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“Hay que echarle mucho valor para vivir lo de Paquirri y seguir toreando”

Gregorio Cruz Vélez. Banderillero de toros de Paquirri

El torero portuense, banderillero en la cuadrilla de Paquirri, evoca lo vivido en la tarde de la cogida mortal del maestro de Barbate, a los cuarenta años de la tragedia de Pozoblanco

Isabel Pantoja recibe una importante visita en Cantora, el sueño de Paquirri, tras la muerte de Julián Muñoz 

El torero portuense Gregorio Cruz Vélez, baderillero de Paquirri. / Orgambides
F. Orgambides

22 de septiembre 2024 - 07:00

Pregunta.Usted frecuentaba los tentaderos en 'Cantora' a principios de los ochenta y jugaba aquellos famosos partidos de fútbol en al finca ¿Cómo entró en la cuadrilla de Paquirri?

Respuesta.Primero entré con su hermano Riverita en agosto de 1980 y en 1982 me coloco con Paco. Manuel Bernal “Bahía” de Cádiz era ayuda de Paquirri y mozo de espadas de Riverita y había sido mi mozo de espadas cuando yo era novillero con caballos, y me animó.

P.Era el inicio de su carrera como banderillero  

R.Casi. Recuerdo que en la primera que toreé con Riverita, en Vinaroz, toreaba con Paquirri. Iba yo lidiando y fui a banderillear el toro de Riverita pero la gente pedía que banderilleara Paquirri. Me echó Paco para atrás y tomó los palos. Caso insólito: un matador banderilleando el toro de otro. 

P.Su sueño era entonces entrar en la cuadrilla de Paquirri

R.Ese año de 1980 terminó la temporada y en octubre me fui a hablar con Paquirri con la mediación del Bahía y le dije que quería ser banderillero y vivir de esto. Me dijo que si salía uno de su cuadrilla el primero que entraba era yo.

P.Tardó un poquito

R.El día del festival de Santa Rosalía en Jerez, marzo de 1982, al terminar, estaba Paquirri en el Hotel Jerez hablando con Isabel y coincidimos. Le deseé suerte para la temporada y al momento vino su tío y mozo de espadas, Ramón Alvarado, y me dijo que Paco me esperaba al día siguiente en “Cantora”. Allí fuí y me dijo que lo que tenía libre era el puesto de tercero, que si me interesaba. Así fue la colocación.

P.Paquirri era un coloso que no tenía los pies de barro, se rodeaba de excelentes profesionales.

R.Estaban de lidiadores Alcalareño y Pichardo y los picadores eran Antonio Torres y Rafael Muñoz. Se fue Antonio Torres y entró José Luis Sánchez. Alcalareño también se fue y entró Rafael Torres. Yo iba a entrar en el puesto que fue para Rafael Torres, porque me lo tenía prometido, pero cuando se fue Alcalareño me dijo Paco que tenía un compromiso muy fuerte y que no podía colocarme. 

P.¿Cómo andaba usted entonces?

R.Yo había toreado con Sánchez Puerto, con Luis Miguel Villalpando y con cuatro o cinco matadores por la zona de Madrid, el Valle del Terror: ya tenía yo un rodajito.

P.¿Cuál era entoces la cuadrilla de Pozoblanco?

R.Aquel 26 de septiembre éramos los picadores Rafael Muñoz y José Luis Sánchez y los banderilleros Pichardo, Rafael Torres y yo de tercero. El mozo de espadas era Ramón Alvarado. El ayuda no recuerdo, creo que era “Cien Kilómetros”. Por la época en que entré yo ya había llegado Paco a un acuerdo con Manuel Camará, que sale de apoderado, y Paquirri se hizo cargo el mismo de su carrera, poniendo a Juan Carlos Beca Belmonte. 

P.¿Y quién embarcaba?

R.Él mismo lo veía casi todo. Alguna vez fui yo con él, recuerdo una vez en Marcos Núñez, y otras varias. 

P.Ustedes venían de Logroño

R.Una corrida seria de cojones, de las de Chopera. De Joaquín Buendía y Dionisio Rodríguez. Con Chopera también matábamos siempre en Bilbao la de Buendía. De ahí fuimos a Pozoblanco: llegamos por la mañana. Nosotros viajábamos en un coche largo de esos, un Volvo de siete plazas. Él viajaba en el BMW con Juan Carlos Beca y su hermano Antonio. Llegamos al Hotel los Godos. Estaba en el mismo hotel que nosotros aunque en otros sitios, si había un hotel de más categoría, se alojaba allí y nosotros en otro. 

P.Era su última tarde antes de retirarse ¿La cuadrilla lo sabía?

