¿Es ése el tipo de turismo que beneficia a El Puerto?

Tribuna Libre

El autor considera que este tipo de actividad es "pan para hoy y hambre para mañana"

La verbena reivindicativa organizada por colectivos sociales de El Puerto desborda las expectativas

Una imagen de archivo de una despedida de soltero.
Una imagen de archivo de una despedida de soltero. / EFE
Joaquín Rábago - Periodista

17 de septiembre 2024 - 11:42

Llegué afortunadamente esta vez a El Puerto desde Berlín cuando ya había pasado lo peor de la vorágine de agosto, pero aún quedaban sus rastros en calles y plazas.

Me contaron vecinos y propietarios de locales lo ocurrido durante todo el mes. Se ha visto, me dijeron, a jóvenes orinar a la calle desde los balcones de los pisos de uso turístico.

Han aparecido vomitones a las puertas de casas y bares de copas e incluso en algunos portales. Y perdura todavía en muchos callejones, junto a las manchas de las micciones, un desagradable olor a orina.

Han llamado al timbre de vecinos con niños pequeños a horas intempestivas porque los ocupantes de algunos de esos pisos turísticos no encontraban la llave o la habían perdido. Han subido en algunos casos, una vez dentro del edificio, al rellano de un piso que no les correspondía y han seguido allí con el alcohol, el tabaco y el griterío.

¿Es ése el turismo que beneficia a El Puerto de Santa María? ¿Es el tipo de turismo por el que apuesta el actual gobierno municipal?

Algunos habíamos advertido ya hace tiempo del peligro de que con las juergas nocturnas y las despedidas de soltero, El Puerto de Santa María pudiera llegar a convertirse un día en un segundo Magaluf.

Ese tipo de turismo es pan para hoy –sólo para algunos- y hambre para mañana. En primer lugar porque es muy estacional – se limita a los meses de verano e incluso a sus fines de semana- y expulsa a otro turismo mucho más serio y estable, que huye muchas veces espantado de lo que ve.

Creo que es algo que deberían plantearse las autoridades si es que de verdad les importa el futuro y la sostenibilidad de esta ciudad. Los pisos turísticos, además de ser un auténtico incordio para los vecinos, encarecen los alquileres e imposibilitan a la gente joven, ya sean músicos, maestros, sanitarios o cualesquiera otros profesionales, disponer de una vivienda estable.

Asistí hace unos días a una fiesta organizada por asociaciones de vecinos, feministas y ecologistas, entre otras muchas, en las que se animó a los participantes a expresar en un cartón sus ideas sobre cómo podría mejorar la ciudad. Algunos hablaban de eliminar las ridículas aceras, que son además un peligro para el tobillo, y peatonalizar todo lo posible la ciudad.

Otros denunciaban justamente la plaga de los pisos turísticos mientras que había quienes pedían hacer un Puerto mucho más verde con la plantación de árboles.

No es la primera vez que lo escribo, pero no me cansaré de repetirlo: el coche es el auténtico enemigo de la ciudad. Y su eliminación es signo de progreso. Citaré al respecto un estudio reciente del Instituto Alemán Leibniz de Investigaciones Económicas según el cual la eliminación de los vehículos de motor, sobre todo los más contaminantes, reduce las depresiones de los vecinos.

“En la salud mental influyen factores diversos, entre los que está la contaminación atmosférica”, afirma uno de los autores del estudio, según el cual son sobre todo los más jóvenes, los menores de treinta años, quienes más se beneficiarían de su eventual reducción. ¡Hagámoslo al menos por ellos!

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