El Alambique
Manolo Morillo
Betilo
Que Doña Blanca se ubica en terrenos inundables no es nada nuevo, de hecho este enclave rural perteneciente al término municipal de El Puerto de Santa María ya ha sufrido dos graves inundaciones en las últimas décadas, la primera de ellas en 1996 y la segunda en el año 2010.
En diciembre de 1996, tras varios días de intensas lluvias, el río Guadalete se desbordó como consecuencia de los aportes de todos los afluentes y arroyos de la cuenca y, principalmente, del desembalse de los pantanos. El 20 de diciembre el Poblado de Doña Blanca se vio anegado por el desbordamiento del río.
Catorce años más tarde el Poblado volvió a sufrir graves inundaciones, desbordándose en este caso también el Guadalete junto al Arroyo Carrillo, a lo que se sumó la rotura del azud de El Portal. Todos estos antecedentes vienen ahora de nuevo a la memoria de los vecinos y agricultores de la zona a raíz de la trágica DANA que ha asolado la Comunidad Valenciana, poniendo de nuevo sobre el tapete el problema de las zonas inundables en España.
El Poblado de Doña Blanca, levantado como colonia agrícola en marzo de 1960, entra de lleno en la delimitación estatal de zonas con riesgo para la población en caso de desbordamiento del río y está declarado por la Junta de Andalucía como zona inundable desde 2009. Los vecinos y agricultores, agrupados en la Comunidad de Regantes de la Margen Derecha del Bajo Guadalete, lo saben y también son conocedores de las carencias que sufre la zona en materia de prevención de un episodio grave de inundaciones.
El presidente de la Comunidad de Regantes, José Madrid, nos muestra sobre el terreno, junto al técnico de la comunidad Daniel Marín, cuáles son los puntos débiles de un terreno que sufre “la desidia de los políticos”, porque las medidas a desarrollar para prevenir una situación de emergencia están muy claras y ni siquiera son desorbitadas desde el punto de vista económico.
De hecho, es esta comunidad la que con sus propios medios ha venido ejecutando en los últimos años distintas mejoras, en aquello que no excede sus competencias, para tratar de mantener a raya las inundaciones, pero hay otras actuaciones en las que no tienen potestad para actuar, por ejemplo en la limpieza y mantenimiento del Arroyo Carrillo, ahora mismo una de las principales amenazas en caso de inundación ya que trae a gran velocidad en caso de lluvias intensas todas las aguas procedentes desde Jerez y Sanlúcar, entre otras localidades.
“Este arroyo hasta el año 2006 era competencia de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir”, explica Manuel Ruiz, uno de los vecinos más antiguos del Poblado, que recuerda bien los primeros tiempos del enclave. Hasta entonces el arroyo se limpiaba una vez al año pero desde esa fecha, cuando las competencias pasaron a la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, estas limpiezas se han limitado a apenas dos, en 2011 y 2015, estando en estos momentos parte de su cauce totalmente anegado y lleno de vegetación.
El presidente de la asociación de vecinos El Castillo, Rafael Ruiz, también nos acompaña en la visita y constata el hartazgo de los vecinos ante una situación que viene de lejos. Ruiz, que lleva cinco años al frente de la entidad vecinal, cree que la administración no hace más caso a Doña Blanca porque son pocos vecinos, aunque el último censo ya arrojaba un número de 1.200 habitantes.
Y es que otra de las desventajas de ser zona declarada inundable es precisamente que no se pueden construir nuevas viviendas, por lo que el poblado no puede crecer. Tampoco la Comunidad de Regantes puede levantar construcción alguna en la zona, ni se puede llevar a cabo ningún proyecto diferente al agrícola, como el que promovió en 2012 la empresa municipal Impulsa El Puerto para desarrollar un polígono industrial en el entorno del enclave agrícola, que ocupa una extensión de unas 800 hectáreas.
A lo largo de los años han sido muchas las veces que Doña Blanca ha reclamado medidas para tratar de evitar las inundaciones en la zona, y de ellas la más concreta fue un estudio de alternativas a la inundabilidad de Doña Blanca encargado por el Ayuntamiento de El Puerto en 2016, financiado con fondos de la Diputación Provincial, que analizaba con detalle la situación y proponía varias medidas concretas.
Este estudio concluyó en 2019 y proponía, como dos de las medidas principales, elevar medio metro el muro que separa el Poblado del Río Guadalete (una especie de talud de cuatro metros denominado mota) y dragar y limpiar el Arroyo Carrillo, donde se ubica otra de las motas elevadas para separar los terrenos inundables. Ninguna de las dos actuaciones se ha acometido todavía, a pesar de la insistencia de vecinos y regantes, sobre todo de estos últimos, que en 2015 se dirigieron a la Delegación Territorial de Medio Ambiente trasladando la urgente necesidad de limpiar y desbrozar el Arroyo Carrillo.
