"En China aún se recuerda el Siglo de Humillación"
julio ceballos | consultor de negocio en china
EJERCICIO DE TRADUCCIÓN. Advierte de que sus respuestas no son de sí o no, porque la realidad de China es muy compleja. Aun así, Julio Ceballos (Reinosa, 1979) ha intentando esbozarla, tras casi veinte años en el gigante asiático, en Observar el arroz crecer (Ariel): un acercamiento de 500 páginas sobre el motor del mundo que ya va por su quinta edición.Observar el arroz crecer ”No podemos seguir viviendo como si China no existiera o su realidad no fuera con nosotros –explica–. Lo que sucede en China nos afecta de manera múltiple mucho más de lo que creemos”.
–Cuando España y Portugal se reunieron en Tordesillas a repartirse el mundo, el PIB de China era 14 veces el nuestro. Set y partido.
–Con toda su pequeñez en el mapa, Tordesillas va a suponer un momento de inflexión en el peso del poder en el mundo, que pasará ya a occidente a través de distintos países;y es un ejemplo de hasta qué punto creas lo que crees: qué iba a pensar esa gente que había conquistado la Península y estaba conquistando América. Pero fíjate, aun a las puertas de las Guerras del Opio, China seguía teniendo el mayor PIB mundial, por encima de Reino Unido.
–¿Cuánto del revulsivo socioeconómico chino se debe a una reacción por haber dejado de ser ‘todo bajo el cielo’?
–Ese trauma, el que ellos llaman el Siglo de Humillación (de 1849 a 1949), no sólo está muy vivo sino que el sistema se encarga de mantenerlo. China se sigue preguntando cómo fue posible que, de haber liderado la historia durante siglos, pasara a ser de repente Tercera Regional: en 1970 era el 17 país más pobre de la Tierra. Semejante hundimiento ha sido un acicate de mejora, de esfuerzo, de sacrificio, y eso explica en gran medida el proyecto de Estado que tienen, que es un proyecto con metas a 50, 60, 150 años, con logros de continuidad.
–Recuerdo a un diplómatico que estuvo en China en los 70 y a principios de 2000. No es que hubiera estado allí dos veces -decía-, sino que había estado en dos sitios distintos que se llamaban China.
–Eugenio Bregolat, uno de los pesos pesados de nuestro cuerpo diplomático: ha sido embajador una tercera vez. Es totalmente cierto. China se transforma en algo distinto cada pocos años, pero su visión es largoplacista.
–En España, la meritocracia se ha vendido como la panacea y ha terminado siendo un trampantojo. ¿Funciona en China?
–La meritocracia no aspira a la justicia, sino a la eficacia. Esa es la partida que está jugando China. Los chinos son muchos y, quieran o no, se ven obligados a competir desde que nacen por prácticamente todo. No tienen elección: su país ha sido siempre un lugar muy poblado donde siempre hay más gente que oportunidades. El sistema chino promociona a los mejores hacia arriba y premia el talento, el esfuerzo y la competitividad.
–Estamos muy lejos de Tordesillas, pero aún podemos estar pecando de superioridad moral respecto a China y su sistema.
–Pues a los occidentales que vivimos aquí nos tratan muy bien; es fácil olvidarte que vives en un modelo de gobierno diferente porque es algo que no aflora en el día a día. El modelo chino es eficaz y útil en China, pero el resto del mundo no tiene valores chinos, y ese modelo no es exportable. Pensamos que porque son comunistas no nos podemos fiar, o porque no son una democracia son nuestros enemigos. Partimos de que nuestro sistema es absolutamente benévolo, y que cuanto más se parezcan a nosotros, mejor estarán. Pero si vemos los últimos 500 años y cómo se ha impuesto occidente por el mundo, no sé si queremos que se cumplan nuestros deseos.
–De ese pulso entre mundos nacerá un nuevo orden sobre el que vuelan las apuestas.
–Probablemente nos toque ver el declive de Estados Unidos, aunque no creo que la distancia que separa a ambas potencias se acorte a lo largo de nuestras vidas, pero es algo que está ya aquí y tendrá repercusiones múltiples. Yo pienso que hay buenas razones para el optimismo, aunque también las hay para el pesimismo (el famoso mapa de Tucídides). Entre los motivos que me llevan al optimismo está la interdependencia que tienen la mayor parte de los países con China (primer socio comercial de más de 150 naciones). Por supuesto, todos los países están construidos sobre conflictos, enfrentamiento y guerras, y este divorcio no va a ser pacífico:Estados Unidos no va a ceder el liderazgo fácilmente.
–De momento, una importante cura de humildad para occidente en general, y para España en particular, fue la pandemia.
–La pandemia ha sido un sopapo de realidad en muchos sentidos:hemos visto que el efecto mariposa no es sólo una bonita metáfora, y también hemos visto que, cuando las cosas van mal, no tenemos tantos aliados y los aliados que tenemos suelen ser los vecinos. También hemos comprobado que los accidentes geográficos siguen mostrando su músculo, y el frágil equilibrio de las cadenas de suministro. Esto no quiere decir que volvamos a ver fábricas de juguetes o de zapatos en suelo español, entre otras cosas, porque la transición ecológica no lo permitiría, pero necesitamos cadenas de suministro de emergencia que nos sirvan de back up para aquellos productos de extrema necesidad. Por ahora, se ha dejado de hablar de desacople y se empieza a hablar de bajar el umbral de riesgo, parchear las vulnerabilidades de la pandemia.
-¿Cuáles son las armas para hacer negocios en China? Suena, en efecto, como vender hielo a los esquimales.
–Partiendo de que los chinos ya tienen de todo y medio mundo les está ofreciendo aquello que les pueda faltar, son tres las premisas para vender en China: una hoja de ruta clara, paciente, flexible y decidida a alcanzar metas a largo plazo (>10 años) con la que gestionar las expectativas de retorno de la inversión y el esfuerzo;un producto o servicio ya testado en otros mercados, con una marca de reconocido prestigio internacional y un diferencial claro y, por último, un relato, un argumentario, un concepto de marca que logre hacer destacar el producto frente a la competencia y lo singularice.
–Nos anima a no ser tímidos y hablar con los chinos de la tienda de la esquina.
–La comunidad de chinos en España es tan numerosa (>220.000 individuos) como silenciosa, invisible o pacífica. Están repartidos por toda la geografía nacional y pasan, casi siempre, desapercibidos. Aunque tienen muy presente que están en España para trabajar y ahorrar, son gente encantadora que, con esfuerzo y simpatía sincera, acaban abriéndose a quien quiere conocerles y demostrando como son: hospitalarios, generosos, buenos vecinos y gente muy amistosa.
–¿Cuál es la principal asunción que deberíamos hacer respecto a China?
–La lección importante es que China ha venido para quedarse y que no va a desaparecer. Al contrario, cada vez va a tener más peso global e impacto en nuestras vidas. China es un lugar inmenso y fascinante donde casi 1500 millones de personas se afanan diariamente por salir adelante, medrar y convertirse en la mejor nación del planeta. Disponen de un plan para lograrlo y eso nos obliga, por un lado, a comprenderlos para convivir con ellos pacíficamente y, por otro, a aprender a competir con ellos eficazmente. Es un reto, pero es un reto fascinante.
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