Alicia Iglesias: "El arte contemporáneo no se sigue porque no se entiende"

Sorprende ver a una experta en arte entre los investigadores que se dedican a divulgar la ciencia en los cafés. Es Alicia Iglesias, una profesora de Historia del Arte en el Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla que se plantea el reto de hallar el modo más idóneo de llegar al público, a los alumnos recién llegados a la academia. Paseante y observadora del arte más cercano, Iglesias es consciente de que sin conocimiento no cabe la fascinación.
–¿Qué tal se lleva hoy la juventud con el arte?
–Le fascina especialmente el mundo antiguo, sobre todo el arte egipcio, el griego, el romano, alguna parte también del Renacimiento. Les encanta pero lo ven denso y muy teórico, sobre todo los alumnos de Bellas Artes.
–Los aspirantes a artistas son más aficionados a la materia, a mancharse con los óleos y las piedras, ¿no?
–Cuando llega la teoría y la historia del arte, piensan que va a ser difícil, pero hay muchos trucos.
–¿Es caminar por la ciudad, deambular por las calles, uno de ellos?
–Es parte de nuestra labor. A mí me gusta muchísimo. En Sevilla, salvo el arte egipcio, claro, podría salir a ver algo concreto con cada lección. El arte románico, el gótico, el mudéjar... Para mí es fundamental sacar las clases fuera del aula. Es algo que no suelen hacer todos los profesores pero, en mi caso, forma parte de mi concepto de innovación.
–Pasear será una afición irrenunciable para una experta en arte.
–Es algo que hacía mucho antes, cuando tenía más tiempo. Me gusta hacerlo en todos sitios, en Sevilla, Córdoba, Málaga, en Granada... Y observar los interiores de los espacios. En Roma también lo he hecho.
–¿Fue ahí donde se topó con el escultor que investiga?
–Sí, en una iglesia. Lo encontré casualmente.
–¿Paseando?
–Sí, en un barrio, más allá del centro turístico, dando una vuelta encontré una iglesia. Justo a la entrada había un impresionante relieve de un artista, Michele Tripisciano, que me recordó a Antonio Susillo.
–De la ciudad al campo, a Doñana, que ha inspirado a pintores como Juan Fernández Lacomba o Carmen Laffón. ¿Qué tiene Doñana?
–Probablemente que sea algo único. Es un paisaje que no se encuentra en otros puntos geográficos y un espacio que quizá haya tenido mucha relevancia en la antigüedad, en el mundo tartésico, incluso próximo al Neolítico, al Calcolítico. Están las aguas, los minerales, los metales... Pero sobre todo es el atractivo visual de esa zona de pinares, creo que es ese paisaje único lo que intentan expresar.
–Ha estado investigando fuera. ¿Qué se conoce del arte en Andalucía?
–Fundamentalmente Velázquez... Murillo. Es lo que se les viene principalmente a la cabeza. Y Picasso, aunque Picasso, ya ve, se fue muy rápidamente a Barcelona y después a París. También está la Semana Santa.
–¿Qué interesa de la Semana Santa?
–Es curioso cómo llegan a asombrarles tantísimo el concepto devocional, la manera tan intensa que tenemos con una reminiscencia todavía del barroco, que no hemos cambiado tanto en ese aspecto.
–¿Así lo ven?
–Les fascina la teatralización de la Semana Santa, al menos a la gente que he conocido en Italia.
–¿Está el arte cofrade abocado a una eterna representación del barroco, el neobarroco?
–Hay artistas que podrían sacarse del estilo neobarroco, más adaptados a su tiempo, con conceptos que parten de la teatralidad del barroco pero sin excederse. No es ese dramatismo puro. Guillermo Martínez Salazar o Rafael Martín son dos ejemplos.
–¿Sería posible un arte cofrade de corte abstracto?
–Creo que no. No estamos acostumbrados a un concepto nuevo, moderno, contemporáneo, que se pueda aplicar a los temas religiosos. Creo a fin de cuentas que está bien que se reivindique nuestra esencia. Aunque, bueno, también sería partidaria de que en algún momento saliera una obra de temática más atrevida, más actual.
–Mi abuelo solía decir que cualquiera podría pintar como Pollock. ¿Por qué cuesta comprender el arte abstracto?
–No estoy segura. Es curioso que se piense que el arte contemporáneo no implique una preparación, una capacidad intelectual, y que se rechace únicamente por no representar la figuración. Creo que simplemente nos falta todavía educación en ese mundo. Y no es una cosa reciente.
–¿Por qué?
–En el mundo antiguo no se entendía al artista porque trabajaba con las manos, a pesar de que la base fundamental fuera el intelecto. Se decía que lo que conllevara el trabajo manual era propio de un obrero y que no había un proceso de inteligencia, de meditación. Algo parecido puede estar vinculado a la comparación de la figuración con el arte contemporáneo.
–Una artista plástica que es amiga ha llegado de La Coruña y le ha sorprendido el poco peso del arte contemporáneo por aquí.
–A ver, volviendo a lo anterior, es verdad que aquí no se sigue el mundo artístico contemporáneo en tanto que no se comprende bien, pero ha habido un amplísimo catálogo de artistas contemporáneos y sigue habiéndolo. Hay una excesiva propaganda en torno a la Semana Santa, que creo que es buena, y quizá dejamos a un lado el mundo contemporáneo, pero ahí está.
–Porque tampoco parece que haya la efervescencia artística que hubo al final del siglo anterior, ¿no?
–En los años ochenta se fueron muchos a Madrid. Hubo una especie de centralización. Estuvo la movida madrileña y mucha gente se fue a estudiar aquellas tendencias nuevas. Pero también se ha seguido desarrollando el arte contemporáneo aquí aunque probablemente no al nivel de otros puntos de España. Eso no significa que no tengamos una gran variedad de artistas sólo que todavía no estamos concienciados ni preparados para entender a muchos de ellos.
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