R.Eso de que Paquirri se iba a retirar es mentira. Porque me dijo Antonio que viniendo de Dax, donde Paquirri había matado seis toros, el matador le dijo a Pichardo que como ya le tocaba jubilarse de banderillero, que iba a entrar yo de lidiador y que yo iba a estar dos años de lidiador con él y así luego podría ir yo ya con cualquiera. 

Paquirri en el campo.

P.¿Fue usted al sorteo?

R.Sí. Llegamos amaneciendo y dormí un rato para ir al sorteo. Lo normal: yo siempre iba acompañando a Pichardo o a Rafael Torres, no me acuerdo quien fue ese día. La sensación que me dio es que la corrida de toros era muy bonita, no era excesiva ni mucho menos, era muy normal, de un pueblo, tampoco era una corrida de toros seria como si dijéramos de asustarse. 

P.’Avispado’ era muy astifino

R.Decían que el toro era astifino. Lo que pasa es que lo de Sayalero en ese momento tenía las mazorcas finas y por eso aparentaba ser más astifino todavía. Sayalero y Bandrés era entonces una ganadería de máxima vitola. El año antes Manzanares había indultado un toro de Sayalero en El Puerto, que entonces los indultos eran rarísimos. Aquello funcionaba, era lo de Ibarra que se llevó la mitad Torrealta, se llevó Sayalero y Moura también se llevo una parte. Marqués de Domecq puro. Después Torrealta le vendió parte a Bañuelos. Era una ganadería para figuras.  

P.¿Vio al maestro antes de vestirse de luces?

R.Sí. Juan Carlos Beca le contó como había sido el sorteo y el maestro nos llamó a todos para echar unas manitas de cartas después de comer. Él no es que durmiera siesta siempre pero sí que quería estar tranquilo. No era así siempre pero ese día como terminábamos la temporada nosotros y él se iba para Caracas vía Miami a torear dos o tres corridas de toros, quiso echar el rato jugando a las cartas con nosotros. Jugábamos nada, monedas de peseta, nos dio un palizón a todos y nos quitó todas las monedas. No veas la sonrisa porque nos había ganado. Hasta perdimos el respeto del protocolo del coche de cuadrillas camino de la plaza, con lo de las ganancias de Paco ¡No iba a estar contento si nos había pelado! ¡Unas risas en el coche!

P.Pero luego vino la desgracia

R.Era el segundo toro suyo, le dieron las dos orejas aunque no llegó a torear con la muleta, que lo mató El Yiyo. Di yo la vuelta al ruedo con las orejas.

P.¿Cómo fue aquello?

R.El problema que tenía la corrida de toros es que había pasado toda por el tentadero de machos con la ramita. Toda la camada entera la tentó Pedro Castillo. Todas las ganaderías tientan machos que luego van a las plazas, eso es normal y habitual. De eso yo me enteré después. Lo que hizo ese toro es un extraño de haber estado en la plaza. Por eso dio ese cambio cuando vio al caballo, se acordó de cuando fue tentado en la plaza con la ramita. Oye que eso puede pasar porque todo el mundo tienta toros en la plaza y si no se queman, se lidian. Puede que con aquel ruedo más reducido se fijara más en el caballo y por eso hizo una cosa extraña en la brega para ponerlo al caballo.

P.Eso explicaría aquel extraño

R.Fue poniéndolo al caballo. La primera vez que pasa el toro se le mete, pero lo esquiva y al segundo le echa mano, pendiente el toro del caballo. Yo estaba con el otro caballo, pero Paco se quedó colgado del pitón y me dio tiempo de llegar al toro. El toro lo llevaba enganchado con la cara en alto y yo con una mano llevaba el capote y con la otra me metí por la oreja para descolgarlo. El toro humilla,  Paco sale del pitón y cae encima de mi capote, Rafael Torres se puso delante y, como se quiso volver el toro, me lo llevé con la mano en la testuz y en el rebujo aquel me quitaron el toro.

P.Se vivieron momentos dramáticos en el ruedo y también en la enfermería. Lo vio toda España por televisión

R.Yo tuve que salir a banderillear al toro y después del tercio entré en la enfermería. Aquello era un desastre. Había que abrirlo y taponar y no haber perdido tanto tiempo en la enfermería, que si hay que llamar a Ramón Vila, que si hay que esperar o que si no. Yo me acuerdo que le secaban la sangre y de pronto salía como una burbuja para arriba, como un borbotón. Volví al ruedo porque como dije el toro lo mató El Yiyo. 

P.¿Qué sensación teníais los profesionales de la cornada?

