marca las palmas al ritmo, mientras los músicos avanzan juntos. Destaca el trabajo conjunto del Niño de la Leo en la guitarra, el violín de Fathi Benyakoub y la darbuka de Khalid Ahaboune, creando una base rítmica sólida.
Nazaret canta con pasión, dedicando una pieza a Granada, mientras el violín y la guitarra dialogan con vida. El momento cumbre llega con una seguiriya. Youssef El Houssaini ofrece una interpretación cargada de enjundia y emoción, con melismas que se elevan hacia lo alto como si del admírete llamara al rezo, mientras el kanun y el violín sostienen la tensión dramática. La conexión entre los artistas es palpable y el público responde con entusiasmo, siguiendo los compases con las palmas a la canción El anillo (chibulli).
El espectáculo culmina con una versión exquisita de 'La Tarara'. Una noche mágica donde el flamenco y la música árabe se fusionaron para celebrar el Día del Flamenco, creando un ambiente de nostalgia y mestizaje. con un público entregado a la riqueza y la diversidad cultural que se crea en este espectáculo.
Un soplo de aire fresco en el flamenco tradicional
Ya el sábado María del Mar Moreno, una figura emblemática del flamenco jerezano, nos sorprendió con su espectáculo 'Bailahora'. Esta obra no solo es un homenaje a la tradición flamenca, sino también una audaz reinterpretación que desafía los límites del género. Moreno, con su inconfundible estilo y su inagotable energía, nos sumerge en un universo donde la tradición se fusiona con la vanguardia de manera sublime.
La bailaora jerezana logra un equilibrio perfecto entre la pureza de los palos más clásicos y una estética contemporánea que cautiva a públicos de todas las edades. Cada movimiento, cada mirada, cada sonido, está cargado de intención y nos transporta a un mundo donde el pasado y el presente se entrelazan.
La escenografía minimalista, con una iluminación cuidadosamente estudiada, crea un ambiente íntimo y envolvente que acentúa la fuerza expresiva de Moreno. Los músicos, en perfecta sintonía con la bailaora, aportan un acompañamiento exquisito que subraya la intensidad de cada momento. La elección de los palos, desde las bulerías más alegres hasta las seguiriyas más profundas, demuestra la versatilidad de Moreno y su capacidad para transmitir una amplia gama de emociones.
Uno de los aspectos más innovadores de 'Bailahora' es la forma en que Moreno utiliza el cuerpo como instrumento de expresión. Su baile es visceral, intenso y lleno de matices. Cada gesto, cada mirada, cada movimiento de sus brazos y piernas, cuenta una historia. La bailaora nos invita a adentrarnos en su mundo interior, a compartir sus alegrías y sus penas.
Otro elemento destacable es la puesta en escena, que combina elementos tradicionales del flamenco con elementos más contemporáneos. La utilización de proyecciones, la interacción con el público y la coreografía vanguardista confieren a la obra un carácter único y original. Moreno no solo baila, sino que crea un espectáculo visual y sonoro que nos conmueve y nos emociona.
Es una obra que nos invita a reflexionar sobre la evolución del flamenco y su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Moreno demuestra que el flamenco es un arte vivo y en constante transformación, capaz de conectar con las nuevas generaciones y trascender fronteras.
El espectáculo nos deja con una verdad esencial: el flamenco es atemporal, es hoy, es ahora, y su vanguardia nace precisamente de su arraigo. Con esta obra, Moreno no solo baila; nos muestra que la tradición no necesita ser una cárcel, sino un campo fértil donde la innovación puede florecer.
Viví un espectáculo lleno que me alimentó, la tradición y la vanguardia se combinan en un espectáculo gourmet, el arte se convierte en un festín para los sentidos, donde lo antiguo y lo nuevo bailan al unísono en un delicado equilibrio.
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