El Alambique
J. García de Romeu
Sanidad pública y privada
Urbanismo
La calle Larga tiene la negra. Si hace unos años fue un andamio en el Palacio Winthuyssen el que impidió durante largo tiempo el paso de peatones por el tramo final de la calle, ahora es otra casa ubicada en la esquina entre Larga y Chanca la que impide que los transeúntes puedan pasar con normalidad por esta céntrica calle.
Fue hace ocho meses cuando la caída de varios cascotes de este edificio sobre la calzada obligó a los bomberos a cortar la calle, instalándose después unas mallas de tela sobre la fachada y una valla metálica delante de la finca, en plena calle Virgen de los Milagros.
Lo que en un principio parecía una solución provisional para dar tiempo a los propietarios a sanear la fachada y volver a despejar la calle finalmente se ha convertido en un impedimento permanente del tránsito, en una zona en la que además hay una academia de idiomas a la que acuden cada tarde muchos menores.
Pasar por este pequeño trozo de acera que se ha dejado practicable es toda una odisea, ya que además hay otros obstáculos como un árbol y un contenedor de basuras, todo en un escaso margen de maniobra.
Los turistas que pasen por esta calle procedentes de la estación o del hotel Monasterio se deben quedar horrorizados, primero porque muy cerca, en esta misma acera, sigue abierto el agujero de la casa ocupada de Larga 35, y a los pocos metros se topan con esta valla que te obliga a cruzar la calzada si se quiere caminar con cierta holgura.
Curiosamente este tramo de Larga se renovó el acerado en 2017 para dignificar la calle y modernizarla, y precisamente tras la obra ha sido cuando uno de sus tramos ha quedado casi inutilizado.
Confiemos en que esta valla no lleve camino de perpetuarse tanto como lo hizo el famoso andamio del Palacio Winthuyssen y que el Ayuntamiento se ponga firma a la hora de hacer cumplir las normas urbanísticas de mantenimiento de los edificios en el centro histórico de la ciudad.
También te puede interesar
Lo último
3 Comentarios