R.Aquello era muy gordo, pero no se esperaba en la vida que no llegara a Córdoba. Estuvimos en la enfermería hasta que se lo llevaron para Córdoba, nos cambiamos y del tirón para Córdoba. Llegamos a la Residencia y nos dicen que allí no había llegado. Nos dijeron que habían entrado en el Hospital Militar, nos volvimos y allí nos encontramos la tragedia de que había muerto. Un drama, todos afectadísimos, Ramón Alvarado lloraba como un niño chico. Hasta el chofer que los llevó estaba reventado.

P.El toro mató a Paquirri pero a todos ustedes, tanto por el afecto al maestro como profesionalmente, el pitón de aquel ‘Avispado” les caló también

R.Se murió Paquirri, pero la cornada nos hirió a todos. Tú quieres ser torero y piensas que el toro te puede coger, pero nadie está preparado para pensar que te puede matar un toro. A mi me tocó mucho, había un momento en que no sabía que iba a hacer con mi vida. Ese recuerdo no se te va en toda la vida. Nadie sabe los cojones que hay que echar para vivir una cosa así y seguir toreando.

P.Pero la vida sigue, usted llegó muy lejos profesionalmente 

R.Al año siguiente toreé fijo de lidiador en las cuadrillas de Emilio Oliva, luego en las de Paco Ojeda, Emilio Muñoz y me retiré en la de Finito de Córdoba.

P.Todos coinciden en que era un hombre que se hacía querer 

R.Cierto. Yo como era el que vivía más cerca de él de todos en aquellas tres temporadas tuve mucho roce con él. Tanto es así que el día del bautizo de Kiko, al despedirnos, le puso la mano en el hombro a mi mujer y le pidió que le perdonara porque le quitaba al marido. Le dijo “te lo quito mucho pero es que me hace falta”. Fue una satisfacción para mí. Era un amigo. Me contaba muchos problemas incluso me aconsejaba de esos amigos que le salen a uno en el toreo. 

P.¿Cómo era Paquirri?

R.Con Paquirri ojanas ni una. Yo le llamaba Paco, pero de luces y cuando había gente, maestro. Yo iba mucho con él a entrenar, pero entrenamiento físico porque el ni toreaba de salón, ni banderilleaba al carro. El banderilleaba las vacas o los toros que mataba, que mataba bastantes toros. Yo tenía 27 o 28 años en esa época y corríamos por “Cantora” y cuando subíamos corriendo la cuesta me decía, que me dejara ganar, que estaba Isabel en la puerta. Pero yo no me dejaba ganar. No veas la pelea.

P.Bromista, tela.

R.Me decía que yo al principio de conocerle le caía mal, desde el primer día que entré en “La Cantora”, antes de torear con él. Jugábamos al fútbol antes de los tentaderos y me decía que le caí mal porque le breaba las espinillas. “Tú no me dejabas” decía, “Me tenías amargado” y yo “Maestro era para que usted viera lo fuerte que estaba yo para torear”. Y eso que dice alguno de que era tacaño de eso nada porque nos pagaba Juan Carlos tras el sorteo. Te ibas a dormir la siesta y ya tenías el dinero.

P.Tenemos que rematar con un recuerdo bonito, alguna anécdota.

R.Una vez me dice, recógeme en “Cantora” que vamos a Sevilla y llegamos a un naranjal. Me dice, “Mentras yo hablo con el tío y me lo llevo de allí, coge tú todas las naranjas que puedas y las metes en el maletero. Yo me volvío loco y llené un saco. Cuando vuelve con el hombre dice delante de él “No se te habráocurrido mangar naranjas no?. Yo me quería morir, descompuesto. “Abre el maletero”. Y se empiezan a reir los dos y dice Paco “¡Que yo soy el dueño de esto hombre!” Ese naranjal creo que fue para los niños. Tengo recueros muy bonitos en “Cantora” con mi mujer y con mi hija jugando con los niños.

P.¿Qué hubiera sido de Paquirri hoy? Ya era una figura del toreo, de las históricas, digo como hombre

R.Muchas veces pienso que hubiera sido de Paquirri de estar vivo. Estaría encantado de ver a sus dos hijos torear. Francisco era el rabo de una lagartija. Yo en la finca de Constantina le cerraba el paso como broma en el burladero para que no saliera a torear la becerrita de turno y me empujaba con genio. Pero a Cayetano le hacía lo mismo y ni hablaba, era tan buena gente que ni empujaba. Viendo eso me dijo Paquirri de Cayetano “Este cuando quiera, será” y ahí está. El quería mucho a esos niños y verlos de torero hubiera sido la ilusión de su vida. 

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