Vuelven los pícaros que nunca se fueron

Teatro

Teatro Guirigai lleva a escena la obra 'Estebanillo González' en la recta final del Festival de Teatro de Comedias de El Puerto

El Festival de Teatro de Comedias de El Puerto baja el telón este fin de semana

Un momento de la obra que se pudo ver este viernes en el Festival de Teatro de Comedias.
Un momento de la obra que se pudo ver este viernes en el Festival de Teatro de Comedias.
Ángel Mendoza

24 de agosto 2024 - 14:29

Después de un De Rojas Zorrilla y un Lope de Vega regresamos, o nos quedamos más bien, en el Siglo de Oro, últimos compases del Festival de Teatro de Comedias de El Puerto, que el viernes, 23 de agosto, hizo subir al escenario a Estebanillo González, desopilante sinvergüenza de manual, en una obra de la prestigiosa compañía con sede en Extremadura Guirigai. El libro del que parte este proyecto tiene un título algo extenso, muy de su época por cierto: La vida y obra de Estebanillo González, hombre de buen humor, compuesta por él mismo. El texto ni siquiera fue compuesto por “él” mismo- el recurso de la falsa autobiografía es rasgo característico de la novela picaresca- y aunque gozó de cierto éxito y fue muy leído en su momento, su interés decayó y no aparece en los manuales de literatura entre las joyas de ese subgénero hispánico, pese a ser considerado por algunos como la mejor novela de su siglo después, claro, del Quijote.

Nos vamos hasta el ecuador de ese siglo XVII, en el ocaso de la Guerra de los Treinta años, porque, en efecto, hubo un conflicto que duró todo ese tiempo, implicó prácticamente a toda Europa y la rompió en pedazos, como no puede ser de otra forma después de tres decenios guerreando. Montones de cadáveres, huérfanos, heridas, ruinas hasta la esperada Paz de Westfalia –que también finiquitó la guerra de los ¡Ochenta años! entre España y los Países Bajos-, que dejó un lógico y prolongado rastro de miseria y decadencia, especialmente en el estrato social más bajo, que siempre ha cargado con lo peor de las batallas que emprende el estrato social más alto. Y ahí encontramos a los pícaros, concretamente al que da título a esta propuesta escénica, tratando de manotear para no ahogarse en medio de un mar sucio y turbulento de naufragio y derrota.

Estebanillo González no está solo, lo secundan El Poeta y El Capitán, a quienes tendrá que embaucar con el relato de su desquiciada existencia para recuperar, aprendiz de Scherezade, un negocio del que gozó, pero que se le fue de las manos por mor de su mala cabeza. Como el Lazarillo, el Buscón o Guzmán de Alfarache, Estebanillo cuenta su vida en ese paisaje de disolución moral, lejos de cualquier atisbo de inocencia y valores cristianos, o cualquier otro valor medianamente ético. Lo único que puede salvar de ese lodazal de desesperanza y descreimiento es el humor y su hijo más preciado, el entretenimiento. La dramaturgia de la obra consigue con pericia unas buenas dosis de entretenimiento gracias a un libreto, firmado por Agustín Iglesias, bien estructurado, ágil y con un certero sentido del ritmo que logra que el latido no decaiga en toda la función. Efectivo y caricaturesco el vestuario, que nos traslada al espíritu deprimente de aquel siglo XVII, funcional la escenografía y bien colocadas las tonadas y canciones que enriquecen esta desmesura barroca, que si bien no despertó muchas carcajadas, sí mantuvo la atención del auditorio en todo momento. Por encima de cualquiera de esos aspectos destaca la columna vertebral de cualquier creación teatral, que no es otra que los actores. Aquí estamos ante tres magníficos intérpretes como son Raúl Rodríguez, Rubén Arcas y, sobre todo, el protagonista indiscutible, Jesús Peñas, veterano todoterreno, bregado en la comedia y en cientos de batallas sobre las tablas y bufón perfecto para dar vida al cínico redomado, cobarde confeso e infame buscavidas de nombre Estebanillo González. Los tres se bastan y sobran para ponernos delante un fresco de lo que debió de ser aquel momento de engaños, corruptelas y pura supervivencia. Declaman bien, se mueven sobre el escenario con la soltura que les da la experiencia y nos regalan una hora y media de buenas risas y muy aceptable teatro.

stats