"Al turismo masivo le da igual Andalucía que Disneyworld"

Ibán Díaz | Geógrafo humano

El investigador Ibán Díaz, en el patio de la Universidad de Sevilla.
El investigador Ibán Díaz, en el patio de la Universidad de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez
Miguel Lasida

25 de febrero 2020 - 06:00

La erosión que sufren las ciudades a causa del turismo es un fenómeno que lleva estudiándose desde el siglo pasado. Las sucesivas crisis económicas obligan a las ciudades a vender su patrimonio al mejor postor, también el patrimonio humano. Es lo que investiga Ibán Díaz (La Línea de la Concepción, 1979), antropólogo, doctor en Geografía humana e investigador en la Universidad de Sevilla que ha recibido del Centro de Estudios Andaluces (Centra) la tarea de estudiar el impacto del turismo en las grandes ciudades andaluzas.

–Los cascos históricos de las capitales andaluzas no dejan de perder población residente año tras año. ¿Cuánto tiene que ver al auge del turismo?

–Mucho que ver a falta de una hipótesis mejor. Los centros históricos de las capitales andaluzas aumentaron la población en la primera década del siglo, que estuvo relacionado con la recuperación de edificios sufragada con fondos europeos y porque se pusieron de moda, pero a partir de 2012, con la proliferación de apartamentos turísticos, los centros empiezan a vaciarse en paralelo a la subida de los alquileres.

–Pese a los proyectos en marcha de nuevos hoteles y a la ilimitada concesión de licencias para apartamentos turísticos, ¿por qué hay políticos que siguen sin admitir la expulsión de los residentes?

–Los datos están abiertos a la interpretación. Cada uno defiende lo que le interesa. Lo que no se puede negar es que, desde 2012, desde que comienzan a proliferar los apartamentos turísticos, el centro histórico de Sevilla ha perdido 3.600 residentes. Es sólo un ejemplo.

–… Pero no se admite.

–Claro, porque esa relación puede negarse o matizarse. La gente se va porque quiere –dicen– y es verdad, pues nadie le pone a nadie una pistola en la cabeza. Pero si le preguntas a la gente, te responde que se ha ido porque no pueden pagar los alquileres o porque ya no hay vida de barrio. Pero para acceder a esa información hay que tener interés. Si no quieres saberlo, sencillamente no le preguntas a la gente. Que pregunten.

–La pérdida de autenticidad no desanima. Umberto Eco ironizó con la construcción de una Venecia de mentira junto a la de verdad que seguiría atrayendo a los visitantes.

–Hay un tipo de turismo que prefiere ir a Disneyworld porque son sitios donde los monumentos están próximos y donde siempre pasan cosas, sitios donde no existe el aburrimiento. Ése es el turismo masivo, que igual viene a Andalucía que va a Disneyworld, le da igual; es un turismo que gasta menos, que aprecia menos y que es más destructivo. Puestos a depender del turismo, que es algo que habría que discutir, hay que ver qué tipo se quiere.

–En el estudio del fenómeno turístico, los investigadores lamentan lo difícil que resulta encontrar datos fiables. ¿No están medidos o no están publicados?

–Datos sobre viviendas, alquileres y pisos turísticos son difíciles de obtener. Es algo que necesitan los investigadores... y las administraciones, si quieren tomar decisiones que no sean a ciegas. Ahora mismo trabajamos con datos de 2011 y, desde entonces, ha pasado todo esto.

–Mientras tanto, ¿qué puede hacerse para regular? Dé ideas, pues no parecen inspirados los políticos.

–Se están ensayando varias cosas en Europa. La tasa turística, por ejemplo, pero que no revierta exclusivamente en invertir en atraer a más turistas. También están las moratorias. Algo debe hacerse para conjugar el derecho al turismo con el derecho a la ciudad de los oriundos.

–Hay gente que identifica la evolución de los barrios históricos a una terminal de aeropuerto; otros, a un parque temático.

–Un parque temático y un aeropuerto son ejemplos clásicos de no lugares. Son las mismas tiendas y los mismos códigos. Y los centros históricos corren el riesgo de convertirse en no lugares. Estás en un centro y da igual que sea de América, Europa o Asia. De algún modo son el mismo sitio.

–¿Por qué los indicadores de empleo en los destinos turísticos no acompañan a las reiteradas cifras históricas de visitantes?

–Como decía Henri Lefebvre, hay un subdesarrollo que el desarrollo turístico oculta. El turismo genera empleo, no en la proporción de la llegada de turistas, pero es muy precario, por no hablar del mercado negro. Si un camarero atendía diez mesas ahora atiende quince. El empleo creado es poco cualificado. Hay mucha mano de obra disponible, pues son zonas donde hay un gran desempleo estructural incluso en tiempos de bonanza. Se puede lograr un empleo de más calidad, pero deben ponerse medios legales para forzarlo.

–¿El auge turístico está relacionado con el auge del consumo de bajo coste?

–Ha sido determinante el bajo precio de los vuelos, de los cruceros... Es natural que sea un tipo de turista tendente a gastar poco.

–¿Es compatible la conciencia del cambio climático con el boom turístico?

–Creo que no puede durar para siempre que un viaje de Londres a Málaga cueste menos que de Cádiz a Córdoba. Es incompatible, aunque, en general, es incompatible nuestro modo de vida con el discurso del cambio climático. Hay mucha hipocresía y cinismo. No estamos dispuestos a hacer sacrificios y los gobiernos representan a la gente que no quiere hacer sacrificios. Lo veo difícil. La relación del turismo con el incremento de los flujos de transporte es tremendo, pero no para.

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