En aquel escrito dirigido por la Comunidad de Regantes a La Consejería de Medio Ambiente en 2015 ya se pedía “que se proceda lo antes posible a la limpieza del tramo final del desagüe del Arroyo Carrillo para evitar los perjuicios a la población que se producirán en la campaña de lluvias que se nos avecina. Esta comunidad ya ha empezado a limpiar y restaurar los desagües de toda la zona regable, contribuyendo así a una mejora en la evacuación de las lluvias que puedan suceder, siendo responsable de todos los daños que se provoquen la Consejería de Medio Ambiente por no mantener el cauce en buenas condiciones para la circulación del agua y por no restaurar la mota que provoca el desvío de toda o casi toda el agua del Arroyo hacia las tierras de esta comunidad, donde previsiblemente se acumulará e inundará el Poblado de Doña Blanca con toda seguridad”.
En el último episodio de lluvias intensas ocurrido a finales del pasado 30 de octubre sólo se inundó una parte del poblado, en la que se encuentra ubicado el colegio público Castillo de Doña Blanca, pero en este caso la responsabilidad corresponde al Ayuntamiento portuense, que no ha acometido aún la canalización de aguas pluviales que sería necesaria.
Desde la Asociación de Madres y Padres de Alumnos del colegio recordaron, tras este episodio, que “el colegio está construido en una zona inundable”, instando al Ayuntamiento a tomar cartas en el asunto y diseñar cuantas medidas sean necesarias para minimizar el riesgo de inundabilidad, ya sea por embalsamiento de aguas o por desbordamiento del río, y eliminar los problemas, y daños de cualquier índole, que pudieran derivarse de un posible evento de inundación”.
Sobre la relación con el Ayuntamiento portuense, los vecinos consideran que si bien en los últimos años se recibe una mayor atención de los políticos locales, la misma se centra sobre todo en aspectos lúdicos pero no en materias más trascendentes como esta de las canalizaciones.
Sí conoce bien la zona el responsable de Protección Civil, en El Puerto, Javier Cobos, que lleva muchos años trabajando de la mano con los vecinos y que ya en 2010, tras las importantes inundaciones sufridas en la zona, firmaba un informe que llegó a ser aprobado por el pleno municipal. En dicho informe ya se indicaba que el originario sistema de drenaje del enclave había perdido buena parte de su capacidad de evacuación de aguas pluviales, incidiendo especialmente en la falta de mantenimiento del arroyo del Carrillo.
Otras obras realizadas en las últimas décadas en el entorno tampoco han ayudado a mejorar la situación, como distintas zonas empresariales en el término de Jerez, la Variante de Los Puertos, los polígonos industriales portuenses ubicados cerca del Poblado o incluso las salinas cercanas hacia el término de Puerto Real, que impiden desde hace años el vertido de aguas hacia el río San Pedro.
Así las cosas, vecinos y regantes solo piden que cuando se actúe no sea demasiado tarde.
La historia del Poblado de Doña Blanca se remonta al mes de marzo de 1960, cuando se creó por el entonces existente Instituto Nacional de Colonización para alojar a las familias de agricultores que fueron desalojadas de los terrenos que ocupa actualmente la Base Naval de Rota.
Manuel Ruiz, ex presidente de la asociación de vecinos Castillo de Doña Blanca y tío del actual presidente, lo recuerda como si fuera ayer: “Yo tenía seis años y a mi padre le obligaron a dejar las tierras que cultivaba en Rota como arrendatario. En aquel momento fue una experiencia muy negativa para la familia porque nos tuvimos que ir de allí sí o sí, no había alternativa, y encima la compensación económica se la dieron a los dueños del terreno porque nosotros no éramos propietarios”, recuerda.
Las condiciones de vida iniciales fueron precarias, con los primeros habitantes viviendo en barracones comunitarios hasta que comenzaron a construirse las primeras casas, y tres años después llegó el colegio, en el que curiosamente más de medio siglo después hay numerosos niños y niñas americanos, hijos de familias de la Base Naval de Rota.
Por aquel entonces no había áreas oficiales de inundabilidad, pero ya se sabía que era una marisma y que había que proteger a Doña Blanca de la crecida de los ríos, por lo que ya desde un principio se puso en marcha un sistema de muros, canalizaciones y desagües que también tenía la misión de restar salinidad a la tierra para que fuera cultivable.
Desde aquellos primeros tiempos, hace ya casi 65 años, la situación del Poblado no ha ido a mejor ya que a pesar de contar con unos 1.200 habitantes, los distintos cambios de competencias administrativas y el desarrollo industrial de las poblaciones del entorno han contribuido a que el enclave permanezca a expensas de los riesgos que vienen tanto de la naturaaleza como de la mano del hombre.
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